Capítulo 5

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Allison

Luzu dejó el té sobre la mesita de noche, y volvió a lazarse sobre la pila de cojines que había desparramado sobre la alfombra, mientras encendía la computadora.

—No tenías que quedarte. — Dije, con la voz ronca, mientras soplaba el humo que desprendía el tazón y negó con la cabeza, mientras escribía en el buscador la dirección de la página del periódico escolar.

— ¿Qué dices? Si es un ritual...— Sonrió, encogiéndose de hombros, con una mueca despreocupada, aunque sabía que saltarse un día de escuela le gustaba tanto como a mí, siempre y cuando no estuviese ahogada en un mar de gérmenes. —Además, me dijiste que Arthur tiene horas extras, y sé que los chicos están con la innombrable, no iba a dejarte sola.

— ¿Tienes que referirte a Elizabeth, así? — Pregunté, entre divertida y resignada, al oír por enésima vez el sobrenombre.

— ¿Prefieres Voldemort? ¡Ah, mira, ya han anunciado los integrantes del equipo! — Se incorporó dando una serie de cortos aplausos al ver la foto de Leo entre los seleccionados, aunque no era sorpresa. —Jay y Matt entraron también. — Comentó, dándome una mirada picara de reojo y puse los ojos en blanco.

—Pues que bien. — Comenté, todavía sin sorprenderme, y no pude evitar sentir un escalofrío en la espalda al recordar la proximidad del rostro de Jayson y el mío, la última vez que le había visto.

No se necesitaba ser un genio para saber que bastaba con un beso para acabar en boca de todos los chismosos de la escuela, denominada como otra de las conquistas de Miller, y la primera en Normal, por no decir la más fácil. La sola idea me enfermó más que el virus que cargaba, y sin embargo, a pesar de la necesidad de golpearlo que me despertaba, había algo en él que era sumamente extraño, y si bien me causaba curiosidad, sabía perfectamente que no era de mi incumbencia, por lo que planeaba mantenerme al margen, como me gustaba que los demás hicieran conmigo.

Mí móvil comenzó a vibrar y la cara sonriente de Ethan apareció en la pantalla, guiñando un ojo, y mostrando una blanca sonrisa de catálogo, como si fuese un modelo de Los Ángeles o algo así. Sonreí inmediatamente, mientras pulsaba la tecla verde y le ponía en altavoz.

— ¡Eth! — Exclamé enérgica, pero inmediatamente me siguió una horrible tos.

—Te oyes horrible. — Comentó del otro lado de la línea y asentí, aunque no podía verme.

—Le han dado tres días. — Lucía comentó, acercándose a la cama, y cruzando los brazos sobre el colchón, muy cerca del altavoz. — Como si no hubiese tenido suficientes vacaciones.

—Seguramente mañana estaré recuperada. — Aseguré, y ambos dejaron salir un suspiro, resignado, a la vez.

— ¿Qué hay de ti, vaquero? Supe que has estado en una sesión de fotos. — Mi amiga canturreó y fruncí el ceño.

— ¿Ah, sí? No tenía idea.

— ¡Por que no se lo he dicho a nadie! Demonios, Lu, salte de mí trasero. — Se quejó y ambas reímos.

—No me eches la culpa, tu mamá ha puesto un testamento orgulloso en Facebook. — Se burló, buscando en su teléfono rápidamente. —"Mi hijo el modelo" — Parafraseó y volvimos a reír, mientras él hacía un sonido ronco, de quejidos, del otro lado.

—Solamente ha sido un anuncio para la feria, ni siquiera ha aparecido en televisión. Aunque debería, he salido increíble. — Dijo, aunque no estaba segura si era irónico o no.

Ethan era increíblemente atractivo, todos lo sabían, desde niños lo habían convocado para comerciales, catálogos y todo tipo de proyectos del estilo, gracias a su rostro fotogénico y carisma. Todas las mujeres lo perseguían, incluso Lucia había estado enamorada de él durante años, aunque ahora la sola idea resultaba terriblemente extraña.

Odio no poder odiarteWhere stories live. Discover now