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Pepper

El resto de la semana pasó muy rápido. Las clases ya empiezan a ponerse interesantes, pero lo que más me entusiasmó fue hacer el regalo de Kaa. Estoy muy nerviosa por su reacción, no es que nunca haya hecho algún trabajo para alguien, pero eran desconocidos y no me importaba tanto su reacción, digo, por algo querían mis trabajos.

No entré a mi primera sesión para esperarla, sentada en la banquita del primer día, porque sí, toda la semana ha llegado tarde. Y también me ha estado trayendo chocolate caliente. La segunda vez que lo hizo, me sentí un poco mal por eso y le dije que no tenía que seguir haciéndolo, pero me dijo que como era de parte de su hermano y por lo mandón que es, él tenía la ultima palabra, y que aunque le dijera que no, si él quería, lo seguirá haciendo. No entiendo por qué me sigue emocionando el que Dastan me compre un chocolate caliente, o más bien, el hecho de que de alguna forma piensa en mí. No lo conozco, y no lo he vuelto a ver desde ese día, pero desde entonces, no puedo dejar de pensar en él.

Estoy tan perdida en mis pensamientos con Dastan, que no me di cuenta que Kaa estaba a mi lado, llamándome por quien sabe cual número de veces.

-Llamando a Pepper a planeta Tierra.

-¡Kaa! Lo siento, me fui por un momento.

-¿Un momento? Llevo hablándote como un millón de veces a tu teléfono y otro millón aquí en frente de ti. ¿En qué pensabas?

-En nada -le digo mientras reviso mi teléfono, y veo que tengo varias llamadas perdidas de ella y otras más de un número que no conozco-. Lo siento, no sé que me pasó. ¿Por qué llamaste?

-Te quería ver en el estacionamiento. Quiero enseñarte algo -dice, llena de entusiasmo.

-De acuerdo, vamos.

Cuando estamos en el estacionamiento, nos detenemos en frente de un hermoso Ferrari rojo.

-¡Ta dah! -dice, extendiendo sus manos hacia el auto, con su habitual y enorme sonrisa.

-¡Wow! ¿Es el que me contaste el otro día que te iban a entregar?

-¡Sí! -. Da unos pequeños brinquitos y aplaude-. Lo trajeron desde Italia. Dime si no está divino.

-Es precioso, Kaa.

-¡Es genial! Y mira -me extiende su brazo y veo un bonito y fino brazalete lleno de diamantes.

-Es hermoso. ¿Es por tu cumpleaños?

-Ajá. Lex me regaló el brazalete y Dastan el auto.

-Ambos están preciosos, Kaa. Por cierto, yo también tengo un regalo para ti.

-¿Ah, sí? ¿Qué es? -escucho una voz detrás de mi, cerca de mi oído. Cuando me giro, Dastan está en frente de mí. Se ve igual de guapo como el día en que lo conocí, o más. Con su traje oscuro de tres piezas, su cabello sexymente alborotado y su barba del mismo largo de aquella vez, y esos increíbles ojos azules que brillan con luz propia. Aunque se ve bastante relajado y despreocupado con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón, es bastante imponente.

Siento como la sangre me sube al rostro y noto que él sonríe.

A su lado está otro chico que no conozco. Es igual de alto que Dastan, usa un traje negro a medida con corbata gris y camisa blanca, y juro que también hace ejercicio. Él no usa chaleco. Su cabello es más corto y negro al igual que sus ojos, no usa barba y su piel es morena clara. Tiene un aire latino. Bastante guapo en verdad.

Cuando se da cuenta de que lo estoy viendo, sonríe-. Hola, soy Lex. Tú eres Pepper, ¿verdad? -me dice, extendiéndome la mano para saludarme.

-Sí. Un placer.

Huellas en la Piel ©Where stories live. Discover now