Las guardianas

8.5K 201 1
                                    

Había pasado una semana y aunque busqué y busqué, no encontré nada, aunque tampoco tenía mucha idea sobre cómo hacerlo. Los dolores de cabeza no volvieron, lo que era positivo y tampoco tuve otro "episodio fantástico". Lo malo era que Bastian, dolido, se había alejado de mí. Aunque así lo prefería, lo extrañaba.

—Buenos días papá, ¿que haremos hoy? —Todos los sábados a la mañana mi papá, mi hermano y yo salíamos a pasar la mañana juntos. Pero, a juzgar por su expresión, mi padre tenía otros planes.

—Eh, lo siento India, hoy debemos pasar. Tu hermano tiene un cumpleaños dentro de una hora y debo quedarme con él. Lo siento nena, puedes invitar a tus amigos a desayunar si quieres. Toma, aquí te dejo dinero —dijo medio avergonzado y me dio un billete de cincuenta.

Acepté de mal humor. Odiaba que me cambiaran los planes a último momento. Además, ¿desde cuándo mi pequeño hermano tenía cumpleaños tan temprano? ¿Y desde cuándo necesitaba del vigilo de mi padre, habiendo tantos otros en esas fiestas? Había algo raro allí. Aún así, intenté pensar de manera positiva, buscando un buen plan para pasar la mañana, ahora que estaba despierta. La única y mejor opción que se me ocurría era invitar a Ayla, tal y como había mencionado mi padre.

—Tengo la casa sola y un desayuno esperándote, con "Conoces a Joe Black" lista en el DVD para verla por trigésima vez, ¿vienes? —A mi amiga le encantaba esa película, sabía que no podía resistirse a esta invitación.

—OK, lo llamaré a Bastian y vamos juntos. ¡OH! ¡Amiga, no tienes idea de lo mucho que tengo para contarte! —Y luego colgó.

Ciertamente tenía una vaga idea de TODO lo que tenía para contarme. Y sabía también que eso ocuparía toda mi mañana y quizás también toda la tarde. Problema resuelto.



—¡Voy! —Grité por encima del timbre. Ayla de verdad estaba desesperada por ver a Brad Pitt otra vez.

—¡Vine con Bastian! Abre de una vez, quiero ir al baño —su voz se escuchaba temblorosa, me la imaginaba dando saltitos detrás de la puerta por culpa de sus necesidades.

—Que ya te abro te dije, vamos anda, vete al baño –fingí ofendida, entre risas. Pero al ver a Bastian allí en la puerta con expresión ausente, como si hubiera sido arrastrado por Ayla, me desequilibró. ¿Cómo nos pudimos distanciar de esa manera en tan poco tiempo?

—Permiso —Fue lo único que dijo. Aún absorta en mis pensamientos, lo dejé pasar sin responder nada. 

—Tengo hambre, ¿podemos desayunar ahora? Así podremos ver la película cuanto antes —Ayla sí que era impaciente.

—Bueno, no te estreses ¿eh? Enseguida preparo la mesa y en lo que dura un pestañeo, tendrás tu desayuno —a veces mi amiga podía irritarme fácilmente.

Acomodé las cosas para tres. Me sentía rara. Tenía el presentimiento de que algo malo podría pasar, pero no lograba discernir por qué. Sólo tenía esa sensación incómoda por no poder saber exactamente que era. Seguramente estaba sugestionada por tantas locuras.

Estaba terminando de cocinar las tostadas cuando apareció Bastian, sobresaltándome.

—Creo que deberíamos hablar... —Dijo mirando al piso. Lo conocía muy bien, sabia que su orgullo estaba haciendo de las suyas con él, y además se sentía muy avergonzado. Yo, a la vez, me sentía muy culpable. La razón por la que él tuviera que comportarse de esa manera era mi egoísmo.

—Si, creo... —Había comenzado a contestarle, decidida a no perder a mi mejor amigo, pero de la nada mi vista se nubló por el repentino e intenso dolor de cabeza que me había dado. Grité, grité como nunca lo había hecho. Mátenme, pensé.

Cronicas Elementales: El InicioWhere stories live. Discover now