La ultima guardiana

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Los días fueron pasando vertiginosamente. Le dedicaba horas enteras a practicar mi control, pero sentía que no era suficiente. No volví a ver a Hawa y Nichi desde la última vez, por lo que no logré aprender aún como convertirme y volver a la normalidad sin tener que esperar que la energía baje. Era realmente molesto, la primera vez casi quemo mi cuarto entero. Tuve que inventar una gran excusa a mi padre, sobre que me había quedado dormida con una vela aromática cerca de las cortinas para que no pensara nada raro. No creo que se lo haya creído del todo, pero algo era algo. Tonta de mí, me había recostado, intentando bajar mis pulsaciones, y en cuanto me tranquilicé, todo mi cuerpo se prendió fuego, quemando mis colchas, mis cortinas, y dejándome ridículamente desnuda sobre mí cuarto incendiándose. Bastante bochornoso. Ahora tenía más cuidado, me quedaba en el techo y me llevaba una bata para cambiarme. Pero si seguía así acabaría con todo mi guardarropa.
Descubrí que una vez convertida, era más fácil usar el fuego. Respondía a mis pensamientos como a control remoto, ya había creado esferas flotantes, y había logrado lanzarlas –con sumo cuidado, responsablemente- hacía el cielo, viendo como se desvanecían en el trayecto. Debía darles más fuerza, pero tanta práctica estaba consumiéndome, terminaba mis días a punto de caer muerta en la cama. Sabía que no debía hacer tanto esfuerzo, pero la verdad era que no había tiempo.
Quería pensar que mi rápido progreso se debía a una inusual capacidad de poder de mi parte y no porque la guardiana de agua estuviera cerca de mí. No sabía bien como funcionaba eso del catalizador, pero me inquietaba, si bien me alegraba, mi actual avance. Tenía que ser cautelosa, a veces me encontraba a mi misma pensando en todo lo que podría hacer si lograba dominarlo, si lograba actuar junto con el fuego. Esa inmensa sensación de poder y ambición, como si fuera una droga para mí, se estaba intensificando más, y al regresar de practicar, me miraba en el espejo y veía esos ojos rojos en mi rostro… Cada día tardaban más en volver a mi color natural. No sabía por que, pero no quería verme así. Yo debía controlar al fuego y no al revés. Debía encontrar la manera de manejarme antes de manejar mi poder.
Mis amigos, una vez enterados de cómo iba el panorama, se pusieron manos a la obra y comenzaron a pensar en distintos planes para poder tener un buen respaldo si en algún momento las circunstancias cambiaban y me encontraba en un momento difícil. Mucho no podíamos hacer, ¿Qué sabíamos nosotros de todo el asunto? Solo era la punta del iceberg. Pero intentamos sacar algo productivo, al menos teníamos algo que hacer al respecto, me molestaba mucho quedarme sentada sin hacer nada. 
Bastian era un excelente rastreador en la Internet. Se la pasaba buscando como hackear diferentes juegos y claves para poder ganar, muy mal a mi parecer, pero el siempre decía que si había una manera de romper un código, era porque los mismos creadores habían dejado que pasara. En estos momentos nos servía mucho su habilidad para buscar y encontrar cosas ocultas en la Web, porque a Ayla, en una de las tantas tardes en las que nos sentamos a pensar que podíamos hacer, se le ocurrió que si encontrábamos primero la cúpula donde estaba la original, podríamos terminar con todo esto. Quiero decir, si las primeras guardianas que existieron no fueron capaces de matarla porque eran hermanas, pues nosotras, las guardianas actuales, si podríamos, teníamos que evitar el desastre. El problema radicaba en que no había una sola pista en nuestro poder, por lo que tuvimos que recurrir a las páginas donde hablaban sobre la leyenda que me dio vida. Ninguna daba datos satisfactorios, y otras hablaban sobre lugares imposibles, como China, India, o Finlandia. Y ninguna decía absolutamente nada sobre la maldita cúpula. Bastian trabajaba duramente, pero la verdad era que hasta él se veía frustrado. 
Sin embargo, continuamos con la búsqueda, visitando diferentes webs, yendo a la biblioteca en buscando libros sobre leyendas antiguas, de otras civilizaciones, palabras claves, algo cercano a las guardianas para ayudar con la búsqueda de Bass. Hasta el momento no habíamos encontrado respuesta alguna.
-Intenta recordar I, ¿no te han dicho Hawa o Nichi algo más sobre esa cúpula? No puede ser que en tantos años, nadie la haya encontrado jamás… -me dijo mi mejor amiga, en el recreo, mientras comíamos unos sándwiches, con la mano en la frente. Se veía tan cansada como yo. O quizás más.
-Ya te lo he dicho Ay, nada. No hay más que lo que ya les he contado, ¿tú crees que no recordaría algo así? Seguramente, las guardianas originales se encargaron de mantenerlo en secreto para proteger esa cúpula de cualquiera que quisiera buscarla, quizás ni siquiera se lo dijeron a las siguientes guardianas que existieron…
-Es que como has estado con todo el problema con Sean y María, quizás te has distraído un poco con eso, es todo…
Quería golpearla. ¿Cómo podía decir una cosa así? No había nada más importante en este momento para mí que encontrar algo de esa cúpula, y aprender a usar mis poderes. No había vuelto a hablar de Sean desde que me propuse esta misión, si bien lo extrañaba y se me hacía muy difícil ir al colegio sabiendo que lo vería, no había distracción en mi. Noah estaba primero.
Las cosas con Sean seguían iguales desde aquel día en el bosque. Él no se me había acercado ni siquiera para explicarme nada, y yo en parte lo prefería así. En estos momentos debía abocarme a las guardianas, a mi deber, y él era una distracción enorme en estos momentos. Más de lo que me podía permitir. Ayla debió ser muy convincente respecto a su mentira sobre Bastian y yo, puesto que Sean cada vez que me miraba lo hacía con un gesto mezcla entre dolor y mucho enojo. Verdadero enojo. Había momentos en los que me ponía a pensar en eso, y realmente, no sabía como le daba la cara, después de todo, era él el que estaba en falta. Él fue el que se encontró con una chica en el medio de la nada, mintiéndome. 
Estaba claro como iban las cosas.
Por otro lado, mi padre estaba cada día más raro. Cada vez que sonaba su celular, se iba a hablar a escondidas, donde nadie pudiera escucharlo, y la mayoría de las veces volvía con cara de idiota, esa que pones cuando estas feliz por algo. Quería evitar pensar que era por esa “Sue”, con la que lo había escuchado hablar el otro día, pero no podía negarlo del todo. Yo no era tonta. Lo que me molestaba realmente de todo eso, era que ni siquiera era capaz de decirme que estaba viendo a alguien, no me hacía partícipe, y se estaba escondiendo de mí. ¡Como si yo alguna vez le hubiera hecho algún desplante por eso! Era ridículo que se comportara como un adolescente. Estábamos creciditos ya.
Todas estas situaciones hacían que me hallara de mal humor todos los días, provocando discusiones con cualquiera que se me cruzara en el camino. Incluso con mis propios profesores.
Ya me habían castigado varias veces en el colegio, e incluso me amenazaron con no dejarme ir a la reserva. Hubiera estado genial el plan, hacer enojar cada vez más a los profesores para que no me dejaran ir, de no ser porque le dieron noticia a mi padre de cómo iba en clases, y como él me conoce muy bien, se dio cuenta de todo incluso antes de que lo pusiera en marcha. Esa tarde peleamos mucho.
-¡Ya esta todo arreglado India! No harás nada para cancelar ese viaje, ¡no puedes ser tan chiquilina! Compórtate como alguien de tu edad por favor
-Papá no he hecho nada, ¡Y ya te dije que no quiero ir a ese maldito lugar! ¿Por qué no vas tú si tantas ganas tienes? ¿o acaso no te pueden acompañar?- estaba dejando claro a que me refería. En otras ocasiones no me hubiera dirigido de esa manera a mi padre, pero estaba realmente molesta, y no podía dominar mi boca.
-Cuida la manera en la que me hablas, señorita. Tú vas o vas a ese viaje, y cuanto más hagas para evitarlo, más te lo ganarás. Asunto terminado.
Me fui a mi cuarto dando portazos, y como hacía últimamente, me colé por la ventana y me fui derechito a practicar. Estaba más que furiosa así que nada costó mucho. De hecho, con el correr de los días, me costaba cada vez menos.
Comencé con las pequeñas llamitas alrededor de mis puños, y seguí con las esferas. Quería intentar lograr algo más, pero tampoco estaba muy segura de que podría hacer. Estaba tan enojada, que solo podía pensar en lo injusto que estaba siendo mi padre, y todas esas pequeñas cosas que me molestaban.
Cuando practicaba, evitaba pensar en Sean luego de haberme convertido. Me hacía sentir muy inestable, y creía que podía perder el control el cuestión de segundos. Hoy estaba más que iracunda, así que no pude evitar traerlo a mi mente. Y la sensación fue dolorosa. Sentí como al instante el fuego dentro de mí se agitó inquieto, y sin proponérmelo, estaba lanzando latigazos llameantes desde mis brazos. Corté un par de ramas de unos árboles que se encontraban cerca antes de volver a controlarme. Con miedo a provocar un incendio, y quedar implicada en situaciones imposibles de describir, decidí que era momento de parar.
Luego de terminar, me quedé esperando, acostada en el techo, a que todo mi cuerpo volviera a la normalidad. Mientras lo hacía, pensaba en todo lo que me había estado pasando desde que fui a la casa de Bass. Y ese maldito sueño… siempre que lo recordaba, se me venía a la mente el momento en el que Noah moría, pero lo cierto era que en ese sueño había más. Había olvidado por completo el momento previo a eso, en el que corría con Sean por el bosque… 
Se me cortó la respiración en seco.
Si, había algo que había olvidado contarles a mis amigos.
Algo que quizás no sirviera de mucho, pero estaba segura que era real.
Yo había visto esa cúpula. No podía creer que se me hubiera pasado por alto.
Sabía que era así, claro que era ese lugar. Estaba segura, porque había soñado mi atuendo de guardiana de fuego, y al transformarme era exactamente igual. No lo había notado, porque me había obnubilado con mi cambio. No era solo un sueño, ella quería que yo supiera. Ella necesitaba que yo me acercara.
La cúpula estaba en un bosque, y estaba cerca. Nada de Finlandia, ni China, ni India.
Estaba esperando por mí, y yo iba a buscarla.
Fui corriendo en busca de mi teléfono, emocionada, para llamar a mis amigos, cuando el timbre de éste me tomó por sorpresa. Intenté ver el número, pero era privado. Contesté de todas formas, quería llamar a Bastian y Ayla cuanto antes.
-¿Hola?
-…estas cerca, pero aún te falta mucho… no eres una guardiana hecha y derecha y no podrás evitar que la gente que esta a tu alrededor muera… porque eso es lo que les pasará, eres débil, y no entiendes el compromiso que traen tus poderes. Por culpa de tu ineptitud, todos morirán. Y Sean será el primero.
Colgó. La voz de una mujer sonó amenazante desde el otro lado del teléfono, haciéndome sentir inmensamente aturdida e insegura. Toda la emoción por haber encontrado una pista sobre la cúpula se había desvanecido por completo, mientras la niebla de la inevitable verdad se sumía en la habitación.
Todos iban a morir por mi culpa. Porque era una niña tonta, insegura y enamoradiza. Al menos esa era mi nueva yo. Y no servía para nada.
Sean iba a morir primero. ¿Por qué? ¿Por qué habrían de involucrarlo a él si yo ya no lo veía? ¿Por qué tendría que pagar por… nada? 
Quizás alejarme de él había sido un error.
Me derrumbé sobre el sofá. ¿Quién me había llamado? ¿Y como había conseguido mi número? ¿Por que me dijo lo que me dijo? ¿Cuál podría ser el segundo movimiento? 
Si me ponía a pensar detenidamente, era muy lógico pensar que esa voz pertenecía a la guardiana de agua. ¿Quién más si no sabría sobre eso? ¿Quién más si no intentaría atormentarme? La idea seguramente era que baje los brazos. Porque probablemente, ya sabía cual era mi plan, encontrar primero la cúpula. De ahí eso de “estas cerca”. ¿Pero como supo si apenas y había logrado pensarlo?
Debía haber algo que Nichi y Hawa todavía no me habían explicado. Alguna especie de conexión entre las mentes que yo aún no lograba comprender, y claro estaba, cuanto más lo pensaba, más sentido tenía. Las palabras de Hawa recurrieron a mi para darle forma a mis ideas. “Solo piensa en mí y yo estaré aquí”. La única explicación a eso era que había cierta conexión entre nuestros cerebros, una que yo no había notado, y había pasado por alto.
Era momento de recibir explicaciones.
Me concentré en la imagen de Hawa, y repetí su nombre para mis adentros varias veces. Cerré los ojos y esperé. No pasó ni un latido, que sentí como la atmósfera de la habitación cambiaba. Cuando abrí los ojos, no vi a quien esperaba ver.
Una mujer con el pelo negro como la noche, un antifaz celeste eléctrico perlado, unos ojos enmarcados en negro de color azul, con un traje intenso que jugaba con el color de sus ojos, mezclando diferentes matices, y una marca en el pecho del mismo color que su ropa, con forma de pequeñas olas se hallaba enfrente de mí, con la malicia impregnada en sus ojos.
La guardiana de agua se hallaba en mi presencia.
-Tú y yo tenemos que hablar.- fue lo que me dijo.
¿Había llegado mi momento ya? Tragué saliva, y asentí, esperando al menos, algunas respuestas antes de mi muerte.

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