Capítulo 40

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-Max. Sal de la cama. -Frank utilizó una almohada para darme un golpe en la cara. Como no respondí, me dio otros tres golpes hasta que gruñí como respuesta.

Había pasado como dos horas desde el Enfrentamiento. Todos en las gradas habían empezado a susurrar y algunas a chiflar. Arthur se acercó a ambos y con una cara de "No me lo creo", anunció al ganador. Muchos de Aire empezaron a gritar; otros de Fuego estaban abucheándome (y otros cuántos hacían lo opuesto), pero no importa a dónde miraras, todo lugar era un caos. Sin poder responder a nada, Arthur logró sacarnos a Brenda y a mí de ahí. Pero ella no dijo nada, sólo se fue. Arthur me recomendó ir a la Enfermería a que me curaran la herida, aunque él creía que incluso los trabajadores de ahí estaban en el área del enfrentamiento. Aun así fui al lugar. Por suerte había alguien que, si bien le gustan los Enfrentamientos, no era tan fanático y pudo atenderme. Luego de eso regresé corriendo a la cabaña y me metí a la cama, hasta que como una hora después Frank apareció.

-Vamos, Max. Vas a tener que salir de ahí en cualquier momento.

-No quiero -le respondí. Y es cierto, no quería. Después de que te digan que vas a hacer grandes cambios y llegas a vencer a la invencible, no tienes ganas de hacer nada.

-¿Por qué no? ¿Ahora te sientes mal y crees que Brenda te va a odiar de por vida? Qué lástima. -Tomó la almohada y volvió a golpearme-. Sal ya de la cama.

Me incorporé, harto de sus golpes, pero quise volver a tirarme a la cama. Me sentía... extraño. Odiado, temido.

-No lo entiendes. ¿No sabes lo que ha ocurrido allá? -levanté los brazos en la dirección en la que debería estar el bosque. Frank soltó la almohada y se puso a pensar.

-Claro que sí: venciste a Brenda.

-No, idiota -sentencié y volví a meterme bajo las sábanas. Ahora todos me verían como un fenómeno-. Ahora todos tienen otra razón como para creer que soy el Anti-Cristo.

-¿De verdad crees...? ¡Oh por dios! -Frank empezó a reír. Como ni entendía lo que pasaba, me volví a incorporar. Él estaba sentado en la cama con una sonrisa que perturbaba-. ¡Ellos te aman! -se acercó a mí y puso sus brazos en mis hombros- ¡Van a lanzar una fiesta! En verdad, no sé qué hiciste, pero ahora todos de amodian.

-¿Amodian...? -repetí. Luego, me concentré en la supuesta fiesta. Era estúpido, y además-: Arthur no los dejará.

-¡Claro que sí! -gritó Frank con otra sonrisa-. Él está maravillado con lo que ocurrió hoy, así que quitó el toque de queda de esta noche sólo para la fiesta.

-No quiero ir -me quejé y volví a dejarme caer en la cama. No era una buena idea que Arthur haya hecho eso por una fiesta.

-Tienes que hacerlo, por ti hacen la fiesta. Están celebrando que venciste a Brenda. -Gruñí en respuesta y él sólo suspiró-. Bien, te dejo ahora, pero vas a ir. -Escuché cómo Frank abría la puerta y daba un portazo que hizo que me sobresaltara.

Extrañamente nunca se había comportado de esa manera. ¿Qué habían dicho los mellizos de él? Algo que sus ataques eran peligrosos. Recordé la noche en la que lo encontramos en la zanja. Actuaba como un zombie, incluso su mirada parecía como si estuviese... poseído. Aunque eso no sería posible.

Me incorporé y me agarré la cabeza con las manos. ¿De verdad era imposible que Frank estuviese poseído? Tal vez... él es de aire. Tal vez él infiltró la Oscuridad.

Me puse de pie y caminé por toda la cabaña. "Oh, dios. Oh, dios". ¿Y si Frank estaba poseído? ¿Y si él no sabe lo que hace? Oh, no, no. Habían dicho que su depresión había sido provocada por alguien. ¿Y si ese alguien no fue James, pero sí Él? ¿Y si Frank tenía la Oscuridad dentro y él la metió a las Pruebas?

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora