Curiosidad por el bosque

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Si seguía con este ritmo, iba a terminar mareándome. Sean y yo estuvimos saliendo todas las tardes desde hacía un mes ya, Ayla estaba frenética porque aún no nos habíamos besado, Bass estaba preocupado por mi repentina cercanía a Sean y yo no cabía en mi de la felicidad por ver a María comiéndose los dedos de la envidia que le causaba ver a Sean abrazándome cada vez que terminaban las clases. Me sentía gloriosa.
Aún así, intentaba hacerle caso a mi mejor amigo, y mostrarme cautelosa con mi nueva “amistad”. Sean nunca hablaba de sí mismo, siempre me preguntaba cosas de mi infancia, sobre mi madre, mis abuelos, etc. Pero nunca respondía si le hacía alguna referencia a su niñez. Eso me tenía intranquila, pero por el momento lo dejaba pasar. Quería intentar ser más inteligente, pero simplemente no podía. Me dejaba llevar por cada susurro que despedía, cada aliento, cada respiro que hacía cerca de mí.
Todo iba en perfectas condiciones, hasta que un día, Sean me habló en medio de una clase, para decirme que no podríamos salir juntos, ya que tenía asuntos familiares que atender. Me sentí mal, pero le puse la mejor sonrisa y le dije que no habría problema.
Pero Ayla nos escuchó.
-Vamos a seguirlo. –me dijo después de perder a Sean de vista en el recreo.- es la única oportunidad que tendrás para saber si de verdad oculta algo. ¡Vamos I! Debemos hacerlo.
-Estás loca… yo no haré nada de eso, además, tu quieres hacerlo porque eres una chismosa y te molesta no saber nada de su vida.
Me crucé de brazos. Mi amiga veía demasiadas telenovelas, y ya le estaban afectando. ¡Mira que seguir a Sean!... 
¡Ay como la odiaba!
La sola mención de la idea, y ya había echado raíces en mi cabeza. Se me hacía realmente tentador descubrir que escondía el chico de ojos celeste verdes. Pero iba en contra de mis principios, quiero decir ¡Era de locos!... ¿Pero que podía hacer? Si al fin y al cabo, mi amiga terminaría arrastrándome con ella…
-…y deberías saber que como mejor amiga, debo cuidar de ti, como de nadie más, solo cumplo mi deber, así que no me juzgues por eso…
-Ayla, cállate, ¿Si? –estaba hablando sola y ni siquiera se había dado cuenta.- Esta bien, lo haremos. Pero no te pongas loca, será algo simple. Lo vemos, lo seguimos, y si no hay nada raro, nos regresamos ¿ok?
-Si India, lo prometo –y comenzó a saltar y buscar entre sus cosas quien sabe que.
-¿Qué haces? –le pregunté.
-Busco dinero. Lo necesitaremos, si queremos hacer esto bien. Solo tenemos que tratar de mantener cierta distancia. En la próxima hora terminan las clases, así que salimos ultimas para que Sean no se de cuenta que estamos detrás de él.
La miré. Quizás no era tan inocente como yo siempre había creído.
-Se irá en auto –le dije. –nunca se va sin su auto.
-Lo tengo solucionado. Solo dame un minuto y llamaré a un taxi para que este aquí en la puerta a la hora de la salida.- ¿quien era? ¿James Bond o el súper agente 86?
-Ayla, ¿sabes? Me estas asustando un poquito…
Mi amiga me miró y sonrió.
-Siempre te he dicho que hay que prestarle más atención a las películas. Nunca sabes cuando tu vida puede descontrolarse, ¿no es así?
Tenía razón. Yo me preocupaba por toda esta situación, sin darme cuenta que de por sí, todo era una locura ya. Ni siquiera me había detenido a pensar como le diría a Sean lo que me estaba pasando, el tema de las guardianas y todo lo que venía detrás, si es que lo nuestro iba enserio. Tampoco pensé cual podría ser su reacción, ni como se lo demostraría.
Y todavía estaban Nichi y Hawa, a las que no había vuelto a ver, lo cual me tenía un poco intranquila. No parecían el tipo de personas que desisten al primer “no” por respuesta. Así que… ¿Qué estarán planeando?
La hora pasó realmente rápido. Sean se despidió con un abrazo, y salió a puro trote. Detrás, íbamos Ayla y yo, poniendo en marcha el plan. Mi corazón latía a mil por hora, impulsado por el miedo a ser descubiertas. Sean no me volvería a hablar si se daba cuenta de lo que estábamos haciendo.
-Necesitamos seguir como sea al auto que tiene allí, enfrente –le indicó Ayla al taxista. El tipo nos miró como si le estuviéramos jugando una broma, pero pisó el acelerador apenas Sean arrancó.
El camino transcurrió en silencio. Ay estaba muy emocionada, y yo muerta de miedo. Estaba esperando que Sean estacionara y viniera hacia nuestro taxi a gritarnos que éramos unas psicópatas, y que dejáramos de seguirlo. Me estaba poniendo cada vez más frenéticas, hasta que por fin, mi chico de ojos celeste verdes llegó a destino.
Estábamos en la entrada de uno de los bosques más grandes que se abría en medio de la ciudad. Protegido por leyes nacionales, ese bosque era el mas exótico, hermoso y peligroso de todo el estado. Sean se metió por la maleza, y desapareció en pocos segundos. 
Mientras Ayla le pagaba al taxista, yo me atreví a seguirlo, guiada por una extraña sensación. Algo me atraía hacia el bosque. Y no era el amor lo que lo hacía.
Silenciosamente lo seguí. Sean caminaba como si conociera el lugar de memoria, mientras a mí me costaba horrores no caer de bruces al suelo por tantas raíces mezcladas. Seguí trastabillando, cuando me escondí detrás de un seto que había junto a un árbol enorme. Mi chico de ojos celeste verdes se sentó en el medio de lo que parecía un círculo natural, con ramas grandes caídas y bastante espacio como para recostarse sobre el colchón de hojas. Lo observe, intentando descifrar su rostro. Nada.
A los pocos segundos, escuché pisadas del otro lado del círculo. Alguien se acercaba. Me tensé, sintiendo un repentino malestar. Un escozor en la nuca, me comenzaba a sentir molesta. Más que molesta, sentía rabia, furia, ira. Hacia nada en especial, o hacia todo, no lo sabía. Pero quería destruir cosas. O simplemente una sola.
Una chica apareció. Me resultaba extrañamente familiar, pero no recordaba donde la había visto. Cuando la miré, el sentimiento de ira se pronunció más, y de repente me ví a mi misma controlando todo mi cuerpo, intentando no estallar. Podía sentir el fuego quemando mis manos, peleando por salir. Si lo dejaba, podría lastimar a Sean. Podría matar a alguien.
Del esfuerzo que estaba haciendo, no pude prestar atención a lo que hablaban, pero si pude ver. 
Vi como comenzaban a discutir, vi como ella le reprochaba algo. 
Vi como se acercaban. 
Como el le tomaba la mano y se la besaba. Como estiraba un brazo para acariciarle suavemente el rostro. Vi como juntaron sus frentes y cerraron los ojos. 
Dijeron algo más, se abrazaron y se despidieron. Y no me dí cuenta que tendría que haberme ido, hasta que vi como Sean centraba su mirada en el lugar donde me situaba. Intenté correr, y apenas estuve lo suficientemente lejos de la chica extraña, el fuego cesó. Corrí, mientras escuchaba como gritaban mi nombre. Corrí, y en el trayecto choqué de lleno con Ayla. Ella me levanto y me preguntó que sucedía, y yo solo seguí corriendo. Me subí al taxi que aún nos aguardaba, esperé a que mi aturdida amiga subiera y le indiqué la dirección de mi casa. El coche arrancó justo cuando Sean estaba a escasos metros de distancia. Lo miré, mostrándole mi dolor en los ojos. Y el me observó alejarme, sin intención alguna de seguirme.
Me había ilusionado, había volado alto, y ahora la caída estaba siendo estrepitosa.

-No quiero hablar contigo –le dije una vez más a Sean, por teléfono. Continuaba llamándome, y yo seguía cortando la llamada. No quería oir excusas típicas, excusas banales y trilladas.
No quería sentir eso que estaba sintiendo. Porque ahora lo veía claro. Estaba enamorada de alguien que apenas conocía, estaba enamorada de alguien que solo estaba divirtiéndose conmigo. Lo quería con tanta fuerza que me lastimaba intentar sacarlo de mi mente. Recordaba cada sonrisa que me había dedicado, cada abrazo, cada caricia. Recordaba todo, y eso lo hacía aún peor. 
Lo más triste era que ni siquiera tenía el derecho de reclamarle nada. Porque al fin y al cabo no éramos nada. Ni siquiera podría decirse que éramos amigos, porque estaba claro que los dos pretendíamos algo más. O eso me había parecido a mí. Pero no entendía porque estaba haciendo esto conmigo. ¿Por qué jugaba así, porque me usaba? ¿De que le serviría?
No quería pensar más. Ojala tuviéramos un interruptor en la cabeza para poder apagar el pensamiento. Me estaba torturando a mi misma con tanta cavilación, y no encontraba la manera de salir de ese laberinto siniestro. Quería desaparecer, quería que él desapareciera de mi vida. Como si nunca hubiera existido. Sería más fácil que tener que recordar. Daría cada momento tierno con él a cambio del olvido. Fueron mentiras, solo eso.
-India ¿estas ahí?
Me levanté de la cama. La voz de Bastian llamaba del otro lado de la puerta. Probablemente mi padre lo había dejado entrar, más aún después de haber visto mi cara cuando llegué.
-Si Bass, pasa.
Entró, se sentó a mi lado y me abrazó.
-Ayla me dijo lo que pasó. Lo siento India, se que no me admitirás nada, pero sabes que te conozco tan bien como ella. Sabes que sé que estas sufriendo. Y no voy a decir que quizás las cosas no son lo que parecen, pero al menos deberías escuchar lo que Sean pueda decirte. Al menos así podrías sacarte todas las dudas sobre su persona.
Lo miré y no tardé más de un segundo en largarme a llorar. Lo volví a abrazar, llorando con angustia. Estaba tan desesperada por conseguir un mínimo alivio, que no me di cuenta de lo que hacía. Me había acercado tanto a mi amigo, que termine a escasos centímetros de su rostro. Tan cortos, que por estos nuevos impulsos que estaba teniendo, mi boca quiso recortarlos aún más.
La situación se tornó realmente incómoda y vergonzosa.
Bastian me detuvo antes de que cometiera algo de lo que me fuera a arrepentir toda mi vida. Me frenó con delicadeza, me miró fijo a los ojos y me dijo:
-India, estas confundida. No busques en mí el reflejo de Sean, porque sabes que no lo encontrarás. Ademas, lo lamento amiga, eres muy hermosa, pero no eres mi tipo.
Se rió, pero había algo más detrás de sus palabras. Lo conocía lo suficiente para saber que ahí escondía algo.
-Bastian, ¿De quien estas enamorado?
Silencio. 
Mucho silencio. Y un suspiro de rendición. 
-De eso quería hablarte. No te lo había dicho hasta ahora, porque no estaba seguro de cómo lo tomarías. Perdóname, tendría que haber entendido que somos amigos antes que cualquier otra cosa, es solo que es complicado…
Se interrumpió, tomó aire, cerró los ojos y atropelladamente, continuó.
-Hace un año, pase por la casa de Ayla sin aviso, quería sorprenderla. Habían venido a visitarla sus familiares, los tíos que viven lejos de aquí ¿te acuerdas? Fueron todos con sus hijos, y bueno, ya que yo pasaba por allí, me invitaron a comer.
-¿Te enamoraste de la prima de Ayla? –la había visto una sola vez, una niña muy bonita, pero demasiado joven para Bastian, al menos eso me parecía a mi.
-No India, dejame continuar por favor. Estuve prácticamente toda la noche allí, pase mucho tiempo con Adam, el primo mayor de Ay. Hablamos sobre muchas cosas, la pase muy bien. Teníamos muchas cosas en común, me sorprendía. Pero lo que más me sorprendió fue lo que comencé a sentir. No fue que me enamoré de él a primera vista. Seguimos hablando días más tarde por chat, y el tiempo pasaba, y las ganas de verlo se volvían más fuertes, así como el miedo por lo que sentía. Estaba confundido, no sabía porque me sucedía. Pero el sentimiento era hermoso, así que lo dejé ser. India, soy… soy gay.
Lo había escuchado atentamente, le presté tanta atención como era posible. Él me miraba expectánte, esperando una reacción por mi parte. Y yo solo sonreí.
¿Tanto problema me había hecho por esto?
-Bass, realmente estoy molesta contigo, ¿Cómo puede ser que no me hayas contado nada? Eres mezquino ¿sabes? –se quedó helado con mis palabras. Temiendo que me malinterpretara, le dije- Tonto, ¿Cómo pensaste que me podría tomar a mal esto? ¿Qué importa si te enamoras hasta de una planta? Yo te quiero así, teñido, con un maní por cerebro y todo.
Nos echamos a reír tan fuerte que me comenzó a doler el estómago. Me estaba volviendo loca. Hasta hace dos minutos antes, estaba llorando desconsoladamente, y ahora reía con verdadera alegría. Bueno, no era que quería seguir sufriendo, agradecía un momento de paz, pero me costaba reconocerme. Yo no era tan cambiante.
Abracé a mi amigo una vez más. Me había hecho tanto bien que viniera a confesarse conmigo, me había hecho olvidar por un momento mi decepción. 
Acordamos no hablar sobre Sean por el momento, realmente no soportaba ni la mención de su nombre. Era difícil, cuanto más intentaba no pensar en él, más se aparecía en mis pensamientos, como una cruel tortura por dejar que entrara en mi vida. Bass me había preguntado porque tanto escandalo, si ni siquiera lo había visto besarse con esa chica. No le contesté. Simplemente él no entendería, era un chico. Pero una chica si entiende, sabe de estas cosas, y ese tipo de contacto, ese acercamiento, ni siquiera se da entre familia. Solo entre enamorados. Lo que no entiendo aún es porque tenía que burlarse así de mí.
Estuvimos mirando peliculas de terror toda la tarde, hasta que mi mejor amigo tuvo que volverse a su casa, teníamos exámenes muy pronto y debíamos estudiar. Yo me quedé sola, se me hacía extraño, mi padre y mi hermano debían de haber vuelto para ese entonces. ¿Y si les había pasado algo? No. ¿Por qué estaba tan paranoica? Quizás se debía a algo que no había liberado en mi mente aún…
¿Qué pasaba si por intentar negar lo que era, terminaba lastimando a mi familia o a mis amigos? ¿O si alguien más lo hacía por mi causa? Podría no aceptar ser una guardiana, pero al menos debía intentar controlar mi poder. Debía hacerlo, para evitar algún… algún desastre.
Fui hasta mi cuarto y me colé por la ventana hasta el techo. Allí estaba al aire libre, y lejos de cualquier cosa que se pudiera quemar. Me senté, esperando que por acción divina supiera como hacer lo que quería hacer.
Bien, recordemos. El primer y unico episodio lo había sufrido en la casa de Bastian, y solo recuerdo haberme desmayado. Y el fuerte dolor de cabeza de dias y dias. Entonces, si debo usar la logica, quiere decir que no es algo tan fisico después de todo, si no algo que viene mas o menos desde mi cerebro. Elocuente… Ja. 
Ahora que intentaba recordar, cuando ví a esa chica en el bosque, con Sean, tuve que emplear un gran esfuerzo para no soltar el fuego. Podía sentirlo, luchando dentro de mí para salir.
Si pude retenerlo, entonces podía soltarlo.
Me cruzé de pies, cerré mis ojos y me concentré. Intenté ser completamente conciente de mis manos, buscando esa sensación que había tenido en el bosque, esa fuerza y ese calor corriendo por mis venas… pero nada. Algo estaba faltando. Abrí mis ojos con frustración. ¡Se suponía que era mi “don” y ni siquiera sabía como hacer que aparezca! ¿Cuál es la gracia en el asunto, entonces?
Y ahí volví a recordar. Cuando ví a esa chica estaba más que enojada y dolida. Más allá de que ella debía tener algo más, porque fue algo instantáneo, solo al verla, pero podría jurar que todo se basaba en enojo y dolor. Quizás, si me podía sentir enojada de nuevo, podía intentarlo de nuevo.
Piensa, piensa. Traje a mi mente diferentes momentos de mi vida, en los que había estado realmente molesta, pero el enojo no funciona tan bien en mis recuerdos como la alegría. Recordaba diferentes situaciones, pero al haber pasado tiempo, las veía desde otro ángulo, y definitivamente no me provocaba ni enojo ni dolor.
Me quedaba una salida y no quería usarla.
No quería pensar en…
Sean.
Bueno ya lo había hecho. Con su nombre apareció su cara, su cuerpo sus sonrisas, todo. Y ya dicen, no hay nada más triste que un recuerdo feliz. Y esa chica, y la manera en la que se miraban, como se tocaban, automáticamente pase a nuestras salidas, comparando de manera masoquista, nuestros abrazos, nuestras caricias, la manera en la que él me hablaba…
Y me golpeó con todo, el dolor, la frustración, el enojo. Intentando soportarlo, sin querer que se vaya, concentré mi mente en captar cada centímetro de mi cuerpo, buscando un poco de esa loca energía. Y allí estaba, latiendo en mi pecho, debil, pero rapida. Traté de llevarla, moverla a travez de mis brazos, pero costaba sacarla de donde estaba. Pense más en el bosque y así logré que cobrara intensidad. Entonces se movió con más facilidad. No sabía si lo estaba haciendo bien, no quería abrir los ojos, pero debía intentarlo ¿no?
Sentí un gran calor en mis manos, así supe que ya la había transportado hasta allí, el inconveniente ahora era convertir esa energía en fuego real. ¿Cómo se suponía que debía hacerlo?
Hice un gran esfuerzo, tanto que juro, escuche una vena reventarse dentro de mí. Froté mis manos para crear fricción, más calor, y me concentre en la energía latente en ellas. Quizás fuera como un encendedor. Sin el chispazo, no encendía.
Aplaudí una sola vez, muy fuerte, sintiendome inmensamente idiota. Más calor, pero ningún cambio en especial. Lo hice nuevamente, concentrándome aún más, y nada. Al tercer golpe, abrí los ojos y de la sorpresa deshice todo el progreso realizado. ¡Había producido fuego! Bueno, una pequeña pero centelleante flamita en la palma de mis manos, pero era impresionante. Si bien había visto a Nichi y a Hawa, y le creía a Bastian lo que me había dicho sobre ese día en su casa, yo no había visto nada de propia mano, y ver ese fuego sobre mi cuerpo, sin quemarme, sin producirme daño alguno, más aún sabiendo que yo lo había creado, era de locos.
Respiré agitadamente, mientras una sonrisa se asomaba en la comisura de mis labios. Tenia el vivo retrato de la estupefacción en el rostro, y solo atiné a reirme, queriendo más y más.
Quizás era eso lo que debía controlar. La sensación de poder que daba esa energía. Las ganas de crear cada vez más, las ganas de fuego. La necesidad de fuego. Porque ahora que lo sentía, que lo podía percibir, dejaba una estela de dulzura y adicción detrás de él. Fuego, controlándome y no al revés. 
-Así que te has decidido ¿eh?
Me dí vuelta bruscamente. Hawa estaba sentada al lado mío. ¿Cómo lograban aparecerse sín que pudiera escucharlas?
-Tus ojos están pasando del rojo al castaño. Ten cuidado con eso, no querrás que tu don sea tu maldición –su expresión intentó ser irónica, pero había un eco de miedo que no logró esconder.
Me sentí asustada. Había olvidado por completo porque había decidido hacer eso. Me dejé llevar por la sensación del fuego, y en lugar de querer controlarlo, estaba dejando que él tomara control sobre mí.
-¿Y que significa eso? –le pregunté temerosa.
-Bueno… Creo que hay algunas cosas que debes saber sobre tu poder India…- Suspiró y fijo la vista en el horizonte.- No busco convencerte, ni siquiera provocarte miedo. No busco nada de ti, más que puedas ver cuales son tus opciones y las consecuencias que acarrean estas. Para eso, debes saber la historia tal cual es.
>>Las guardianas originales fueron creadas por Dios. No puedo decir que para todos es el mismo Dios, elige tu religión, y ponle el nombre que quieras. Su propósito era el de cuidar la vida y la Tierra del mal, puesto que la fuerza de la naturaleza es la más fuerte que existe, sus poderes provenían de ella. Aire, fuego, tierra, agua. Todo estaba perfecto, pero al tiempo, una de las originales se sintió tentada. El mal buscaba quebrar por algún lado la fuerza de las guardianas, y al final encontró la manera. La guardiana de agua quería destacarse entre las demas, quería poder, ambicionaba más de lo que debía. Y fue así, como se volvió encontra de sus hermanas.
Me llamó la atención el énfasis casi impeceptible que utilizó al pronunciar “hermanas”. Ella había crecido con toda esa historia, por lo que de verdad, ella creía que las guardianas eran hermanas del destino.
-Sin uno de sus pilares, la fuerza de la naturaleza parecía debil, pero la original de agua se había vuelto tan soberbia que había subestimado a su hermana de fuego, siempre tan inestable y sentimental. Esta utilizo toda la fuerza de la que era capaz, e incapaz de matar a alguien que amaba, encerró a su hermana en una cúpula de cristal, escondida y perdida a travez de los milenios. Desde entonces las guardianas nunca logran estar juntas,la historia tiende a repetirse. Las guardianas de agua que existieron después de eso, únicamente se dedicaron a buscar a la original, todavía dormida en algún lugar del mundo. Por suerte, se las ha podido parar a tiempo, no sin dolor alguno, pero lo importante es que esa cupula siga perdida.
-¿Qué pasaría si la original lograra despertar por si sola? –le pregunté obnubilada por el relato.
-No puede –me miró sonriendo.- Para que ella despierte, necesita la sangre de una guardiana de fuego. Y es por eso que todo recae en ti nuevamente India.-Su sonrisa se apagó al instante.- Quiero que me escuches. Si Nichi y yo aparecimos en tu vida, fue para ayudarte. Todavía lo intentamos. Y tambien necesitamos tu ayuda. Existe ya otra guardiana de agua. Y esta en plena busqueda de la cupula, pero a diferencia de las demas, ella ha logrado encontrar pistas certeras que la guien. Solo si juntamos nuestras fuerzas podremos vencerla, pero lo más importante es… intentará llegar a ti para despertar a la original. Y lo hará de cualquier manera.
Miedo. ¿Era miedo por mi realmente? No. Lo que me asustaba era su ultima frase. “y lo hara de cualquier manera”. Sabía que podía significar eso.
-No me lo has dicho aún ¿Qué si se despierta?
Necesitaba saberlo. No por masoquismo, no por curiosa. Había algo que estaba peleando por liberarse en mi mente, y de su respuesta dependía si ganaba o no.
-No querrás saberlo. Si se despierta, alguien con esa fuerza acumulada tantos siglos, milenios… Acabaría con todo lo que se te ocurra. Incluso con nosotras. Pero no te preocupes por eso ahora. Debes concentrarte en tus poderes.
-Hawa, yo… Creo que, no lo se, no puedo ir aún con ustedes… Pero lo que si puedo decirte… Es que quiero saber como funciona esto. Quiero conocer mi don. Quiero saber como hacen para verse de esa manera Nichi y tú. ¿Me ayudarás?
Era lo maximo que podía ofrecerle por el momento. Pero supuse, era suficiente.
Ella me miro con viva esperanza, y asintió.
-Estará todo bien. Tendrás que tener un poco de cuidado con tus emociones, solo eso. Aprender a manejarlas, para no perder el control, y usarlas a tu favor en una pelea. Claro, si se presenta el caso, y créeme, se presentará.
Pasamos horas en el techo, intentando repetir el ejercicio que había hecho sola, sin lograr ningún resultado convincente. Me sentía frustrada, y horriblemente idiota.
¿Cómo se suponía que iba a dominar esto lo suficiente como para defenderme si alguien intentaba dañarme o asesinarme? ¿Es que tenía que ser tan difícil? Pensé que esto iba a ser sencillo, había nacido con el don, ¿no es así? Entonces, ¿Por qué demonios debe costar tanto? Me sentía realmente desesperada. Hasta me sentía ahogada, hiperventilando. Dios, me iba a desmayar. Me tambaleé, desvaneciéndome, intentando buscar una postura en la que la caída no doliera tanto. Hawa me tomó del brazo y me sostuvo sin un minimo esfuerzo.
-Basta por hoy. Debes descansar, tanto esfuerzo de repente te hará mal. Pero que todos los días practiques un poco, ayudará muchísimo. Asi que nos vemos…
Se estaba yendo cuando me embargó la tristeza. Todavía no sabía cómo llamarla si la necesitaba…
-Hawa… si… si yo quisiera comentarte algo, o preguntarte algo… ¿Cómo…?
No la quería mirar. Por alguna razón me sentía tonta y avergonzada.
-Tu solo concentrate y piensa en mi tan fuerte como puedas. Por ahora nos arreglaremos con eso.
Me sonrió y desapareció, como si nunca hubiera estado allí. Esas actitudes hacían que realmente me preguntara si existían, y pensaría que estaba loca de no ser porque mis mejores amigos las habían visto también.
Tenía que preguntarle como lo hacían la próxima vez que la viera.
Porque habría próxima, ¿no es así?

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