Capítulo 3

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ALEX P.O.V

-Santa madre de dios- Dijo la despampanante rubia en un suspiro contenido. El hombre que estaba a su lado gruñó, pero a Alexander no le preocupó, solo podía mirar a la pequeña morena actriz que tenía delante y que se había quedado boca abierta al mirarlo.

Su intención había sido que ella dejara la actuación con la que se divertía para que él pudiese zanjar el asunto de las acciones tranquila y favorablemente, y claro, de paso molestarla un poco. Al principio lo había conseguido, había notado la irritación con la que se giró a enfrentarlo, pero en cuanto lo vio la pobre se quedo embobada.

"Posiblemente me este violando en su mente, ¿hmm?" Pensó Alex un poco decepcionado de que ella no se hubiese enfadado.

-Amén -  Dijo ella repasándole con su caliente mirada. Reacciones como esa las veía a diario, pero nunca se cansaba de ellas. Le hacían sentirse bien y atractivo.

Otra cosa era que él las correspondiese.

Aunque la chica no era tan despampanante como muchas de las mujeres que solían suplicarle para que las llevase a su cama, no pudo evitar que una sonrisa seductora naciese en sus labios.

No sabía si afortunadamente o no, oyó el carraspeó de uno de sus socios. <<Mierda>>. Su sonrisa se esfumó, no era tiempo de juegos, era hora de trabajar y ganar dinero.

-¿Habéis acabado de jugar? Porque esto es un restaurante, de lujo para ser exactos, no un teatro para que interpretéis Romeo y Julieta a gritos como si fueseis niños pequeños en busca de atención.

Se sintió extraño al notar un poco de remordimiento por decir lo que acababa de decir. Él siempre era claro y conciso, como un hombre de negocios tenía que ser para triunfar. Muchos lo tachaban de cruel, pero él no se consideraba así para nada, más bien era sincero, si a alguien no le gustaba que él le dijese la verdad, tenía oportunidad de cambiar y hacer que la situación no volviese a repetirse. Y si esa persona no quería cambiar y seguía pareciéndole mal que él diese su opinión...Bueno, a él siempre le gustaba ignorar a los estúpidos o ver a una atractiva mujer enfadada.

Para su suerte, consiguió esto último al momento.

-Amén - Gruñó la pequeña actriz mirándolo con rabia y creando en él una erección instantánea.

<<A saber que se está imaginando>> - Pensó él con deseo, imaginándose a la morena en infinidad de posturas en las que le torturaba con su cuerpo.

Y él se sintió estúpido por tentarse de esa manera.

Por muchas ganas que tuviese de coger a esa mujer y transformar su furia en pasión para follársela hasta que ronronease, estaba en una cena de negocios y debía darse prisa en sentarse a la mesa antes de que alguien notase el prominente bulto en su pantalón.

Tarde.

La chica debió de ver el deseo en sus ojos y miró hacia abajo, dándose de lleno con la visión de su envergadura.

El no dejó ver lo turbado que estaba. No podía estar pasándole eso cuando debía de estar cenado con uno de sus inversores más importantes.

-Si me disculpan.- Dijo Alex dándose la vuelta dispuesto a caminar rápida y disimuladamente hacía el espacio privado.

-Disculpado estás, seguro que tienes algo de lo que ocuparte.- Dijo la actriz con voz seductora y, sobretodo, burlona. Sin duda no se refería a la cena. Dichosa niñita.

Alex por fin pudo sentarse en la mesa dispuesto a conseguir más dinero de su inversor. El único problema eran sus nublados pensamientos. ¿Por qué tenía nublados los pensamientos? Estaba tan cachondo como una perra en celo.

Más que la hija de Grey ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora