-Capitulo 22-

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Mirando los ojos azules de Niall, sólo podía pensar del calor de emanaba de su cuerpo y las palabras que acababa de decir. Su cara estaba tan cerca y cometí el error de mirarle los labios. De repente, nuestros labios se chocaron. Mis brazos se colocaron detrás de su cuello y mis manos se metieron en su cabello. Los brazos de Niall se cruzaron detrás de mi espalda y me atrajeron aún más.

Nuestros labios se separaron y nuestras lenguas bailaban a su propio ritmo. Los besos parecían exigentes e intensos.

Necesitaba un momento para respirar y me eché para atrás. Nuestras miradas se cruzaron y nos quedamos mirándonos fijamente. Después de respirar hondo unas veces, me encontré volviendo a sus labios carnosos y perdiéndome en su calor.

Algo sonó en mi cabeza y me di cuenta de lo que hacía. Me eché para atrás repentinamente y lo alejé con un empuje. Lo miré con ojos llenos de tristeza. “Yo…yo...lo siento tanto.” Empecé a correr sin pensar de nada que no fuera escaparme de lo que seguramente era un error. Oí como Niall me llamaba desesperadamente, pero seguí corriendo.

Podía oír sus pisados acercándose, pero ya corría tan rápidamente como podía. Las lágrimas brotaban en mis ojos y necesitaba llegar a casa. Sentí como una mano me agarró el brazo y me giró para que le mirara. Toda gana de huirme me dejó con una sola mirada suya y me eché a sus brazos.

“Está bien, ______. Todo está bien,” Niall susurró con su voz profunda y tranquilizadora.

“Tengo miedo,” murmuré contra su pecho. “Lo sé, lo sé.”

“No, no lo sabes. No sabes el cuento entero. Ni siquiera puedes empezar a entender.”

“Entonces hazme entenderlo.”

“Hay algo que pasó con mi madre que casi nadie sabe.” Lo empuje de mí otra vez, no quería que me tocara.

“¿Quieres hablar de ello?”

“De veras, no. Probablemente es peor que cualquier cosa que mi madre me dijo.” Me quedé en silencio y debatía sobre si decírselo o no. ¿Cómo sabía que podía confiarme de él? Un dolor en la boca de mi estómago me hizo querer soltarlo. Estaba cansada de mantenerlo dentro. Por fin, salieron las palabras terribles de mi boca. “Mi madre me vendió el cuerpo.”

“Oh, ______, lo siento tanto.”

Más lágrimas empezaron a caerse de mis ojos. Después de llorar por un buen rato, susurré muy suavemente siete palabras.

“Tú también me gustas mucho a mí.”

Él se rió. “Podemos ir despacio, muy, muy despacio. O podemos no tener nada…lo que quieras tú.”

Lo que quisiera yo, cerré mis ojos aún más fuertes. Allí estábamos de pie al lado de una calle abrazados en la mitad de la noche. “Sólo quiero irme a casa,” le dije, todavía hablando a su pecho. No quería mirarle.

“Vale, te acompañaré.” Puso sus manos detrás de su propio espalda para tomarme de la mano y entrelazar sus dedos con los míos. Echándome un poco para atrás, evité mirarle y empezamos a caminar. No hablábamos, pero de vez en cuando, podría sentir como me miraba. Pronto ya estábamos frente a mi casa. Niall caminó conmigo a la puerta. Se acercó, me besó la frente y me deseó dulces sueños.

“Lo mismo digo,” le contesté, abriendo la puerta calladamente. La cerré detrás de mí y eché el cerrojo. Respirando hondo, me fui para mi cuarto y en seguida me dormí.

El día en la escuela había sido aburrido. Mi mente estaba repleta de pensamientos mientras evitaba ojos y el hablar, todo el rato pensando de ese beso. También me dudé en la decisión de contarle a Niall lo de mi madre. ¿Se lo contaría a todos?

Estaba sentada sola a mi mesa de siempre en la cafetería cuando la voz profunda de Niall me saludó. Miré hacia arriba y él se sentó frente a mí. “¿Qué haces?”

“Estoy comiendo el almuerzo.”

“Eso sí, ¿pero por que te sientas conmigo?”

“Bueno, pues, no puedo sentarme con ellos después de lo del sábado,” dijo, señalando con la cabeza hacia donde normalmente se sentaba con Claire y los otros. “Además, prefiero sentarme contigo,” añadió.

Yo miré lentamente por la cafetería. Muchas personas nos miraban. No pasaba todos los días que una estrella del equipo de hockey se sentara con la chica que no hablaba.

“Atraes demasiada atención,” le dije suavemente. Se encogió de hombros. “Ok, es hora de empezar.”

Le miré, curiosa. “¿De empezar? ¿Empezar qué?” le pregunté.

“Te dije que te iba a ayudar y eso es lo que pretendo hacer. Empezamos con mirarme los ojos mientras hablamos. Voy a cerrarme los ojos y quiero que me mires los párpados. Te voy a hacer preguntas sin sentido y las vas a contestar.”

“¿Cómo vas a comer sin mirar?”

“Voy a tomar pequeños descansos.” Se cerró los ojos. “Vale. ¿Tu color favorito?”

Le mire los párpados. “Azul.” “¿Tu día favorito?”

“Los sábados. Niall, esto es raro.”

Dulzura. ~Niall y Tu~ TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora