Capítulo 44

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-Debes estar bromeando.

Cuando les dije que no había sentido ninguna salida, ambos se sintieron ofendidos. Creían que estaba jugando y que dejara de hacerlo.

-Camina por ti misma. Ilumina la baba para que veas que no hay nada -sugerí. Y así lo hicieron. Jared acompañó a Brenda para iluminar la caverna, o al menos intentar iluminar parte de ella. Pero no encontraron nada.

-¿Y ahora qué? -pregunté. Me senté en el suelo y me cubrí la cara con ambas manos. No podía ser posible que después de todo lo que habíamos avanzado termináramos en un callejón sin salida.

-Tiene que haber algo más, es imposible -soltó Jared. Pero en vez de hacer algo, sólo se sentó-. ¡No puede acabar aquí!

Brenda estaba en el centro de la caverna con la antorcha hacia abajo y mirando a todos lados. Debía de estar ideando algo.

-¿Intentaste arriba? - me preguntó Jared, y yo asentí en respuesta. Por supuesto que había intentado arriba. Intenté en todas partes, pero no había nada. Estábamos atrapados.

Brenda empezó a caminar hacia nosotros, en donde empezaba el pasillo. Al llegar nos entregó la antorcha y tomó el otro tronco. Entonces se alejó. Caminó de nuevo al centro de la caverna, colocando un extremo de la madera en el suelo y volviéndolo a quitar, y así hasta el otro lado de la caverna.

-¿Qué haces? -intrigó Jared y se puso de pie para alcanzarla.

-El suelo está inclinado -respondió y luego se acercó a un punto de la pared de la caverna, no tan lejos de la entrada-. Éste es el punto más alto.

-¿Y por qué es eso relevante? -me puse de pie y me acerqué a ambos. Toqué la pared y esta se sentía distinta, se sentía lisa.

-¿No es extraño? Si estuviese inclinado el suelo, el punto más alto sería la entrada. A menos que haya otro camino y las paredes se construyesen después.

-Para tapar el verdadero camino -concluí-. Mira esta pared. La roca es distinta. -Jared extendió una mano y la tocó. Repentinamente, Brenda la golpeó con un extremo del tronco e hizo que cayera un poco de polvo y unas cuantas rocas.

-Definitivamente no es lo mismo -dijo Jared y le dio una patada para tirar más de lo que fuera ese material, haciendo que el eco resonara en todo el lugar.

-¡Espera! -Brenda estiró una mano para detener a Jared y acercó su oído a la pared. Intenté preguntar algo, pero me calló-. Espera... -Con el tronco dio un pequeño golpe en la pared y esperó. De nuevo, acercó su oído aun más y volvió a dar unos golpes.

-¿Brenda...?

De la nada, ella pareció enloquecer. Golpeó una y otra vez la pequeña sección de la pared hasta destrozarla y hacer un pequeño agujero. Por donde salió un chorro de agua.

-Como lo suponía.

Jared se agachó y puso sus manos en ella como un cuenco hasta que se llenó. Acercó sus manos a la luz de la baba. Parecía limpia.

-Extraño -dijo. Luego puso sus labios sobre el agua y tomó de ella-. Parece que es pura.

Levanté una ceja. ¿Agua pura? ¿Bajo tierra? Eso era demasiado extraño aunque... podía ser agua de mar filtrada por las rocas. Bajé la mano y dejé que el agua la limpiara. No me había dado cuenta de lo sucia y grasosa que estaba hasta que sentí el agua. Llevábamos casi dos días (debido a la diferencia de hora) fuera de la sociedad, debíamos vernos horribles.

Cuando Jared acercó su boca al chorro, Brenda lo apartó con su mano. El agua empezó a correr por el suelo, siguiendo un camino que se iba hacia la derecha.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora