27.- Allí donde aún brilla el sol

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La despertó el timbre del teléfono. Con un gruñido molesto Rose tanteó sobre la mesilla en busca del móvil y sin abrir los ojos lo recogió. Aún perezosa se lo acercó a la cara, resistiéndose a dejar ir el último retazo de su sueño. Había sido dulce, deliciosamente carente de pesadillas. La primera noche reparadora que tenía en muchos días, sin que la persiguieran Limpiadores ni vampiresas milenarias bebiera su sangre. Casi milagroso, había conseguido dormir la noche entera de un tirón.

Con un esfuerzo sobrehumano abrió un ojo y después el otro. Lo primero que le llamó la atención fue la hora, brillando parpadeante en la pantalla. ¡Las diez! No podía creer que en verdad había logrado dormir toda la noche sin que horribles pesadillas o terrores nocturnos la despertaran. Parecía que poco a poco comenzaba a adaptarse. Después de todo ya había pasado una semana desde su pequeño encuentro con los Limpiadores, una milagrosa semana entera sin percances. Casi podía volver a respirar tranquila, aunque no lograba quitarse esa molesta sensación de encima de que toda aquella calma no era más que un espejismo antes de la tormenta. Se sacudió esa horrible premonición de encima con un gruñido. Sería muchas cosas pero desde luego no vidente. 

Lo segundo que captó su interés fue el pequeño símbolo que persistía en la parte superior de su buzón. Tenía un nuevo mensaje. Lo abrió con desinterés, la mayoría solían ser propaganda, y al instante sintió un ramalazo de culpabilidad. Era de Sophie, su mejor amiga. Esa amiga a la que hacía semanas que no contactaba porque había estado tan ocupada con los acontecimientos sobrenaturales de su vida que se había olvidado de las cosas mundanas. Como Sophie. 

Intentó desesperadamente recordar que era lo último que sabía de ella. Se había ido un mes de intercambio, habían intercambiado algún email ocasional y... ¡¿Dios mío, qué día era?! Rose casi saltó a comprobarlo antes de recordar que por supuesto su teléfono tenía calendario. La fecha bailó frente a sus ojos burlona. Hacía un día que Sophie había regresado y ella había estado tan preocupada consigo misma que lo había olvidado por completo. Bueno, un encuentro con vampiros sanguinarios, pitonisas extravagantes y aspiradoras humanoides empeñadas en borrarla de la faz de la tierra la despistaban a cualquiera. Pero no es como si fuera una excusa que pudiera dar a su amiga mortal y corriente sin que creyera que por fin había perdido el último ápice de cordura que le quedaba. A veces era mejor no decir toda la verdad y mantener a sus amigos felizmente ajenos a esa otra cara del mundo que les era desconocida. 

Porque sí, pese a sus extrañas circunstancias, de algún modo los amigos de Rose eran humanos, mortales, más o menos corrientes, y completamente ajenos a todo lo paranormal que la rodeaba. Y quería que siguiera siendo así, aunque a menudo le doliera el no poder ser sincera o el vivir en una telaraña de secretos (sobretodo cuando Sophie creía ciegamente en ella), prefería que siguieran con sus vidas mortales y corrientes, aun cuando solo el conocerla ya pudiera ser una disrupción para sus tranquilas vidas. Por ahora se las había ingeniado para que nada paranormal los salpicara. Aunque viendo los acontecimientos de los últimos días... ¿cuánto tiempo podría seguir así? Sacudió la cabeza. Hacía una semana que su vida había vuelto a la normalidad, no tenía porqué ocurrir nada más. Una vocecita en su cabeza la previno de lo estúpido de creerse a salvo pero la hizo callar. Sea lo que fuera que iba a venir no tenía sentido vivir encerrada y asustada. Después de todo sea donde sea la acabaría encontrando. Solo podía esperar que no la tomara por sorpresa.

Se mordió el labio culpable mirando de soslayo el mensaje de Sophie y comenzó a leer:

"¡Hola, desaparecida! 

¿Qué es de tu vida? ¡Hace casi 2 semanas que no sé nada de ti! ¡Estaba por llamar a las autoridades!"- Rose no pudo evitarlo. Sonrió.- "Regresé ayer a la noche. Lo he pasado muy bien pero te he echado horrores de menos. ¡Ojalá hubieras venido conmigo! Tengo muchas ganas de veros a ti y a Josh"- Josh, diminutivo de Joshua, era su otro mejor amigo. Eran inseparables en el instituto y burlonamente se habían apodado a sí mismos "Los 3 Mosqueteros"- "Así que he pensado en quedar para comer. ¿Os viene bien hoy? Además tengo un regalito que darte... ¡Responde pronto! Besos. "

Quedar para comer. Rose se recostó contra la almohada y sitió la sonrisa bailarle en los labios. Sonaba como un buen plan, como un gran plan en realidad. No había sido consciente de lo mucho que los había echado de menos hasta ahora leyendo el mensaje de Sophie. Realmente necesitaba una dosis de vida humana para volver a sentirse mortal y le vendría bien la distracción. Tal vez bajo la luz del sol y bien acompañada, mientras escuchaba vanidades, el mundo empezaría de parecerle menos terrorífico. 

Sus dedos se movieron veloces sobre el teclado cuando se apresuró a contestar:

"¡Sophie! ¡Os he echado muchiiiiiiisimo de menos! No sé nada de Josh desde la graduación, ya sabes como de desastre es este hombre, pero seguro que si le sacamos a comer reaparece como por arte de magia. Nada como que huela la palabra "comida" para que resucite de entre sus pilas de libros."- Rose dejó escapar una risita ante su propio comentario. Era cierto, había dos cosas que Joshua amaba en este mundo: los libros y la comida. Aunque hacía más de un mes que no sabía nada de él más allá de las notificaciones de su estado de facebook podía imaginarse sin ningún problema a qué había dedicado aquellos calurosos días de verano: a encerrarse en la biblioteca con una montaña de archivos y novelas. Tendrían que tentarlo con una jugosa zanahoria para sacarlo de su cueva y devolverlo al mundo real, allí donde aún brillaba el sol.- " Me encanta la idea de quedar a comer. Hoy me viene perfecto. ¿Qué te parece si probamos ese nuevo restaurante del que no paraba de hablar Josh? ¡Me muero de ganas por volver a veros!"

Envió el mensaje y aguardó. La respuesta no tardó en llegar.

"¡Josh dice que perfecto! Así que nos vemos a la una y media donde siempre ¿ok?"

Sonrió.

"Ok"- respondió. 

Comprobó la hora de nuevo. Las diez y cuarto. Aún tenía tiempo de sobra para levantarse, desayunar, ducharse, arreglarse y salir de casa, pero de pronto ya no tenía ganas de remolonear en la cama. Completamente despierta se libró de las sábanas de una patada y casi se puso en pie de un salto. Una extraña emoción burbujeaba en su interior. Pero por una vez en las últimas semanas no era una sensación desagradable, no había miedo, ni dudas, ni preguntas ni temores. Era una extraña calma veteada de ilusión. No se había dado cuenta de lo mucho que extrañaba su vida mortal: las risas, las conversaciones banales sin amenazas de muerte, a sus amigos... Después de todo seguía siendo una adolescente de 18 años y no podía esperar a que fuera la una y media y "Los 3 Mosqueteros" volvieran a estar juntos de nuevo.  Acababan de terminar el instituto, era su último verano antes de la universidad y quién sabía qué les deparaba el futuro. El preocuparse por cosas tan mundanas como la universidad y la próxima etapa de su vida la hizo sentirse extrañamente sosegada.

De pronto se sintió optimista por primera en muchos días. Aquel iba a ser un buen día, de eso estaba segura.

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NOTA DE LA AUTORA: ¡Hola y siento la tardanza! Es que los exámenes finales me tenían secuestrada. Gracias por todo vuestro apoyo y comprensión.

Después de toda la acción nuestra Rose tiene al fin un pequeño respiro, bien merecido, pero espero que no os aburra. Pese a todo Rose sigue siendo una adolescente humana, más o menos. ¿Pero será ésta la calma que precede a la tormenta?

Jejeje ¡Habrá que esperar para descubrirlo!

PD: En la imagen veis a Rose y Noir, fanart por Suleimajtr. No se vosotros pero yo estoy enamorada de ese dibujo. <3

El Hilo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora