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Pepper 

Cruzar todo el país en auto es fastidioso y agotador, pero con Dastan es muy fácil sobrellevarlo, y con Nicole. Ella está en mi tablet, en una video llamada. Los tres vamos en un maserati que no sé de donde lo sacó Dastan, y pensándolo bien, tampoco sé de dónde sacó el mercedes que conduce Thomas desde ayer, pero a estas alturas ya me acostumbré a que Dastan consigue todo lo que quiere. 

Estamos en medio de la nada, pero todo a nuestro alrededor nos ofrece una vista hermosa, con los terrenos de ambos lados tapizados de verde, y muy al fondo se ven las montañas en un tono gris opaco debido a que están a una distancia muy lejana. De vez en cuando, uno que otro árbol, alguna casa o incluso animales como vacas y borregos adornan los grandes terrenos, y a veces en el cielo se ven grandes aves planeando libres en lo alto. En una de esas, vi a un perro pastoreando ovejas, así que saqué la tablet por la ventana y la puse en dirección al perro para que Nicole viera lo que estaba pasando y ambas nos pusimos a gritar y reír como locas de la emoción, yo más que nada por ver a Nicole tan contenta por algo que nunca había visto en su vida. 

Entonces me doy cuenta que Dastan se estaciona a un lado de la carretera. 

–¿Por qué nos detenemos? –pregunto. 

–Vamos –se quita el cinturón de seguridad y baja del auto. Yo hago lo mismo. 

Nos acercamos para seguir viendo como el perro pastorea a las ovejas, pero no demasiado, no sabemos si es agresivo o piense que queremos hacerles daño a su rebaño y nos ataque. 

Dastan se agacha para sentarse en el suelo, me extiende la mano y me invita a sentarme entre sus piernas, me abraza por detrás y acomodo la tablet para que podamos ver a Nicole, pero que ella aún pueda seguir viendo a los animales. Ojalá algún día pueda traerla para que lo vea de verdad y no a través de una pantalla. La verdad es bastante emocionante. No todos los días tienes la oportunidad de ver cosas tan bonitas como está. 

–Quiero una oveja –dice Nicole. 

–¿Y dónde la piensas tener? –le pregunto. 

–Qué se quede ahí mismo para que pueda correr y no esté solita, pero quiero que una sea mía. 

Dastan y  yo nos echamos a reír. 

–¿Dónde está Frodo

–Aquí. Mira. 

Acomoda su pantalla de otra forma y me doy cuenta que está jugando con Frodo. Está echo bolita y acostado sobre su espalda, lo que deja ver su carita de erizo, y Nicole le pone diferentes tiras de papel sobre su cara a la altura de su hocico. Cada tira tiene dibujos sencillos de una boca diferente y pareciera que Frodo está haciendo diferentes expresiones: en una te sacaba la lengua, en otra parecía que había hecho algo malvado y se reía con crueldad, en otra parecía un pato e incluso en otra tenia barba. Era bastante gracioso. 

–Mira, Dastan –le muestro la tablet cuando Frodo tiene el papelito de la cara con barba–. Se parece a ti. 

–Esta la hice pensando en ti, Dastan –le dice Nicole. 

Dastan sonríe cuando la ve–. Te quedaron geniales, Nikky. Eres toda una artista profesional. 

–Yo creo que incluso Frodo se ve mejor que tú –bromeo. 

–No te quejes –me dice Dastan–. La que está conmigo eres tú. 

–Yo creo que mi tía está ciega –dice Nicole–. Pero no te preocupes, Dastan, de todas maneras te quiero y sigues siendo mi tío favorito. 

Huellas en la Piel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora