Capítulo 10

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Allison

Mason vertió tanta leche en el tazón que goteó sobre la mesa, mientras metía su cuchara para pescar el cereal, Kate todavía estaba alistándose para su clase de drama, y yo estaba a punto de llegar tarde a clases, pero no me importaba, después de que Mitman viera el desastre que había dejado en la escuela el fin de semana, una suspensión era lo mínimo que podía esperar, así que me daría el lujo de retrasar el momento lo máximo posible.

—¿Y que pasará con la pelea de lodo?— Mi hermano preguntó, con diversión mientras le miraba con los ojos bien abiertos.

—¡Cállate! Arthur va a oír.— Le reprendí, lanzándole una servilleta, mientras le daba una mordida a la tostada ya endurecida. —Debería darte un golpe por oír conversaciones ajenas.

—No es mi culpa que Luzu y tú ocupen el teléfono todo el día.— Se encogió de hombros, mostrándome la lengua y yo le imité.

Caminé en dirección opuesta a mi familia, mientras agitaba la mano en despedida, y ralentizaba el paso, esperando que el camino a la escuela se alargara lo máximo posible.

Había sido una tarde divertida junto a Jayson, sorpresivamente para mí, pero aún así tenía que asumir las consecuencias de la infantil guerra de lodo, y comenzaba a preguntarme si había valido la pena. No había sabido nada de él desde entonces, y no era como si le extrañara, pero resultaba bastante inusual, después de todo lo que había ocurrido desde la fiesta, y eso me llevaba a pensar en Matt. El tener que afrontarlo nuevamente, desde la pelea, se me hacía increíblemente incómodo, aunque probablemente él estaba en una situación peor.

Y por otro lado estaba Jayson... con su enorme casa sola y vacía. Me había dicho que sus padres habían muerto, y desde entonces no había podido sacármelo de la cabeza. Estaba solo con su hermano, que al parecer vivía lejos y no parecían ser de los mejores amigos, pero no me atrevía a preguntar, aunque tuviese curiosidad al respecto.

De repente me sentía deprimida y culpable, por haberle metido en un lío, por los moratones en su rostro y por algo que todavía no terminaba de descifrar.

Suspiré pesadamente, mientras atravesaba la entrada vacía de la escuela, y me anotaba en la lista de tardanza, atravesando los silenciosos pasillos para meterme en el baño de chicas y sentarme sobre el enorme mármol del lavabo, viéndome al espejo, resolviendo que al menos me veía bastante bien esa mañana.

Jugueteé con el teléfono, durante cuarenta y cinco minutos, perdiéndome la clase de Reynolds, que probablemente seria lo mejor de mí día, y cuando el timbre sonó, ensordecedor, durante más tiempo del deseado, las voces y gritos, al otro lado de la puerta, rompieron el silencio, mientras el receso comenzaba.

—¡¿Has estado aquí todo este tiempo?!— Lucia chilló, entrando a los sanitarios, mientras leía el mensaje que le había enviado y asentí. —¿Por qué?

—Estoy ocultándome.— Dije, mientras ella se aproximaba al espejo y se ponía un poco de brillo labial.

—¿Es por lo que todos dicen? Por que déjame decirte una cosa, nada de eso es culpa tuya, a demás, eres una chica, saca provecho de eso y culpa al tipo.— Comenzó a decir, y oculté mi rostro entre las manos.

—No puedo culpar a Jayson, yo he iniciado todo, primero era agua, luego lodo, y...¡Dios, Mitman va a matarme! Y Arthur después...— Mascullé, mientras ella fruncía el ceño.

—¿De qué demonios hablas?— Preguntó, cruzándose de brazos.

—De la guerra de lodo ¿de qué hablas tú?

—De la pelea de Matt y Jay. De eso es lo que habla todo el mundo.— Soltó, al tiempo que sentía que el alma me regresaba al cuerpo poco a poco. —Espera ¿cual guerra?

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