Capítulo 7 "Ni Loca" (Editado)

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Yo sabia lo que me esperaba al ser atrapada: regaños, gritos, volver a ser amarrada e incluso lo pensé lo peor: golpes. 

Ya en el piso, me resigné a volver a ser atrapada. Me levantaron los guardias y Antony me cargo como saco de papas hasta la casa. Al principio no me agradaba la idea, intenté zafarme de su agarre pero al ver que mis esfuerzos eran inútiles me deje llevar.

Él no decía nada, pero sentía su cuerpo tenso. Estaba más que furioso, y aunque no lo demostrará, el me daba miedo.

Entramos a la casa, con todos los guardas detrás de nosotros, pero al entrar a una nueva habitación, ellos se quedaron afuera. Me dejó en la cama y me miro con cara de frustración.

-Mañana hablamos- dijo Antony y salió de la habitación. Sabía que se estaba conteniendo para no explotar, y de cierta manera, se lo agradecía. No quería pelear ahora y solo quería descansar.

Me sentía estúpida, sola y defraudada por mi misma. Lo mejor fue dormir y esperar lo que pasaría mañana.




Era la primera noche que pasaba ahí y despertar era extraño. Extrañaba mi casa y a mi familia. Me levante y fui al baño, me lavé la cara y busque un cambió de ropa "nueva" que Antony había traído para mi. Me cambié y me senté en la cama. Solo bajaría si me lo pedían, porque no era mi voluntad verlo otra vez.

Lamentablemente, mi estomago comenzó a dar señales de hambre, y aunque creía que podía esperar, no lo logré. Decidí bajar esperándome no encontrar con la fiera de Antony.

Toqué la puerta, pues sabía que estaba cerrada y que los guardias estaban ahí.

-¿Qué desea?- preguntaron del otro lado.

-Tengo hambre- dije.

Ellos no respondieron, pero abrieron la puerta. Entonces por primera vez, los vi bien. Ambos altos e intimidadores. 

-¿Desea que la acompañemos?- preguntó uno de ellos.

-No- respondí -Sé donde está la cocina. Gracias-

Sabía que no tenia ni idea donde estaba, pero no quería sentirme una prisionera más de lo que yo lo sentía.

Intenté bajar en silencio a desayunar, ya que no quería ser descubierta por Antony. Creí que estaba siendo silenciosa pero antes de llegar a la cocina una voz familiar me detuvo.

-Buenos días- dijo con una voz fría.

-Buenos días, con permiso- respondí seca, intentado huir de ahí.

Sabia que si me quedaba empezaría el interrogatorio y los regaños. Quise entrar a la que creía que era la cocina, pero su voz me detuvo.

-Debemos hablar sobre lo que paso a noche, ¿porqué lo has hecho?- preguntó.

Lo que tenía de guapo, lo tenía de idiota. Eran más que obvias mis razones.

-¿Que no es obvio? Trataba de escapar de este maldito lugar y volver a ser libre- contesté tratando de guardar mis ganas de golpearlo y matarlo.

-¿Y que no es obvio? Yo no te voy a dejar escapar. Así llores, supliques o sufras, no saldrás de aquí. Pasarás los últimos días de tu vida aquí junto a mi- amenazó -Entonces ni lo ententes porque te sera inútil. No te dejare ir jamás, ¿Entendiste?-

-Ya lo veremos- dije desafiantes. Lo miré con la frente en alto. No me dejaría intimar por él.

-Quiero ver como lo intentas. Al final caerás rendida a mis pies-

-Ya quisieras- lo reté.

El solo dio la vuelta y se marchó. Por fin pude entrar en paz a la cocina. Ni loca estaría aquí toda mi vida. Tendría que salir a como de lugar.

Una idea llegó a mi cabeza, y aunque era arriesgada, podría funcionar.

De la cocina tomé el envase de jugo de naranja nuevo, algunas frutas y algo de pan, ya que no planeaba volver a bajar. Aunque esto no me duraría mucho, al menos hoy, tenía comida.

Ya cargada y llena de víveres, regresé a la habitación y esperé a que la cerraran con seguro. Coloqué la comida en el mueble de tocador y me duché.




Miré el reloj y apenas era la 1 de la tarde. Al menos en mi habitación había diversas cosas que evitaban el aburrimiento rápido: televisión y unos pocos libros. Y eso hasta ahora, me ayudaba mucho a no caer en la locura.

Me sentía cansada y me metí a las cobijas a dormir, pero no duró mucho, pues desperté por el ruido de la puerta. Alguien llamaba a mi puerta y con fuerza.

No sabía porque tocaba, si yo no podía abrir.

-¿Quién es?- pregunté. Aunque sabia que si yo no lo dejaba pasar, el entraría por su voluntad.

-Yo- respondieron del otro lado.

Esa voz, esa jodida voz...




Enamorada De Mi SecuestradorWhere stories live. Discover now