Capítulo 29

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Nueva habitación. Nuevo Elemento. Nueva preocupación.

Mientras caminaba por entre las cabañas con Sophie hablándome a un lado, me preguntaba si tendría un compañero.

-Aquí es -avisó ella a lo cual yo pronuncié un "¿eh?"-. Tengo que regresar al comedor. Jared está... por ahí. A ver si se digna a hablarte... -luego dio media vuelta y se despidió.

Cuando abrí la puerta, vi a un bulto tirado en una de las camas con mucha basura a su alrededor. Yo sólo me dejé tirar en la otra cama, con un quejido. Me miré el brazo donde me había quemado. Estaba horriblemente irritado y no podía dejar que nada lo tocase sin quejarme.

Coloqué el otro antebrazo sobre mis ojos y suspiré. Había sido un día largo y cansado. Tan sólo quería dormir. Dormir un día entero. Fundirme con las sábanas y volverme uno sólo. Después, la idea de casarme con una cama como Frank no era tan mala...

Suspiré de nuevo. Tenía que hablar con él. Tenía que hacerle saber que no debía preocuparse.

Me levanté de la cama y caminé hacia la puerta. Mi compañero aún estaba dormido, pero cuando abrí la puerta, pareció quejarse.

-¡Cierra! -gritó una voz conocida. Abrí más la puerta, y la luz se reflejó en el suelo. El chico se envolvió en las sábanas como una oruga en su crisálida. Si no tuviese voz de adolescente, creería que tiene resaca.

Decidí conocerlo después, cuando estuviera de buen humor. Salí de la cabaña y decidí buscar a Frank por todas partes.

Empecé preguntando por él con algunos de Aire. Se decidieron por entrar a su cabaña y verificar si estaba dormido como siempre, pero no. Me despedí de ellos, un tanto extrañado. Me dirigí al comedor. Era el segundo lugar favorito de él. Pero otra vez, fue en vano. Aunque no tanto.

Ahí, cerca de la entrada estaba Jared, comiendo una tarta junto con otro más.

Cuando me acerqué a la mesa, me senté a un lado de los otros.

-Hey, Max... -saludó Jared con una voz temblorosa. La chica que estaba a mi lado volteó a verme con miedo. Luego se fue junto con el resto. Sin despedirse. Qué mal educados.

-¿Dónde está Frank? -pregunté. Directo al grano. Como debía de ser. Hacía era más fácil saber si las personas escondían algo. Si los sorprendían, era más complicado ocultar algo antes de parecer sospechosos.

-Eh, yo... no lo sé -evadió. Luego, acercó el plato con la tarta y preguntó-: ¿Gustas?

-No. Lo que quiero es que me respondas -le dije, empujando el plato.

-No sé si deba hacerlo, Max -dudó. Luego se levantó y se alejó de la mesa.

-¿Por qué no? -Le seguí-. ¿Ahora también me evitas tú?

-¿Yo? ¡No! ¿De qué hablas? -Ambos salimos por la puerta. El sol estaba cerca de las cuatro y cinco de la tarde. El otro salió caminando en dirección a la cabaña principal sin decir una palabra.

-¡Espera! -corrí hacia él, enfadado-. ¿Por qué me ignoras? ¡Tengo que hablar con Frank! -Lo tomé de la mano para detenerlo y él dio media vuelta-. Mi padre fue secuestrador, ¿bien? Quiero hablar con Frank sobre eso. Y si me dijeras... -empecé, pero Jared apartó mi brazo con brusquedad. Frunció el ceño con exageración y replicó.

-¿Sabes? No eres el único con problemas familiares -resopló. Apretó la mandíbula y cerró los puños tan fuerte que los Parecía molesto-. No todo gira alrededor de ti, Max. No eres el centro de los problemas.

Jared suspiró y sin más, dio media vuelta de nuevo y se regresó de camino a la cabaña principal. Yo ya no le respondí. Me sentía... ¿humillado? Jared nunca me había hablado así. Nunca había dicho cosas así. ¿Tan egoísta parecía hablando del secuestro de mi padre? ¿De qué hablaba cuando dijo que no era el único con problemas familiares?

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora