Capítulo 19

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-¿Listo? -gritó Frank desde el otro pasillo. Yo me encontraba en el pasillo de la izquierda, por donde yo había seguido a Jared hasta llegar al jardín. En cambio, él se encontraba en el otro pasillo, al inicio.

Miré hacia el frente y vi el camino que tenía que recorrer. Al menos treinta metros de distancia.
Jared, que se encontraba entre Frank y yo, dio la cuenta regresiva. Y al llegar a cero, salí disparado hacia delante.

Se suponía que no debíamos correr, ya que habíamos tenido el accidente (aunque era algo estúpido, ya habían pasado como tres días) pero Frank me había retado.

Esa mañana, después de tomar otra ducha en el baño de la habitación, y comer el desayuno que una de las enfermeras había traído, fui al centro de la Enfermería. Me senté en una de las bancas y Frank salió por las puertas. Venía caminando muy lento y tenía cara de concentración. Entonces yo le dije:

-No te vayas a cansar, deberías ir más lento.

Frank se detuvo y levantó la mirada hacía mí. Él frunció el ceño mientras yo sonreía.

-Yo no voy lento. Estoy pensando.

Decidí seguir molestándolo y esta vez, dije:

-Wow. ¡Wow! -levanté las manos para exagerar- ¡Tranquilo! Vas a dejar atrás a los guepardos.

Frank gruñó y dio tres zancadas y llegó a mí.

-Escúchame. No estoy caminando lento porque camino así. Estoy caminando lento porque estoy pensando.

-Ya -di unos pasos hacia atrás y me senté en una de las bancas.

Frank se quedó pensando unos segundos luego, agregó:

-Además, nadie va más rápido que yo.

Empecé a reír con fuerza, pero Frank me miró serio.

-¿Qué? Es la verdad. Soy rápido.

Dejé de reír y alguien salió por las puertas.

-Frank, soy escualido, pero no lento.

-Él tiene razón.

Frank y yo miramos a la persona que había salido por las puertas. Era Jared. Al verlo, fruncí el ceño. ¿Qué era él? ¿Un mentiroso o un amigo? No lo sabía, aún no lo decidía. Jared me había mentido, es cierto. Pero seguramente tenía sus razones, aunque no me las dijera. Por ahora, estaba perdonado, aunque no del todo.

-Es una de las personas más rápidas que conozco. Incluso más que tú -dijo mirando a Frank.

-¿En serio lo crees? Pruébalo.

-No tengo porqué hacerlo -dije sin preocupación, sintiendo la brisa que llegaba a mi cara.

-Bah. ¿No quieres o no puedes? -Frank sonrió con malicia. No iba a caer en su trampa.

-No quiero. Además -recordé-, no deberíamos. Estamos en la Enfermería.

-¿Y?

-Frank, acaban de tener un accidente. Puede ser malo -explicó Jared.

-Bah. Patrañas.

-¿Quién diablos dice patrañas? -pregunté. Esa palabra me sonaba estúpida.

-Yo, yo la digo -dijo el más grande de los tres y se sentó en el césped-. Entonces, ¿vas a correr o no? No seas gallina, si eres más rápido que yo deberías aceptar.

Me encogí de hombros, miré a Jared y dije: -¿Qué puedo perder?

-Bien -se levantó del suelo y añadió-: Vamos a correr a lo largo de la Enfermería. Sólo de ida, sin regresar.

Los tres fuimos hacia el lado contrario de la entrada, nos colocamos en nuestras posiciones.

Y ahí estábamos los tres, al fondo de los pasillos, preparándonos para correr.

Todo iba bien. Mi respiración iba normal, mis piernas tenían un ritmo constante.

Lamentablemente, cuando iba pasando por un cuadro de elefantes, a mi derecha salió una persona con muletas. Traté de detenerme a tiempo, pero era tarde. Golpeé contra esa persona y ambos nos tambleamos. Una de sus muletas me dio en el estómago, la otra le dio a él en el brazo derecho. Caí al suelo y la persona se golpeó la espalda con la pared.

El golpe con la muleta había desconcertado; traté pararme pero no pude. La persona me tendió su mano y yo la acepté. Descubrí que era un chico que tenía una pierna rota.

-Lo... lo siento -dije. Pero el chico solo estiró el puño hacia atrás y lo lanzó hacia mi cara. Por suerte, yo esquivé su movimiento y volví a caer.

-Idiota -dijo él. Tomó las muletas y se fue. Yo me levanté y volví a correr.

Había perdido, obviamente. Excepto si Frank hubiese caído. Pero no importó. Seguí corriendo.

A unos segundos de llegar al final del pasillo, mis piernas temblaron. Empecé a sentir como si me faltara aire. Mi vista empezó a nublarse y la cabeza me dio vueltas. Me tambaleé y caí de rodillas. Me empezaron a dar naúseas, todo me daba vueltas. Avancé a rastras el resto del pasillo, muy despacio. Veía como si el suelo se inclinara, era muy extraño. Sobre todo porque hacía unos minutos estaba bien...

Llegué al final del pasillo y di vuelta. Ahí pude ver a Frank sacudiéndose como una lombriz.

-¡Gané! ¿Quién es más rápido ahora?

Apoyé mi espalda contra la pared más cercana y respiré lentamente. Mi cabeza empezó a doler y los alaridos de Frank no ayudaban.

-Soy mejor. Oh, sí. Mejor que todos.

-Frank, cierra la boca un momento -dijo Jared, que había llegado al lugar-. ¿Te encuentras bien? -me preguntó. "¡Claro! ¡Me encuentro mejor que nunca!" quería decirle. Pero las palabras no salían de mi boca, así que negué con la cabeza.

Jared me ayudó a levantarme y avanzamos hasta otro pasillo que salía de la pared izquierda del pasillo en el que estábamos.

-¿Cuándo fue la última vez que te dieron el Vómito?

No respondí. No lo recordaba.

Seguimos unos metros hasta una habitación grande. Del otro lado habían unas puertas, y en la esquina de la izquierda había un mostrador. A la derecha había una puerta por donde una mujer salió. Esta se sorprendió al vernos ahí, luego se acercó al mostrador. Jared me hizo sentar en una de las silla que había ahí, junto a una planta. Apoyé mi cabeza en la pared. Cerré los ojos, pero incluso así, la cabeza me daba vueltas.

-¿Qué demonios acaba de suceder aquí? -dijo la mujer. Ella se acercó a mí y me tocó cariñosamente el hombro. Levanté la cabeza y la mujer de cabello negro me entregó un vaso con la medicina. Me tomé el líquido, lo cual me provocó aún más náuseas. El estómago se me revolvió y sentí como si fuera a vomitar, pero no lo hice.

-Tranquilo. El medicamento no deja que se salga lo que hay dentro.

Lancé una risita. Era irónico. Digo, el líquido es verde como el vómito, y sabe asqueroso que te haría vomitar. Pero no. El "Vómito" no te deja vomitar y el cuerpo lo necesita. No sé en qué sentido; pero cuando mi vista volvió a la normalidad, los mareos y las náuseas pararon, me di cuenta que el cuerpo lo necesita.

-¿Qué demonios sucedió? -volvió a preguntar-. Tengo la ligera sospecha de que tú tienes algo que ver -dijo, señalando a Frank.

-¡Hey! ¿Por qué me culpas de todo?

-Uhm... no lo sé. Tal vez por el chico de Agua que cayó de las cuerdas. O tal vez por la chica de Fuego que accidentalmente quedó inconsciente por un día. O probablemente porque aquellas rocas, casualmente, se movieron por el aire hacia un grupo de Agua. Y puedo seguir, ¿eh?

-Bien, bien -Frank retrocedió unos pasos-. Es posible que tenga algo que...

Frank no terminó, ya que la chica le dio una bofetada que pudo haber sonado en toda la Enfermería.

-Tú no vuelvas a acercarte a todos los que te rodean. Eres peligroso para los demás -dijo y salió del lugar por las puertas de enfrente.

Jared se empezó a reír. Tanto que incluso se tuvo que sentar al suelo. Yo lo miré con curiosidad. Luego vi a Frank con la mano en la bofetada y empecé a reír. Los efectos que aparecen al no tomar el Vómito ya se habían ido y ahora el estómago me dolía de tanto reír.

Cuando ambos paramos, Frank dijo: -Ese es el efecto que tengo sobre las chicas -y tanto Jared y yo volvimos a reír hasta sacarnos lágrimas.
_______________

Frank nos condujo hacia la puerta de la derecha. Los tres entramos a un salón grande, dividida en dos partes.

La primera parte era una especie de sala. Habían varios sofás; una mesa en el centro, incluso había una pared donde se encontraba una chimenea ardiendo, aunque igual no servía de nada porque el ambiente aún así se sentía normal, ni frío ni caliente.

Un hombre un poco mayor que Frank, se sentó en uno de los sofás y empezó a leer una de las revistas que estaban en la mesa.

El suelo estaba tapizado, lo cual lo hacía ver más elegante. En el aire se podía oler un aroma a nuevo, haciéndolo aún más elegante. Parecía ser una recepción de hotel o de algunas oficinas, sólo faltaba la música de fondo.

Frank rodeó la pared de la chimenea y me encontré con muchas mesas. Una pareja de mi edad se encontraba en una de las mesas, comiendo spaguetti.

-¿Es esto un restaurante? -pregunté al mismo tiempo que me sentaba en una de las sillas color chocolate.

-Es un comedor. Para que... comas -dijo Frank.

-¿Desde cuándo el comedor se usa para otra cosa?

-No lo sé -respondió él. Después colocó su mano en el lugar de la bofetada.

-Te dije que no debíamos correr -dije lanzándole una mirada acusadora.

-No es mi culpa. Tú deberías saber tu horario de la medicina.

-Oh, pérdoname. La última vez que estuve aquí fue hace mucho, así que lo olvidé.

-Basta -Jared nos detuvo. Luego vino un chico a preguntar la comida. La verdad, me hizo sentir un poco culpable, pero...

-¿Tienen macarrones con queso? -pregunté al instante. Amaba los macarrones. Y si tenían, me casaría con los Elegidos, sean quienes sean.

-Tenemos todo lo que desees -dijo el chico.

-¿Incluso conejos? -pregunté en broma. El chico se quedó congelado sin saber que decir y luego reí-. Era una broma. Quiero macarrones con queso.

Después de que el chico tomara las 'órdenes' de Frank y Jared, pregunté:

-¿Tú sabes tus horarios?

-Todos los deberían saber -dijo Jared inadvertidamente.

-¡¿Y por qué nadie me dijo nada?! -pregunté enfadado. Ellos sabían eso, yo no. Simplemente pudieron haber evitado esta situación.

-Creí que ya lo sabías... -dijo Frank tímidamente.

-Pues no. Creíste mal. Pudiste haber evitado esa bofetada.

Jared rió y yo sonreí. Seguía siendo gracioso.

-¿Pero después de que nos habríamos reído? -se burló Jared y lanzó una carcajada.

-Todo sucede por algo... -comentó Frank y posó su frente en el borde de la mesa.

Tenía razón. Eso sucedió para alegrarnos a mí y a Jared, y fue bueno.

El chico regresó después de unos minutos y los tres devoramos nuestros platos en silencio. Tenía mucha hambre, no había comido nada desde las siete de la mañana, y ya era el mediodía.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora