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Dastan 

Cuando despierto, me alegra ver a mi chica profundamente dormida como una niña pequeña, boca abajo y con casi todo su cuerpo desnudo al descubierto, las cobijas están enredadas en un pedazo de su espalda y una de sus piernas, y su largo cabello enmarañado sobre su rostro. A pesar de que se ve tan jodidamente sexy con toda su piel cubierta de tinta, la imagen es tan graciosa que no pude evitar soltar una ligera risita. No era mentira que se mueve como una lombriz mientras duerme, pero a pesar de todo luce como un ángel. Me levanto con cuidado de no despertarla y la cubro bien con la sabana, me visto con mi ropa deportiva que traje en mi maleta, tomo mi teléfono y la cartera y salgo de la habitación.

En el pasillo, hecho un vistazo a la habitación de Nikky y de igual forma está profundamente dormida, pero lo más gracioso es que duerme casi igual que Pepper, está toda destapada y con las cobijas enredadas, lo diferente es que está de cabeza: en la almohada, donde normalmente iría la cabeza, están sus pies, y donde deberían ir los pies está su cabeza. ¿Cómo le hacen para moverse tanto sin despertarse? Entro a acomodarla como se supone que debería dormir y luego la beso en la frente antes de dirigirme a la cocina a prepararme un café y un chocolate que dejaré en el microondas. Cuando termino, finalmente estoy listo y totalmente despierto, me pongo el manos libres y me dirijo a la salida para ir a correr.

Y como siempre, Thomas está afuera, esperándome–. Buenos días, señor. 

–Hola, Thomas. ¿Qué tal tu mañana? 

–De maravilla, gracias. 

–¿Investigaste lo que te pedí ayer? 

–Por supuesto. Hay nuevas noticias. 

Entonces me enseña una carpeta con un informe completo sobre el incendio del club, con fotografías y registros sobre los hechos. Y, lo que en verdad me importaba: la dirección de la chica que causó este desastre. 

–Bien. Gracias, Thomas –le digo, entregándole la carpeta. 

–¿Le traigo su auto? 

–No es necesario. 

–Pero es algo lejos. 

–Sígueme en el auto, de regreso iré en el. 

–De acuerdo, señor –asiente con la cabeza y se gira en dirección a donde está mi auto.

Después empiezo a correr rumbo a la dirección. La verdad es mejor que esté lejos, necesito agotar mis energías a menos que quiera hacer algo de lo que después me pueda lamentar. Aunque nunca me arrepiento de nada. 

Después de una larga hora con cuarenta minutos, estoy frente a la casa, y cuando llamo a la puerta, abre el idiota que no quitaba su asquerosa cara de encima de mi chica. Es evidente que jamás le pasó por su cabeza que yo iba a estar frente a su puerta. 

–¿Está tu hermana? –pregunto. 

–Creí que no iban a levantar cargos. 

–No he venido a eso. 

El idiota parece dudarlo. 

Entonces, la chica aparece detrás de él, en cuanto me ve, abre los ojos como platos.–¡Señor Wolf! –dice con asombro. 

–Hola, Alike. 

–¿Ha cambiado de opinión? ¿Van a arrestarme? –. Está horrorizada. 

–No soy la policía –le digo mientras me paso. Me vale una mierda si fui o no invitado– Tú y yo tenemos que hablar. 

En sus ojos se ve el miedo, pero cuando nota que no pienso moverme de aquí hasta conseguir lo que quiero, asiente con la cabeza, y nos dirigimos hacia el interior de la casa.

Huellas en la Piel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora