55.- Palabras no dichas

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Jun observaba con precaución a la muchacha ensimismada sobre la cama.

Tras la charla con los vampiros Rose se había refugiado en su habitación, con el chico a la zaga. Se había sentado en apache sobre la colcha y desde entonces la dominaba un silencio taciturno que Jun ansiaba tanto como temía romper. Era como si el silencio la hubiera engullido entera y todo lo que quedaba de ella era una estatua antinaturalmente quieta. Una carcasa.

- Rose- la llamó con suavidad.

No obtuvo respuesta. Ni siquiera un parpadeo.

Ni tampoco a la segunda, ni a la tercera llamada.

- Rose- repitió esta vez con más decisión- ¿En qué piensas?

La joven se movió. Al principio fue casi imperceptible. Poco más que el nistagmo de los ojos. Después ladeó la cabeza como si escuchara un sonido muy lejano y finalmente lo miró sin mirarlo.

A Jun le pareció que tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para enfocar la mirada. Como si lo contemplara desde las profundidades de un gran océano y le costara recordar como nadar de regreso hasta la superficie.

Tal era su ensimismamiento.

- ¿En qué piensas?- dijo de nuevo. No muy seguro de si le había oído las primeras veces.

Entonces Rose lo enfocó al fin. Un segundo. Pero en lugar de responder se levantó de la cama de un salto, como accionada por un resorte, corrió por el dormitorio hasta el tocadiscos y lo encendió.

Al instante Queen llenó la estancia a todo volumen. Jun la miró boquiabierto y tuvo que contenerse para no cubrirse las orejas.

Mientras, la muchacha yacía de nuevo sobre la cama, pero ahora jugueteaba con el teléfono móvil, tecleando a una velocidad endiablada.

Jun entreabrió la boca para hablar de nuevo pero se detuvo cuando Rose se llevó un dedo a los labios indicando silencio y acto seguido le señaló el móvil.

El chico lo comprendió súbitamente cuando sintió una vibración en el bolsillo trasero de sus vaqueros.

Sacó su propio aparato y contempló el nuevo mensaje parpadeante en la pantalla.

'Es mejor hablar por aquí. Las paredes tienen oídos...'

Jun echó un rápido vistazo alrededor incómodo, comprendiendo que Rose se refería al fino oído de los habitantes inmortales de aquella mansión.

Asintió y volvió a bajar la mirada hacia el teléfono. Rose continuaba escribiendo.

'Pensaba que cada nueva respuesta no trae más que otro millón de preguntas. Es frustrante.'

'¿Qué hemos descubierto hoy? Poco más que el guión de un cuento de hadas'- puso los ojos en blanco- 'Pero las grandes incógnitas continúan...'

'¿Quién crees que te abandonó?' inquirió Jun '¿Tus padres?'

Rose hizo una pausa y durante un instante su vista volvió a perderse en el infinito.

Padres. Qué concepto tan abstracto. Para ella Cecil y Marcus siempre habían sido sus padres. Con su amor incondicional e infinita paciencia nunca había quedado hueco para que extrañara ningún otro tipo de paternidad. Ni siquiera la de sus semejantes.

'¿Qué clase de padres abandonarían a su hija recién nacida y desvalida a la puerta de un palacio lleno de vampiros?' redactó, no sin cierta amargura.

Jun abrió los ojos de par en par, horrorizado ante las implicaciones de la pregunta. Pero antes de que pudiera contestar, Rose sacudió la cabeza y continuó tecleando con furia.

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