Conociendo el reino de Khim

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El boulevard del Reino de Khim era quizá uno de los lugares más grandes de este: poseía cientos de tiendas de todo tipo desde lugares donde las hadas podían comprar los más finos vestidos hechos de los pétalos más selectos, hasta restaurantes y lugares con espectáculos mágicos donde los silfos adolecentes podían pasar una tarde agradable con sus amigos. En general era un sitio atractivo al cual Yin no le molestaba visitar… excepto hoy; el silfo cargaba aproximadamente su peso en bolsas y cajas, sin embargo, ni su hermana ni Nathy parecían tener la más mínima idea de detenerse en su compulsivo frenesí de compras.

— ¿Planean compara algo más? — Yin miraba nervioso como las dos hadas entraba en la veinteava tienda de ropa, que visitaban esa tarde.

— No seas llorón — su hermana se estaba divirtiendo espectacularmente esa tarde, no solo había adquirido una nueva amiga con quien ir de compras, sino que Yin estaba realmente pagando todas las bromas que le hizo en su vida— faltan solo algunas — Soltó mientras sonreía.

Luego de incontables vestidos probados, en ambas hadas, y de incontables pedidas de opinión al silfo, quien se encontraba harto del agobio mental que significaba aquella tortura.

Tras una media hora en aquella tienda, Yin escuchó como las dos hadas pedían que empaqueten todo, lo cual, en idioma del silfo significaba: "Yin ve, paga y luego acomoda como puedas las bolsas en la montaña que pesa tanto como tú y síguenos a la siguiente tienda". Resignado el Silfo pagó las compras preguntándose si, Nathy y Dhía se habían seriamente planteado al idea de gastarse todo el dinero que él había ganado los últimos años trabajando con Dwen.

— Se feliz terminamos con nuestras compras — Dhía le hablaba con un falso tono de compasión. Yin, sin embargo, al escuchar la frase, sintió el irresistible deseo de soltar todas las bolas y cajas y ponerse a bailar allí mismo.

— Ahora faltan las tuyas — Nathy sonrió mientras soltaba la frase a "quemarropa", los ojos del hada brillaron picardía, si algo recordaba de su corta vida era que a los varones, o por lo menos su padre, no tenían la paciencia ni el gusto de tomarse un tiempo para compara algo que les siente bien, por ello, debían ser asesoradas siempre por una chica.

— ¡NO!, no necesito nueva ropa, absolutamente no — Yin sabía lo que le esperaba si daba el brazo a torcer: su hermana ya lo había llevado de compras un par de veces y había sufrido demasiado.

— Mira "hadito", tengo entendido que no te veo en TRECE años, y sigues usando el mismo estilo de ropa —

— Pero me gusta mi "look", y no soy un hadito, soy un SILFO— Yin intentaba escapar de aquella emboscada.

— Bueno, señor no soy hadito, creo que no se ha dado cuenta que no tiene capacidad de elección al respecto.

— Exacto, ya hable con la dueña de la tienda y ella cuidará las compras, mientras tu vienes con nosotras — Acotó su hermana.

Dhía tomó de un brazo a Yin, mientras Nathy lo tomaba del otro, la torre de compras quedó al cuidado del personal de la tienda, mientras las dos amigas arrastraban al silfo, quien horrorizado cual si lo llevaran a la horca, miraba como la sección de silfos se acercaba. Segundos más tarde, Nathy y Dhía seleccionaron al menos una docena de trajes y los  apilaron en los brazos de un ya resignado Yin.

— ¿Tengo que comprar todo esto? — Yin no le veía la utilidad a comprar tanta ropa.

— ¡Error! — Dhía sonreía con malicia — Tienes que probarte todo eso.

El silfo, resignado, entró en los probadores y al poco tiempo salió con el primer traje a probarse, mostrándolo a las hadas para ver que opinaban.

Nathalie y los Portadores de los ElementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora