Capítulo 43

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Cuando el sol empezó a salir detrás de mí, supe que era hora de despertar a Jared. Quería hablarle a Brenda, pero ella seguía bajo el mar. Después de lo de anoche... no lo sé, no podría saber la actitud de Brenda ya que es demasiado impredecible. Si bien, podría estar enojada ahora que yo ya sabía, también podría estar... ¿aliviada? Ella había mencionado que quería sacarlo desde que el ataque al Campamento ocurrió. Así que lo único que temía era... todo. Brenda podía llegar y asesinarme; o igual podría sentarse conmigo y hablar.

Cuando levanté a Jared él parecía un zombie. Pero, entre murmuros, dijo que se sentía bien.

-Cansado -balbuceó y se talló los ojos-. ¿Dónde está Brenda?

-Ella... -empecé, pero no supe cómo decirle que se había quedado debajo del mar toda la noche. Sin embargo, desde los árboles pude ver a alguien con cabello rubio caminar hacia nosotros con un par de troncos en las manos. Al llegar a nosotros los dejó caer a un lado de donde había estado la fogata. Suspiró y se limpió ambas manos.

-Debemos encenderlos. Claro, si es que no quieren quedarse a oscuras.

-¿Cómo se mantendrá vivo el fuego dentro de la cueva? -dudó Jared, mientras agarraba un poco de las cenizas de la noche. No sabía si eso ayudaba, pero cualquier cosa era mejor si queríamos que encendiera pronto o durara suficiente.

Sin embargo, Brenda agarró el dobladillo de su pantalón y empezó a tirar hasta casi la rodilla. Luego volvió a hacer lo mismo con el otro lado del pantalón. Y cuando terminó, nos quitó una de las ramas y dividió en tres tiras el pantalón, para envolverlas en la punta, dejando un poco de madera visible.

-Bueno, ya hacía calor, ¿no? -dijo con un tono sarcástico. Nos acercamos al acantilado, al lado que daba a la bahía con la enorme cueva en un lado. Miré a ambos y estaban viendo hacia abajo, como esperando a que algo llegara. Y me uní a ellos. Miré hacia abajo, sin entender qué hacer; y como los otros no decían nada no supe a dónde moverme o si incluso íbamos a bajar.

Drásticamente, Brenda colocó sus manos en nuestras espaldas y nos empujó. A la arena. La vi por un momento... y luego una capa azul cubría mi campo de visión. Se distorsionó hasta parecer una esfera, una de agua que me abrazó. Por un momento vi azul oscuro por todas partes, me sentía en un mundo marino. Y luego la esfera se deshizó y me deslicé sobre la arena unos centímetros antes de detenerme.

-Bueno, por primera vez han utilizado el agua para moverse -anunció Brenda cuando apareció entre los dos. Jared había caido de cara en la arena, así que intentaba no ahogarse con ella.

-La próxima vez usamos tierra -repuso Jared. Se puso de pie y se sacudió la tierra de su ropa.

-Si es que hay próxima vez... -murmuré, pero aun así lograron escucharme.

-Esperemos que no -suspiró Brenda. Ambos sabíamos que podía volver a ocurrir. No sólo el hecho de bajar de un acantilado, sino todo esto. No sabíamos cómo terminaríamos, pero la historia podía volver a repetirse. O nunca acabar.

-Bien, encendamos la antorcha, ¿no? -sugirió Jared.

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Ahí estábamos los tres. En la orilla del agujero. Estaba un poco elevado pero habíamos logrado subir sin que la antorcha (o nosotros) se cayera.

-Entonces... -murmuró Brenda, pero no dijo nada. Era completa oscuridad. A excepción de la antorcha y la luz detrás de nosotros, no había nada más de luz.

-Entonces -dijo Jared. Pero sólo eso dijo. Los tres seguíamos sin estar seguros de entrar ahí ni si había una bajada.

-¿Cómo estamos seguros de que la Gema está ahí? -pregunté estirando mi cabeza para verlos a ambos. Brenda tan sólo me miró y frunció el ceño.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora