La batalla decisiva

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Poco a poco las fuerzas, de los aliados se arribaban a  Khalar Dhur, la ciudad de los dragones verdes, donde diferentes comitivas de los dragones recibían a los combatientes y les asignaban cuarteles y alojamiento de acuerdo a las necesidades de cada raza.

Como era de esperarse los más nerviosos eran los humanos, quienes se maravillaban, o atemorizaban, cada vez más con lo que veían, sin embargo los niños, hijos de policías y militares, no cabían en sí de gozo y muchos de ellos ya interactuaban con diversas criaturas que pensaban habían existido solo en cuentos de hadas.

Frederick, tras toda una mañana de traslados  y preparativos, fue el encargado de informar a todos los humanos de su nueva situación de proscritos, así como la noticia, que muchos tomaron alegremente, especialmente los niños, de que ahora pertenecían a aquel mundo ahora y que elfos o dragones los acogerían en sus ciudades en cuanto los conflictos terminasen.

Fue sin embargo Tuan Rahsia, quien les informó como los humanos habían convivido por milenios con aquellas mágicas criaturas, como los elfos planeaban dominar aquel mundo y como, gracias a la existencia de los portadores, podrían derrotar a sus enemigos.

Tras una especie de regocijo, ya que todos los reunidos,  habían aceptado, casi mágicamente, su nuevo destino Tuan Rahsia  informó a los humanos que eran libres de visitar cuanto quisieran, mientras que sus líderes se reunían junto a los demás generales de todas las naciones. De ese modo, mientras Frederick y su alto mando se preparaba para reunirse, sus hijos, esposas y demás militares no perdieron un segundo y decidieron conocer todo cuanto podían sobre aquellas extrañas y maravillosas criaturas que los rodeaban.

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La Sala de conferencias era realmente grande, como todo en aquella ciudad. Los líderes humanos, Frederick incluido, miraban con asombro el hecho que, a pesar de estar creada por dragones, los cuales poseían garras y no manos, los detalles en el labrado de columnas era una precisa obra digna del mejor artista. En el centro de dicho salón, aguardaba una mesa de conferencias, la cual poseía un cómodo tamaño para sus ocupantes humanos y elfos, alrededor de ella se colocaban  sillas con los nombres de cada ocupante. Sobre una especie de columna cercana  se encontraba una minúscula mesa cuyas sillas aguardaban a las hadas y silfos que ocuparían las mismas. Rodeaba aquella mesa una especie de tanque acuático que conectaba con un canal que daba directo al mar, sin duda alguna para que las sirenas, tritones y leviatanes, que habían visto llegar a las playas del lugar, se acomodasen a sus anchas. Finalmente rodeaban el gran salón siete granes tronos, que deberían ser ocupados por los reyes dragón, incluyéndose a los reemplazos de los dos monarcas que habían fallecido.

Diversos seres comenzaron a ocupar sus lugares casi al mismo instante que humanos,  quienes se quedaron aún más maravillados ante la majestuosa presencia de los reyes dragón que, solemnemente, ocuparon sus puestos.

— Saludos General — Dhía se acercó respetuosamente a Frederick — permítame hacerle este presente — el hada, sin dejar que Frederick respondiese otorgó un colgante con un hada y una espada tallados en él — Es mi emblema personal — Se explicó Dhía.

— Gracias…— respondió extrañado Frederick sin saber exactamente por que recibía dicho presente.

— ¡Papi! — Nathy, quien había entrado casi tras Dhía había volado hacia su padre, llegando a abrazar su cara ante la estupefacta mirada de varios policías y militares, que habiendo conocido a Nathy varios años atrás, se extrañaron al verla como hada.

— Larga historia — soltó Frederick, con tiempo se las explicaré — y aunque no resolvió ninguna duda, les dio a entender que no era el momento para explicaciones.

— Así que Dhía te dio su emblema — Nathy se quedó mirando fijamente el regalo que le había dado Dhía — ¡Yupi! — exclamó emocionada — ¡así que es oficial!, ¡Dhía y Felipe son pareja!

Nathalie y los Portadores de los ElementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora