Cronicas Elementales: El Inicio

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¡Ay! Mi cabeza... Hace días no paro de sentir este dolor en mi cabeza. Es un dolor diferente, siento que me arde el cerebro. Y en sueños todo se vuelve peor. No fui al medico, no pienso ir. No soy testaruda, pero no hay motivos para confiar en un doctor. Cuando no saben lo que tienes, inventan enfermedades y te recetan medicinas que ni siquiera saben si puedes tomar... Y mejor, paro aquí, no quiero ponerme aun más nerviosa. ¡Ay! ¡Este maldito dolor de cabeza! 

—India, ¿estás bien? Vamos, llegaré tarde al trabajo y tú al colegio. ¡Además tu hermano tiene que llegar temprano al jardín, apúrate! —Me gritó mi padre desde el piso inferior. 

Mi padre... Hombre soltero, viudo, con dos hijos, una adolescente (pobre de él) y un niño pequeño de tres años que habla como si tuviera veinte. Una locura que, aún así, tenga tiempo para jugar al futbol, al póker y salir al cine con nosotros. 

Me levanté, batí un poco mi pelo para acomodarlo, me gustaba llevarlo un tanto despeinado, mis converse azul claro, mi blazer, un poco de delineador para tapar mi mal humor, chicles, mochila y bajé corriendo las escaleras. No puede quejarse; en cuanto a prepararse, soy una de las chicas más rápidas que existe. 

—¿Otra vez dormiste poco? Y sigues sin comer. Te lo pondré de esta manera, si no comes hoy, te arrastro a un hospital, te ato a una cama y hasta que no se sepa que tienes, no te mueves —Mi papá me tenia harta con el tema. Y no pensaba hacerle caso esta vez. 

—Ya te lo dije de mil maneras diferentes, no pienso ir a un hospital. Estoy estresada, solo es eso. 

—India, entiendo que tengas miedo, pero lo que le pasó a tu madre... 

—Llegamos, tengo que irme —lo corte abruptamente —. No me esperes, iré a la casa de Bastian —Mi mejor amigo siempre me servia como excusa para escapar de situaciones difíciles. 

Debía admitir que la muerte de mi madre me condicionó en muchos aspectos, uno de ellos es mi pequeño problema con los doctores. Aún así, un dolor de cabeza no es motivo para visitar un hospital. Mi padre, al contrario, se volvió adicto a la medicina. Cualquier mínimo dolor y ya estábamos frente a un nosocomio. 

—¡No vas a creer lo que paso ayer luego de que te fuiste de casa! —Mi amiga Ayla me tomo por asalto apenas puse un pie dentro del colegio. Ya casi no me asustaba, prácticamente esperaba que todos los días rompiera un nuevo récord. 

—No se que paso, pero probablemente tenga que ver con Alex, por la manera en la que lo dices —me reí. Ella y yo no podíamos ser más diferentes. Todas las semanas se enamoraba "perdidamente" de algún chico diferente, a veces creía que ella solo vivía para eso. Para enamorarse. Yo nunca fui capaz de ver a algún chico de manera especial, aunque no me faltaron candidatos. 

—Alex la llamo por teléfono y la invito a salir mañana por la noche, a ver una película romántica que hace días Ayla quiere ver. Además quiere conversar de algo importante —Bastian apareció de la nada, robándole la primicia a mi amiga, que lo miraba entre sorprendida y molesta. 

—¿Y tu como sabes eso? —Le espetó. 

—¿Quien piensas que te hizo el favor de darle ánimos a Alex para invitarte a ver una película que él no tenia idea de que te gustaba? —Le contestó, mirándola con gesto auto suficiente esperando un gran agradecimiento. 

La situación me divertía. Ayla y Bastian no solían llevarse de maravillas, pero los dos debían admitir que se querían mucho. Ellos también eran muy distintos. Al principio, creíamos que él seria el típico niño popular, con su cabellera dorada al viento, deslumbrando a cualquier niña boba con sus ojos celestes. Pero Bastian terminó demostrando que era mejor que eso. 

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