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Pepper

–Me voy a morir –le digo a Datsan a través del inodoro. 

Él sostiene mi cabello mientras el desgraciado de mi estomago me traiciona y vomito todo lo que comí antes de despegar el avión. 

–No te vas a morir, nena –dice algo alarmado. 

–Estoy segura que en algún lugar del inodoro están mis intestinos –siento que se tensa. No pude evitar soltar una ligera risita–. Es broma, Dastan. 

–¿Cómo es posible que tengas ese humor y hacer semejantes bromas en tu estado? –se queja.

–Oye, prefiero jugar a estar sufriendo –le digo sonriendo, aunque no me ve, ya que sigo con mi cabeza metida en el inodoro–. Además, ¿qué clase de baño es éste? 

Estoy segura que frunce el ceño–. Un baño normal. 

–¡Claro que no! –empiezo a levantare cuando estoy segura de que ya no saldrá nada de mí–. Un baño normal es el de mi casa. Aquí tienes hasta un jodido jacuzzi, ¡y estamos en un avión! 

Dastan por fin sonríe un poco–. Es uno pequeño. 

–De todas formas es un jacuzzi en un avión. 

–Es un jet –me corrige y pongo los ojos en blanco al señor exacto–. Al parecer ya te sientes mejor. 

–No creo que nada más salga de mi estomago, a menos que mi estomago quiera vomitar aliens o algo que ni siquiera existe.

Él sonríe–. Ven, vamos a que te acuestes un rato. 

–Me quiero lavar los dientes primero. 

–De acuerdo –asiente con la cabeza–, voy a preguntarle a Lex si hay algo que puedas tomar –dice mientras sale de la habitación. 

Cuando termino de lavarme los dientes, voy a la mega habitación donde hay una cama enorme, pero la verdad no me tomé mucho tiempo en admirar lo que tengo a mi alrededor porque en cuanto vi la cama me dejé caer con la cara estampada en el colchón. Acabo de recordar por qué detesto volar. 

Siento como la cama se hunde a mi lado y me doy cuenta de que Dastan está aquí. Sus manos empiezan a recorrer mi espalda dándome un rico masaje y de vez en cuando mi cuerpo se mueve en ligeros espasmos, resultado de lo rico que se siente por donde pasan sus manos y siento como se inclina para dejarme tiernos besos ahí donde me moví. 

–¿Es la primera vez que vuelas? –susurra en mi espalda. 

–No –mi voz suena amortiguada porque mi cara sigue enterrada en la cama, así que la giro un poco–. Volé cuando me mudé a Ámsterdam –digo algo adormecida. Sus caricias y sus besos se sienten tan bien.  

–Bueno –dice ahora en mi oído–. Te tengo una buena y una mala. 

–Mmmm –me quejo, más bien porque no quiero hablar y quiero que él siga con sus caricias–. La buena. 

–La buena es que te vas a sentir mejor. 

–¿Y la mala? 

–Es que Lex está afuera para revisarte. 

–No quiero. 

–Entonces la buena no pasará. 

–Nooooo –me quejo otra vez. 

–Pepper... 

–Sólo estoy mareada, Dastan. 

–Y odio verte así, quiero que estés mejor. 

Huellas en la Piel ©Where stories live. Discover now