C a p í t u l o D i e z

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Carlee

 

[Octubre 13, 2017]

Estábamos en la hora del almuerzo, los cuatro: Jiro a mi derecha, con un libro de cálculo abierto, lloriqueando; Davy a mi izquierda, tarareaba a The Weekend como si no tuviese el mismo libro cerrado suponiéndose que debía estudiarlo; Colin frente a mí, con uno de los auriculares puestos y el otro colgándole del hombro, mientras separaba el maní de la uva pasa en silencio. Y yo, que me había dedicado la mitad del almuerzo a echarle miraditas, con sutileza, cada tanto…

Davy golpeó las manos en la mesa.

—Oigan, estoy aburrido —se quejó.

—Tienes la tarea a menos de cinco centímetros —le recordó Jiro.

—No, prefiero aburrirme sin hacer nada que aburrirme con las matemáticas.

—Pues estás reprobando.

—Pues estás reprobando —imitó con una vocecita chillona y alzando la barbilla. Eso hacia cuando sabía que alguien más tenía la razón pero él prefería cortarse el brazo antes de admitirlo. Tamborileó los dedos en la mesa plástica y lo miró todo a su alrededor, como pensando, o quizá buscando algo en lo que entretenerse—. Oh, cierto, ¿les conté lo que sucedió hoy en nuestra clase de cálculo? Bueno, probablemente estén al tanto, es el tema del día, todos están hablando sobre eso.

—¿Sobre qué?

—Cierto que nunca te enteras de las cosas, Car —lo dijo sin un atisbo de molestia—. A ver, todo pasó en nuestra clase cálculo cuando estábamos haciendo los ejercicios en la pizarra, ya sabes que al profesor Maxwell le gusta meternos presión social, mierda, odio tanto eso. Bueno, la cosa es que para la primera ecuación pidió un voluntario y Klara alzó la mano pero con más intenciones que hallar la x.

—No le metas tanto drama —pidió Jiro—. Diles lo de la protesta y ya, así de simple.

—¿Hubo una protesta? —esa vez preguntó Colin.

—Si, una protesta de verdad. Lo que sucede es que Klara había puesto una queja en contra de un chico en nuestra clase que viene loquito por ella, solo que su queja no recibió ninguna respuesta. Por eso fue a dirección esta mañana y lo que le dijeron fue que: «Tener la atención de un chico no es una notificación de prioridad». Esos malditos… menos mal ella no se quedó callada, eso fue lo que hizo esta mañana, hizo ruido. Ah, y algunos lerdos como Andrés Cooper creen que es un comportamiento humillante para la escuela.

—No olvides lo que dijo el profesor Maxwell —añadió Jiro, con la cara arrugada de fastidio—: «es una insolente, señorita Russo».

—Entonces era eso de lo que hablaban unos chicos en el baño, cuando fui antes del almuerzo —murmuró Colin, pensativo, con el entrecejo fruncido. Se había quitado el auricular y nos prestaba atención—. Estaban diciendo cosas muy desagradables refiriéndose a que «ella» no podía aguantarse nada.

Los tres se quedaron en silencio un instante, como reflexionándolo. Y luego solté una risa que carecía de diversión.

—Es que no es cuestión de aguantar mucho o poco —dije—. Nadie tiene el derecho de ir por la vida hostigando a las personas con la excusa de que le gusta. Eso es acoso, es abusivo y repulsivo. Qué importa si es guapo, o si tiene dinero, o si es mayor y todos piensan que es alguien guay. Un no, es un maldito no, así de simple.

Un corazón para sanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora