33.- El Chispazo

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-Habéis salido muy bien. A ver si os gusta.

¡Zas!

Sus palabras la devolvieron al presente. El camarero sonreía mientras le tendía la cámara.

-Si no os saco otra...

Le devolvió la sonrisa involuntariamente, su mano saliendo en busca de la suya. Esta vez sus dedos se rozaron y la descarga eléctrica saltó como un chispazo. El chico apartó rápidamente la mano tomado por sorpresa y Rose se encontró con sus ojos, inquisitivos, sentimientos desconocidos nadaban desnudos en ellos. O tal vez tan solo era el reflejo de sus propias preguntas.

-¡A ver! ¡A ver!- Sophie le arrebató el teléfono de las manos, ni siquiera se percató hasta que sintió su vacío.

Se volvió hacia ella, que se había inclinado junto a Joshua para compartir la foto.

-Salimos muy bien-comentó felizmente.

-Yo salgo con la misma monocara de siempre- objetivó Josh desapasionadamente.

-Eso es porque siempre pones la misma cara- contestó Rose automáticamente- No te mataría intentar sonreír de vez en cuando.

-La última vez, y única por cierto, que intenté sonreír dijiste que parecía que tuviera gases- protestó como un niño pequeño.

Rose dejó escapar una risita coreada por la de Sophie.

-Eso es porque parecía que tuvieras gases- le espetó.

-Y por eso no sonrío. Al menos mi monocara nunca me falla.

Rose puso los ojos en blanco y Sophie aprovechó para plantarle el móvil en las narices.

-Pero Rose ha salido muy guapa ¿verdad?

Joshua se volvió hacia ella en vez de a la foto, evaluándola de arriba a abajo con una mirada de soslayo.

-Sí, quería decírtelo antes pero ese vestido de verdad te favorece.- admitió.

Rose y Sophie resoplaron a la vez.

-¡No es un vestido!- exclamaron a una abriendo mucho los ojos ante tanta ingenuidad. Como si el mundo entero supiera que su conjunto no era un vestido.

-Es una falta y una camiseta- añadió Rose, forzada a darle una explicación.

-¿De veras?- inquirió Joshua mirándola de nuevo como si la acabara de ver por primera vez en todo el día- Pues no se nota, combina muy bien. Y te sienta muy bien.

-Bueno, gracias. Me alegra que te guste- Rose no pudo evitar la sonrisa. Aquello viniendo de Joshua, que raramente comentaba sobre ropa, era todo un cumplido.

-Sí y especialmente la forma del escote- continuó Josh completamente ajeno al hecho de que había ciertas cosas que era mejor no decir- Hace difícil no mirar...

-¡Joshua James Aaron!- se escandalizó Sophie por ella.

Rose solo dejó escapar una risita. Tenías que confiar en Joshua para sorprenderte con una total falta de etiqueta social en los momentos más inesperados. Era como una firma de autenticidad. Tanto como la hacía sentir violenta también despertó una parte más secreta y narcisista de si misma que quería sentirse atractiva. Al menos hasta que se cruzó con la enigmática mirada de unos ojos oscuros y comprendió horrorizada que el camarero aún seguía allí. Otro don de sus extraños amigos, hacerle olvidar durante la fracción de un instante lo inolvidable, incluso a un hombre que convertía el aire a su alrededor en una gran tormenta eléctrica a punto de desatarse.

Sintió que el color se le subía hasta las raíces del cabello.  En momentos como aquel despellejaría a su mejor amigo vivo, pero el Pepito Grillo de su cabeza le decía que aquello no era buena idea si quería dar una mejor impresión. Si eso era posible después de que tu mejor amigo hiciera un comentario sobre tu escote. 

El Hilo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora