Capítulo 2 "Miedo" (Editado)

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Para mi suerte la clase de filosofía era la ultima, al terminar todos salieron disparados hacia la salida y yo no fui la excepción. Debido a que yo venia y me iba de la escuela con mi hermano, era necesario esperarlo 30 minutos después para que saliera de su clase, y todos los días eran iguales.

"Rápido Taylor" pensé antes de tomar tal vez la peor decisión de mi vida. Me desesperé de esperar a mi hermano y solo le envíe un mensaje de texto que decía: "Ya me harte de esperarte. Regresare a casa sola, te veo luego hermanito".

Tomé mis cosas y caminé hacia la salida. En taxi a mi casa me hacia aproximadamente  15 minutos y a pie  30 minutos mas o menos.

Decidí caminar 30 minutos para llegar a casa, pues ya no tenia dinero y no me pesaba regresar a casa caminando.

Mientras caminaba pensaba en lo que realmente quería hacer con mi vida. Acaba de terminar una relación y eso implicaba, volver a replantear lo que seguía. Podía hacer una visa sin Marco, pero lo peor, es ya había planeado un futuro juntos.

 Me metí a una calle poco transitada y algo estrecha. Esa calle tenía fama de mala muerte, pero era la opción más rápida para no rodear la cuadra. Estaba a punto de salir de aquel lugar, cuando de repente una camioneta negra se atravesó en mi camino y a la par 2 autos del mismo color a mi alrededor.

Entre en pánico y de la camioneta bajo un hombre guapo, 1.90 de altura,  piel blanca y cabello rubio. Traía un arma en la mano y me rodeo junto con otro 3 tipos con pasamontañas.

No tenía salida.

-Hola preciosa- dijo con voz y firme; al oír esto mi mente actuó de manera rápida y grité.

-AYUDA-

El tipo rubio reaccionó rápidamente y acercó su arma a mi.

Intenté escapar pero fue inútil, uno de los hombres con pasamontañas me tomo de la cintura y me tiro al piso, después sentí un fuerte golpe en mi cabeza, volviendo todo negro.




Al despertar me dolía la cabeza y no veía nada. Solo sentía mis manos atadas al igual que mis pies. Grité desesperada con la esperanza de que alguien me escuchara y me ayudara, pero todo fue inútil, parecía que me encontraba en medio de la nada. No se escuchaba ningún sonido a mi alrededor.

Cuando me di por vencida me quitaron la venda que había en mis ojos, pestañee varias veces para poder adaptarme a la luz. Quien me quito la venda era un tipo de baja estatura, gordo y calvo. Transmitía miedo y asco.

-Tu voz es desesperante, ¿no te lo han dicho?- dijo algo molesto aquel señor.

-¿En dónde estoy?- pregunté con miedo a cualquier cosa.

-Eso no es de tu incumbencia- trató de tocar mi mejilla -Pero si lo quieres saber, yo te puedo decir- dijo antes de ser interrumpido por el hombre rubio.

-Lárgate- dijo molesto.

-Lo que diga jefe- respondió el hombrecillo mientras salia de ahí. 

Lo mire asustada, sus ojos no transmitían nada, pero tenia una presencia que intimidaba. Después de mirarnos por unos segundos en silencio, él decidió romperlo.

-¿Como te encuentras?- preguntó relajado, lo cual me molestó, y del coraje me eche a llorar.

-¿Cómo diablos quieres que este? Si un tipo desconocido me secuestro de camino a casa, fui golpeada quedando inconsciente y estoy atada a una maldita silla en quien sabe donde- grité furiosa con lágrimas en los ojos.

-Perdón- dijo el rubio otra vez con calma, pero no se sentía sincera su disculpa.

¿Como rayos esperaba que lo perdonara si tal vez el acababa de arruinar mi perfecta vida?

-¿Te estas disculpando por secuestrarme?- traté de calmarme para realizar la pregunta del millón -¿Donde carajo estoy?- dije ya calmada, realmente esperaba que esto fuera una maldita broma.

-Estas muy lejos, donde nadie pueda encontrarte- esas palabras hicieron que mi mente y cuerpo se volvieran a alterar.

-Déjame ir. Tenemos una vida por delante los dos, te lo ruego- dije con lágrimas en los ojos

-Tu eres mía- dijo haciéndome llorar más. Intentaba salir de las sogas que ataban mis manos y pies pero era imposible. Mi enojo y tristeza se encontraban al mil. Solo me lastimaba entre más hacia el esfuerzo para soltarme.

-No llores, me rompes el alma- intentó tranquilizarme y extrañamente lo logró. Paré las lágrimas y afine mi garganta para preguntar-

-¿Que carajo hago aquí? ¿Por que yo? Afuera hay mujeres más hermosas y com mas dinero- dije intentando convencerlo de que me dejara fuera.

El sonrió.

Su respuesta me daba miedo pero esperaba tanto escucharla. Yo quería saber porque estaba aquí y que me hacia tan diferente de las demás mujeres...



Enamorada De Mi SecuestradorWhere stories live. Discover now