Sorpresas en la noche

6K 95 4
                                    

-¡Corre Sean! –le grité desesperada. Él no se movía, me miraba fijamente mientras yo me alejaba. La expresión en su rostro era la viva imagen del odio.

No solo tenia miedo por lo que estaba pasando… su cara me helaba la sangre…

Durante un segundo, aparté los ojos de Sean y miré detrás de él. La original, vestida con un impactante traje de guardiana color negro, avanzaba hacia mí. Sentí pánico por mi amor, ella podía matarlo solo con un suspiro. 

Pero Sean no parecía sentir temor alguno. No corrió. Se quedó a su lado mientras ella lo miraba sonriente. Para aumentar mi terror, Winter apareció al otro lado de Sean… y con un gesto sarcástico y pura satisfacción, lo tomó de la mano.

Él no se movió ni un centímetro.

La sangre se me heló hasta la médula cuando comencé a entender la situación.

Los tres estaban juntos.

Sean me había llevado hasta ese bosque en particular por una razón. ¿Pero por qué?

Una lágrima solitaria cayó por mi mejilla cuando Winter tomó su rostro entre sus manos y con su mirada fija en mí, lo beso con gran pasión. Y él, con todo el descaro del mundo, le correspondió.

Sentí, en tan solo un segundo, que todo el mundo se me venía encima. Sentía que mi corazón se había derrumbado y había estallado en mil pedazos.

Luego de ese segundo, sentí furia. Ira. Sentí deseos de destrozar. No hizo falta ni siquiera pensarlo, pues ahora no era necesario. Desconecté mi cerebro y me dejé enloquecer por los sentimientos. Moví mis manos y ya estaban incandescentes. Para cuando di el primer paso, avanzando en contra de mis tres enemigos, ya era la guardiana de fuego.

De pronto, me vi a mi misma como si mi verdadero yo estuviera al lado de ellos, y no en mi propio cuerpo.

Me vi con los puños encendidos, listos para el primer golpe. Vi mis ojos del color del rubí, vi mi rostro satinado y brillante por el fuego. Vi a una mujer hermosa con una mascara que parecía tener vida propia. Vi la muerte en mi mirada, vi el odio aflorando en mi piel. Me vi como el monstruo que temía ser.

Y fue allí cuando desperté, en mitad de la noche, gritando.

Me toqué la frente. Estaba fría pero empapada. Me dolía la cabeza y estaba muy agitada. Quise levantarme para ir a la cocina a tomar un vaso con agua y con el movimiento, las sábanas se descubrieron y estaban quemadas y agujereadas.

-¡Mierda! –exclamé, enojada conmigo misma. Seguramente, en medio del sueño, libere suficiente energía como para encender mis puños. Esa era una de las peores cosas sobre ser una guardiana de fuego. Debía controlarme todo el tiempo, tendría que soportar ver como mi ropa desaparecía a una velocidad jamás vista.

Me levanté, un poco mareada y tanteé el piso en busca de mis pantuflas favoritas con forma de pata de monstruo. Al acercarme a mi escritorio pegué un salto y grité tapándome la boca, en un intento de no despertar a mi hermano y a mi padre.

Por la poca luz que entraba en mi cuarto, lo único que logré ver al principio fueron unos ojos rojos, con pupilas de gato muy brillantes sobre la silla del escritorio. Con la vista fija en esos ojos, tanteé la pared en busca del interruptor de la luz. La encendí y abrí los ojos como platos del horror y la sorpresa.

Encima de la silla de computadora, observándome fijamente, había una especia de gato montés, de aspecto altamente salvaje, con esos impactantes ojos rojos. Pero lo más raro, lo más sorprendente… Era lo que parecía su composición.

Su cuerpo, en lugar de tener pelos y piel… Tenía agua.

Era de un débil color celeste mezclado con unos tintes azules. No podía ver claramente su rostro por la transparencia de todo su ser. Era como si pequeñas ráfagas de viento azotaran su cuerpo, como las olas de mar rompiendo contra las rocas. Su expresión era seria, amenazante… aterradora.

Cronicas Elementales: El InicioWhere stories live. Discover now