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Pepper 

No tengo ni la menor idea de dónde estoy, sólo dejé que Dastan me llevara a donde quisiera y terminamos aquí, una especie de bodega abarrotada de gente. 

–¿Estás seguro que esto es legal? –le pregunto a Dastan, más bien le grito para hacerme escuchar por encima de la música. 

–¿A quién le importa? –contesta sonriendo. 

Eso quiere decir que sí, pero tiene razón. Todo el mundo parece divertirse y dejándose llevar al ritmo de la música, y el ambiente está iluminado por millones de luces y colores neón, incluso al entrar, unos chicos repartían unos brazaletes que brillan en la oscuridad. No sé cómo pasó, pero mis brazos terminaron cubiertos con un montón de ellos y de todos los colores. También mi ropa. No cubierta de pulseras, sino de pintura que de igual forma, brilla en la oscuridad. 

Un grupo tras otro se ponen a tocar y no tengo idea de quiénes son, apuesto a que son músicos de garaje, pero tienen un talento increíble y se nota que les gusta lo que hacen, contagian todas las emociones que puedan existir con su música te pone los vellos de punta. 

Pero necesito descansar un minuto. De haber sabido que vendríamos aquí, me habría puesto otro tipo de zapatos y no estos tacones infernales. 

Me voy a sentar en uno de los tantos sofás que están repartidos por todo el lugar, pero de los pocos que quedan libres. 

–¡¿Cómo estás?! –me grita Dastan, para hacerse escuchar por encima de la música, sentándose a mi lado.

–¡Cansada. Hace siglos que no iba a un concierto o a bailar, pero realmente me estoy divirtiendo mucho! 

–¡Se nota! –dice sonriendo mientras toma mis pies y los pone sobre sus muslos, me quita los tacones y me hace un rico masaje. 

–¡¿Por qué?! –le pregunto. 

–Tienes la cara llena de pintura –contesta cerca de mi oído para ya no gritar tanto. 

Bueno, al parecer mi ropa no es la única que está llena de manchas. 

–¡Ustedes dos como que me dan nauseas, en serio son muy empalagosos! –nos grita Kaa sonriendo, mientras se sienta con nosotros. 

–¡¿Y Lex?! –le pregunta Dastan. 

–¡Fue a buscar cubetas y botes! –dice emocionada. 

–¡¿Cubetas y botes?! –pregunto extrañada–. ¡¿Para qué quiere cubetas y botes?! 

Ninguno de los dos me responde, sólo me miran sonriendo. 

Entonces, la música deja de sonar y todo el mundo se dirige hacia un mismo lugar. 

No pude evitar sentir un poco de pánico. ¿La policía está aquí? 

–Cálmate, nena –me dice Dastan sonriendo, ya en un tono normal–. Ven, ponte tus zapatos. 

Kaa se levanta de un brinco y se va corriendo a donde van todos. Entonces me doy cuenta que todo el mundo parece emocionado y que me estoy poniendo paranoica por nada. 

Dastan me ayuda a terminar de ponerme los zapatos y entonces empieza a sonar la música de nuevo, pero es una música diferente, sólo se escuchan como golpes con un muy buen ritmo. 

Al llegar a donde están todos, logramos pasar por entre la gente y veo a Lex tocando. Sus instrumentos son cubetas y botes y unas baquetas. 

Está sentado sobre un bote y mueve sus brazos y sus manos con un ritmo sorprendente. Hizo una especie de batería improvisada con las cubetas y botes e incluso golpea el suelo para hacer sonidos diferentes, y a veces mueve sus pies levantando un bote y al momento de golpearlo, suena diferente a cuando lo golpea en el suelo. 

Huellas en la Piel ©Место, где живут истории. Откройте их для себя