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Pepper

Siempre que pinto me pierdo en mi mundo, nada más existe mas que mis pinceles, mis óleos, mi lienzo y lo que planeo hacer. Puede haber un caos total a mi alrededor y yo ni me daría cuenta.   

Estamos en taller de técnicas húmedas. Se supone que tenemos que pintar el bodegón que está en el centro de la sala, pero la verdad nunca he hecho las cosas tal cual se supone que son. Lo normal es aburrido. ¿Por qué pintar las peras verdes y no moradas? ¿Y por qué una pera tal cual? Si vieran mi lienzo, pues sí, parece un bodegón normal, pero hay que prestar atención a los detalles. 

­–...tá sonando –oigo a Bemou, un compañero de clase, y regreso a la realidad. 

–¿Qué? 

–Que tu teléfono está sonando –repite. 

Cuando tomo mi teléfono, ha dejado de sonar y noto que tengo tres llamadas perdidas. Cuando quiero ver de quién son, me llega un texto. 

¿En dónde estás?

Es Dastan. 

Me pongo nerviosa. Después de ayer no he podido dejar de pensar en él, incluso hasta soñé con él, y después de lo que casi pasó a noche pensé que lo había molestado cuando me dijo que tenía que irse. De seguro pensó que soy una fácil, ¡pero no lo pude evitar! El tenerlo tan cerca hizo que mi cuerpo se llenara de electricidad y quería sentir más de eso. Pero tonta de mí, un tipo como él, que lo tiene todo y que seguro tiene una fila enorme de chicas hermosas esperándolo, jamás se fijaría en alguien como yo.

En clase, ¿por qué?

¿Cuál es tu salón?

Estoy en los talleres, en el L108.

Te veo en 3.

¿Qué? ¿Está aquí? ¿Y aún quiere verme después de que ayer casi me le aviento encima? 

–¿Buenas noticias? –me pregunta Bemou. 

–¿Cómo sabes? 

–No dejas de sonreírle como idiota a tu teléfono –dice con humor.   

En eso, se abre la puerta del taller, y ahí está.

–¡Anker! Que alegría verte muchacho –lo saluda el profesor, y se dan ese abrazo de medio lado como los hombres se lo dan cuando se saludan. 

–¡Es Anker Wolf! –dice Bemou con un susurro, aunque con emoción. 

Cuando pongo atención, me doy cuenta que todo el mundo ha dejado de hacer lo que hacían y empiezan a cuchichear emocionados.

–Muchachos, no creo que él necesite presentación –nos dice el profesor–, pero les presento a Anker Wolf. 

Dastan saluda a todo el mundo con un movimiento de cabeza, aunque sólo me está viendo a mí. Siento que de nuevo me empiezo a ruborizar. 

–¿Y a qué se debe tu visita, muchacho? –le pregunta el profesor. 

–En realidad, vine a ver a alguien –contesta sin dejar de mirarme–. Me preguntaba si podía quedarme un rato. 

–Por supuesto, pasa y ponte cómodo –le dice el profesor, mientras le abre el paso–. Todo el mundo, regresen a lo que estaban haciendo y dejen de comportarse como adolescentes idiotas. 

–¡Viene hacia acá! –dice Bemou y pienso que si los ojos comieran, Dastan ya sería un esqueleto. 

–Hola –me saluda cuando llega a mi lado, y por el rabillo del ojo veo que Bemou se sorprende y creo que hay que traerle una cubeta o algo para la baba que no tardará de salir de su boca. 

Huellas en la Piel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora