52.- Interludio

133 21 14
                                    

Se detuvo delante de la puerta cerrada y escuchó atentamente la respiración acompasada de la muchacha que dormía al otro lado. Algo se removió en su interior, en el lugar donde una vez le había latido un corazón. Para él aún era una niña pero los acontecimientos precipitados de las últimas semanas querían demostrarle lo contrario.

- Para nosotros siempre será una niña- susurró una voz a sus espaldas, como respondiendo a sus pensamientos.

Se volvió despacio para encontrarse con los ojos azules de Cecil reluciendo en la semipenumbra del corredor. Incluso cuando era humano siempre había encontrado al joven rubio tortuosamente bello. La inmortalidad no había sino aguzado su atractivo natural.

Marcus se apoyó contra la pared y dejó escapar un suspiro que lo acompañó mientras se deslizaba hasta quedar sentado en el suelo. Algo tan impropio de él que casi esperó el comentario burlón de su compañero, pero nunca llegó. En su lugar Cecil se dejó caer frente a él y durante un instante que se le antojó una eternidad ambos permanecieron allí sentados, en silencio, con las rodillas que casi se  rozaban, arrullados por la respiración de la muchacha dormida en el lado opuesto de la puerta cerrada.

- Tengo miedo- la trémula confesión de Cecil rompió el silencio.

La incertidumbre en la voz del inmortal sobresaltó a Marcus, que alzó la vista del suelo para encontrarse con una imagen que no había visto en muchos siglos. La de un hombre joven y asustado, tan frágil que temía que una sola caricia lo quebrara. El Cecil humano perdido y roto que había conocido una vez hacía mucho mucho tiempo.

Le hubiera gustado consolarlo pero no tenía consuelo, esta vez no tenía promesas de inmortalidad y poderes sobrenaturales que susurrarle al oído. Esta vez ambos estaban rotos. Quizás siempre lo habían estado, hasta que Rose llegó a sus​ vidas llenando su existencia de una forma que nunca​ hubieran imaginado. Devolviéndoles la capacidad de amar que habían creído perdida para siempre.

- Siempre supimos que llegaría este día.- se oyó decir- Desde que la encontramos en la puerta, sospechamos que no era una humana cualquiera.

- Siempre esperé que no llegara el día- confesó Cecil con una torva media sonrisa- Siempre supe que llegara cuando llegara me parecería demasiado pronto. Pero es verdaderamente demasiado pronto.

- ¡Un novio!- rió Marcus con amargura- ¿No se supone que estos días no se toman en serio estas cosas?

Cecil dejó escapar un sonido a medio camino entre un bufido y una carcajada.

- Es Rose. Todo se lo toma en serio. En eso se parece a ti.

Marcus no pudo contener un nuevo suspiro.

- Eso me temo. Querrá respuestas, respuestas que no tenemos.

- Y querrá salir a buscar esas respuestas- asintió Cecil.

- Allí fuera hay peligros de la que no podemos protegerla, Cecil, no siempre. Hace semanas que este problema nos viene grande.

Rápido como un relámpago Cecil se inclinó a su lado, sujetándolo por la barbilla y obligándolo a mirarlo. La fragilidad se había difuminado como un espejismo, ante el se erguía una criatura antigua y poderosa, un semidios iracundo y testarudo. Sus ojos se encontraron y chocaron. Los suyos oscuros y serenos los de Cecil una furiosa tormenta en alta mar.

- La protegeremos- le prometió- La protegeremos aunque nos cueste los huesos, la sangre y la inmortalidad.

El Hilo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora