44.- El sacrificio de una rosa

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El instinto le pedía a gritos que echara a correr pero Rose supo que no debía. La presencia cálida de Jun a su espalda le recordaba implacable que no podía huir.

-¿Rose? ¿Qué pasa?- preguntó el chico confuso.

Rose no respondió.

Contempló a los dos hombres frente a ella, acercándose lenta e inexorablemente, con la marcha felina de un depredador que sabe atrapada a su presa. Respiró hondo y valoró sus opciones. Puede que tuviera una oportunidad para vencerles en combate, gracias a los poderes que Inanna le había permitido beber en su sangre. Pero no allí, bajo la luz del sol, rodeada de inocentes transeúntes y junto a Jun. Debía conseguir alejarlos de los lugares poblados y de Jun... sobretodo de Jun.

Pero incluso mientras se lo planteaba percibió las otras presencias. Aquellos dos no eran los únicos, otros Limpiadores se aproximaban desde cada punta de la ciudad como seducidos por una llamada de alarma. El pánico comenzó a bullir en su interior, pero Rose se mantuvo serena, tratando de mantenerlo bajo control y pensar con claridad. Puede que tuviera una oportunidad contra dos, ¿pero más? No estaba segura.

Lo que sí sabía era que no podía quedarse allí, quieta, de brazos cruzados, e involucrar a Jun en todo aquello.

-¿Rose?- inquirió el muchacho de nuevo- ¿Quiénes son esos? ¿Los conoces?

Esta vez tampoco contestó.

Ambos Limpiadores se habían detenido a escasos metros y la contemplaban con la cabeza ladeada y un rictus en los labios que pretendía sin éxito imitar una sonrisa. Eran el vivo retrato de un ser humano aunque mirados con atención parecían falsos, como figuras de cera. Ambos eran altos y atléticos, uno rubio y el otro moreno. Vestían ropa de calle, que no hubiera llamado la atención de no ser porque uno lucía una gabardina larga y el otro un jersey de punto grueso en pleno verano, bajo un sol de justicia. ¡Y no sudaban una sola gota! Era como contemplar un retrato increíblemente realista pero inquietante de un ser humano.

- Al fin la hemos encontrado, espécimen 1.200.001.- habló uno, con voz monocorde.

-Ha resultado especialmente escurridizo- puntualizó el otro.

-¡Qué demonios!- exclamó Jun a su espalda haciendo ademán de posicionarse frente a ella, sin duda en ademan protector.

Rose lo retuvo apretándole la mano. Pudo sentir los ojos del chico inquisitivos en ella, pero no les prestó atención, toda ella puesta en la amenaza enfrente.

- Pues ya me habéis encontrado- se oyó decir con más firmeza de la que sentía- Estoy dispuesta a acompañaros.

"Pero, por favor, lejos de aquí y lejos de Jun"- rogó en silencio.

-¿Rose? - se alarmó Jun, sujentándola de la mano con fuerza- ¿Qué está pasando? ¿Quiénes son esos locos? ¡No vas a ir a ningún sitio con ellos!

Rose buscó las palabras, una explicación coherente que el muchacho pudiera aceptar. Estaba dispuesta a acompañar a los Limpiadores, a entregarse a ellos incluso, todo con tal de alejarlos de Jun, de ponerlo a salvo, aun a costa de su propia vida.

Pero antes de encontrar aquellas palabras las criaturas hablaron y las siguientes palabras la dejaron helada.

-El acompañante del espécimen 1.200.001 también debe ser eliminado. Ha estado en contacto íntimo con el espécimen, puede constituir un peligro para la integridad del mundo mágico.

La boca se le secó. El miedo se cerró férreo sobre su garganta y durante un agónico instante fue incapaz de respirar.

"Respira. Rose, respira."- se dijo- "Puedes salir de ésta. TIENES QUE SALIR DE ÉSTA. Piensa. Puedes hacerlo. Piensa."

El Hilo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora