CUANDO TODO LO QUE SUBE TIENE QUE BAJAR...

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—Entonces, déjame ver si lo entiendo... Os habéis besado, pero eso no llegó a más...

—No llegó porque ella sigue asustada y tal vez no era el momento.

—Hijo, yo creo que si lo era, pero el miedo de ella la para a seguir con algo más, cosa que es totalmente respetable con todo lo que le pasó —comentó su madre, mientras ambos miraban cómo Brisa y los niños jugaban en el jardín de su casa.

—¿Tu crees?

—Claro que si, cariño, si no hubiera sido el momento ella no estaría aquí en casa y seguramente no te hablaría nunca más, pero aquí está... Recogiendo a sus pequeños de la casa del chico que le gusta —le respondió.

Su madre tenía razón, si no hubiera sido el momento ella no habría confiado ni en él, ni en su madre, quien esas últimas semanas estaba cuidando a los niños ya que Ray no podía hacerlo porque había empezado a preparar sus finales.

—Sé que quieres ir allí, Ray, yo estaré bien aquí tomando el té...

Le sonrió a su madre y luego salió corriendo para integrarse en el juego que los niños y Brisa estaban haciendo. Se trataba de el clásico "pilla pilla", en unos cino minutos Ray se encontraba exhausto pero no se rendiría, Brisa corría demasiado rápido y no podía alcanzarla, pero no iba a parar de intentarlo. Aprovechó que ella estaba apunto de tropezar para agarrarla por la cintura, deteniendo su caída y haciéndola perder el juego, ella estaba tan tentada de la risa por las cosquillas que Ray le estaba haciendo para que no escapara que se rindió.

—Eres muy competitivo ahora que me doy cuenta, con esa cara parece que ganaste la lotería y no este juego.

Ray rió porque sabía que era cierto.

—Tu no te quedas atrás...

Se quedaron unos mirándose a los ojos, aún él seguía rodeando su cintura, no se movían ni un solo centímetro. La madre de Ray empezó a observar aquello con más atención, aunque sin dejar de vigilar a los niños, no quería que se hiciesen daño en el jardín.

—¿Qué significa esto? —los sacó del trance una voz.

El rostro de Ray se asombreció de tal forma que Brisa se asustó y se alejó de él. Al dirigirse hacia la voz que los había interrumpido, vio a un hombre con traje y un rostro serio, gélido como la nieve. Era el padre de Ray, no era difícil de saber ya que en el físico se parecían, ambos eran altos y bastante delgados.

—Hola papá —lo saludó con desgana.

—Hola, señor Mackenzie, es un placer conocerlo —se presentó Brisa, tendiéndole la mano.

El hombre la miró con superioridad, también tal vez algo de asco y no correspondió su saludo.

—¿Quién es esta chica?¿Y qué hace en esta casa? —se dirigió a Ray, mientras de reojo miraba a los mellizos y a Cassie.

—Mi amiga, como ya te dijo al presentarse su nombre es Brisa... Está aquí porque mamá estaba cuidando de sus hijos mientras nosotros estábamos en la facultad —el tono del padre de él ya era gélido, pero Ray no se quedaba nada atrás.

Brisa podía chocarse y romperse la nariz con la tensión que había entre ellos dos. De repente vio salir a su madre de la fachada de la casa y acercarse a su marido, con el rostro lleno de pánico. Seguramente la pobre mujer quedaba en medio de los pleitos de ambos y siempre debía mediar.

—Seré claro, Ray, entiendo que quieres hacer tu vida y tener novia etc, pues no tiene nada de malo, pero al menos elije a chicas de nuestra clase y sin paquetes que la acompañen —dijo refiriéndose a los niños con desprecio.

BE HOPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora