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Dastan

Estar aquí apesta. No es que Dubái esté mal, pero llevo tres días en estúpidas reuniones y juntas que simplemente hacen el proceso más largo. He trabajando en esto por casi un año y ya es hora de cerrar el trato. El Burj Khalifa pertenecerá a Wolf Corp. 

De verdad disfruto mi trabajo, lo que me pesa es que llevo tres días sin ver a Pepper. No sé por qué no le pedí que viniera conmigo, y aunque hemos estado en contacto por medio de llamadas telefónicas, y en las noches platicamos por Skype, no es lo mismo, sólo me quedo con la tentación de tocarla y besarla. Ahora sólo quiero firmar esos estúpidos papeles y largarme de aquí. Pero al parecer, esto va para largo. 

Alrededor de las 4:30, decido que es hora de un receso y saco a todos de la sala de juntas, y aunque aún es muy temprano, decido echar un vistazo a Skype y me sorprende ver conectada a mi chica. 

–¡Hey! Hermanito. ¿Cómo te va? –me dice Kaa al otro lado de la pantalla cuando contesta la video llamada. 

–¿Qué haces ahí? ¿Todo está bien? –le pregunto, sorprendido de ver a mi hermana. 

Ella pone los ojos en blanco–. ¿Por qué algo tendría que ir mal? ¿Qué acaso no puedo estar con mi amiga sólo porque sí? Te recuerdo que fue primero mi amiga antes de que salieran juntos. 

–¿Dónde está Pepper? 

–¿Qué acaso no quieres hablar conmigo? –dice ofendida, pero sé que es de broma. 

–Si quisiera hablar contigo, te habría llamado a ti en lugar de a Pepper. Y a todo esto, ¿qué haces en su cuenta? 

–Cuido que no la acoses. Cielos, estás a miles de kilómetros de aquí, ¿y aun así no la dejas en paz? No entiendo cómo te soporta. 

–Todos me aman, Kaa –le digo sonriendo. 

–Yo no –dice tratando de no reírse. 

–No, pero yo a ti sí –. Ella empieza a sonreír y luego me saca la lengua y no pude evitar echarme a reír–. Ya, enserio, ¿dónde está? 

–Ella es un zombie ahora. 

–Me dijiste que nada iba mal –le digo preocupado.

Ella suelta un bufido–. Es completamente normal. Eres un exagerado, Dastan. 

–¿Qué tiene de normal ser un zombie? 

–¿Quieres ser papá ahora? 

Su pregunta me desconcierta–. No, pero no entiendo que tiene que ver eso con que ella se sienta mal. 

–Oh, créeme, tú prefieres que ella sea un zombie ahora. 

–¿Dónde está, Kaa? –digo exasperado. 

Ella pone los ojos en blanco, luego gira el portátil y por fin veo a mi chica acostada en el sofá. Está boca abajo, con la cara estampada en un cojín, cubierta de mantas. 

–Oye, tú, voltea –le dice Kaa. 

–Hola, Dastan –me saluda Pepper cuando gira su cabeza. Su voz se oye quejumbrosa. En verdad se siente mal. 

–Nena, ¿qué tienes? 

–La visita de Andrés. 

–¿Qué? ¿Quién es Andrés? –le pregunto molesto. 

–Estoy en mi periodo, Dastan. 

–¿Ya entiendes por qué es bueno que sea un zombie ahora? –me dice Kaa, sentándose a un lado de Pepper. 

Huellas en la Piel ©Where stories live. Discover now