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Dastan 

Supongo que recibir un texto de ella con una mentada de madre es de esperarse después de llegar un poco tarde, pero espero que valga la pena después de todo. 

–Vamos, amigo, no me hagas quedar mal –le digo a Rush mientras le entrego la bandeja de cartón con un vaso de chocolate–. Ahora, ve ahí y esperemos que no tarde mucho en salir. 

Después de tomar la bandeja con su hocico, se da la vuelta y se dirige a la casa de los padrinos de Pepper y se sienta a esperar. 

Después de unos minutos, la puerta se abre y sale Kristeen, y en cuanto ve a Rush se detiene en seco y sonríe. 

–¿Qué pasa? –escucho que le pregunta Pepper, que aparece detrás de ella y luego voltea a ver a Rush y sus ojos se abren como platos mientras se sonroja. 

Se ve tan bonita con ese ligero color carmín en su rostro. Bueno, de hecho siempre se ve preciosa. 

Luego de recibirle la bandeja, empieza a buscarme mirando alrededor.

No es que yo esté escondido, pero sé que desde donde estoy es un poco difícil encontrarme. Sin embargo, su tía lo hace, porque la veo sonreír otra vez en mi dirección, después toma a Nicole, que salió detrás de ellas y creo que le dijo a Pepper que se haría cargo de la pequeña y luego se aleja con ella. 

Cuando Pepper por fin me encuentra, noté que se puso contenta, aunque hacía todo lo posible por no demostrarlo y no pude evitar sonreír. 

¡Dios! Con esta mujer he sonreído más veces desde que la conocí que lo que he sonreído en toda mi vida.

Cuando ella empieza a acercarse a donde estoy junto con Rush no pude evitar sentirme nervioso. No sabía que me iba a decir, aunque estaba seguro que debía disculparme por un montón de cosas y había preparado un discurso para eso, pero de repente simplemente la mente se me quedó en blanco. 

–Llegaste tarde –dice cuando llega a mi lado–. Tengo que ir a la facultad. 

Aunque lo dice en un tono un tanto seco, también noté que hasta cierto grado, estaba contenta de que estuviera aquí, y eso hace que me ponga aún más nervioso. Supongo que es más fácil lidiar con su mentada de madre porque es lo que esperaba. 

–Lo siento, nena, pero llegó un pedido a casa esta mañana y tuve que cerciorarme de que estuviera todo en orden. 

Ella iba a protestar pero de su boca no sale nada después de darse cuenta de que esa entrega es algo que ella compró, al parecer el día de ayer. Eran bastidores y cosas para su arte. 

–Lo siento –me dice–. Olvidé avisarte. 

Yo niego con la cabeza–. No tienes que disculparte ni explicarme nada. No hay ningún problema –le digo sonriendo. 

Ella agacha su cabeza, apenada y noto que empieza a sonreír y estoy seguro de que también se sonroja de nuevo, y aunque odio que se esconda porque me gusta mucho verla así, ahora no estoy en posición de pedirle nada. 

–¿Por qué trajiste a Rush? –pregunta. 

–Porque él quería verte. 

–¿Sólo él? 

Me encojo de hombros–. Bueno, no tiene nada de malo recibir un poco de ayuda de vez en cuando. 

–Me parece bastante generoso de tu parte que ayudes a Rush –dice con humor–. Decirle que me gusta el chocolate para conquistarme es un gran acierto para él y gana puntos a su favor. 

Huellas en la Piel ©Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα