-Capitulo 3-

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POV Niall

Cerré mi casillero y me di la vuelta sólo para encontrarme cara a cara con

Claire quien tenía una mirada expectante.

“¿Sí?” Le pregunté, apoyándome contra el armario con los brazos cruzados.

“El baile del otoño ya viene aproximando,” dijo con un brillo en sus ojos.

Oh, no. “Es en un mes. Eso no cuenta como ‘viene aproximando’, ” le dije.

No tenía planes para ir, pero era inmediatamente después de nuestro último partido. Si ganáramos el campeonato, sabía que el equipo me convencería ir. Lo hacían todos los años.

“¿Tienes una acompañante?”

Claire era una chica simpática, pero eso no quería decir que quería llevarla al baile. Había establecido relaciones antes y, con las cosas como estaban a casa, nunca funcionaban. Las había evitado desde hace mucho rato.

“Todavía no,” le contesté con una sonrisa. La sonrisa pareció relajarla. Bien. Si tuviera que llevarle a alguien, probablemente sería a Claire. Sin embargo, no iba a pedírsela todavía. El timbre de advertencia sonó. “Nos vemos,” dije antes de alejarme.

Por lo raro que pareciera, me encantaba estar a la escuela. Así no estaba en casa con un padre alcohólico. Aunque la escuela me aburría a la muerte a veces, era mejor que estar en casa. Pero lo mejor era estar en una pista de hielo. No había nada como el deporte brusco de hockey para hacerme sentirme mejor.

Por el otro lado, me gustaba estar en casa, pero sólo por mi hermano menor. Él era la luz de mi vida y me encantaba pasar tiempo con él.

El día transcurrió como cualquier otro, pasé tiempo con mis amigos al almuerzo y traté de enfocarme en mis clases. Sólo me quedaba una clase más antes de recoger a mi hermanito, Greg, e irme para la práctica.

“Bien. Este es el último día para trabajar durante la clase en el proyecto que les di ayer. Emparéjense. Tienen este período para trabajar. Necesitarán completar el proyecto fuera de la clase. Es para la semana que viene.”

Miré hacía _____, la chica nueva, estaba sentada. Se la veía un poco asustada. No se levantó la vista cuando arrastré un pupitre delante de ella. Tenía que confesar que algo de ella me intrigaba. Por supuesto, me preguntaba cuál era su historia. Era una chica bellísima con pelo marrón que le tocaba los hombros. Sus ojos eran castaños con motas doradas. Su nariz era delgada y sus labios eran rosados y apetecibles.

¿Apetecibles? Negué con la cabeza y dije hola. ______ no me miraba cuando murmuró una respuesta. Se reunió las cosas y las colocó cuidadosamente encima de su pupitre. Como ayer, su pierna le brincaba y cuando se levantó la cabeza un poco pude ver como se estaba mordiendo el labio inferior. No llevaba ni un pizco de maquillaje y sus pestañas eran largas y bonitas.

Me aclaré la garganta y pensé que se hundió aún más en el asiento. Tal vez era mi imaginación.

“Ok, ¿por dónde lo dejamos?” le pregunté. Calladamente, me contestó y señaló una pregunta. “¿Siempre hablas en una voz tan baja?” le pregunté.

Su mirada buscó la mía de repente, como si tratara de ver la intención oculta detrás de mi pregunta curiosa. Fue como si se diera cuenta de que me miraba y rápidamente se bajó la mirada. “Sí,” me dijo. Ella empezó a hablar de nuestro proyecto, pero yo me perdí en mis pensamientos.

“¿Por qué?” le pregunté, interrumpiéndola. Otra vez, miró hacia arriba. Pero entonces se bajó la mirada. Me ignoró y continuó con lo que estaba diciendo antes.

Una hora y veinte minutos más tarde, noté que sólo nos quedaban cinco minutos. “¿Qué tal sí lo dejemos para hoy?” le pregunté. ______ asintió y empezó a juntar sus cosas. “Sabes que tenemos que terminar esto fuera de la escuela,

¿sí?” Parecía congelarse al oír mis palabras. Tenía una expresión de puro terror en la cara.

Queriendo estar lejos de mi padre, ofrecí reunirme con ella a la biblioteca o a su casa. Mientras lo pensaba, añadí que mi hermanito estaría conmigo. Parecía que los rasgos de su cara se suavizaron ante la mención de él.

“Mi casa sería mejor,” dijo ella. “Así podrá él ver la tele para que no se aburra.”

Con la decisión hecha, le hice aún otra pregunta. “¿Siempre caminas a casa?” Ella asintió con la cabeza. “Yo te puedo llevar a casa hoy. Así sabré cómo llegar hasta tu casa.” Ella parecía al punto de decir que no. “Soy terrible con las direcciones, aún las más fáciles. Será más fácil para mí,” dije para hacer que me contestara que sí.

Eché un ojazo al reloj. Un minuto nos quedaba. Débilmente la oí decir,

“Está bien.”

“Bien, te veré en tu casillero.” Ella asintió con la cabeza y aparentaba encontrar algo interesante en su pupitre. El timbre sonó ruidosamente y ella salió apurada del cuarto. ¿Qué le pasaba a esa chica?

Agarré mi mochila y me fui para mi armario. Claire me esperaba allí otra vez. Intenté lo mejor que pude no dejar salir un suspiro. Esa chica no se daba por vencida.

“¿Me podrías llevar a casa hoy, Niall?”

“Lo siento, Claire. Ya tengo algo extra para hacer. Tal vez Todd podría llevarte,” le ofrecí por él. Sabía que no le importaría.

A Claire no le parecía gustarle mi respuesta. “¿Estás seguro que no puedes?”

“Sí, Claire. Mira, tengo que irme. Hasta luego,” le dije mientras caminaba en la dirección opuesta hacia donde estaba ______ cerrando el candado de su casillero. “¿Lista?” Ella saltó al oír mi voz. “Lo siento,” murmuré.

“Estoy lista,” dijo en una voz callada, colgándose la mochila sobre el hombro izquierdo.

Sin pensarlo, le puse la mano sobre la espalda para guiarla a mi coche. Ella se estremeció ante el contacto y rápidamente me quité la mano. “Lo siento,” le ofrecí otra vez.

¿Estaba siendo maltratada? ¿Era por eso que estaba tan callada? ¿Era por eso que se estremecía ante toques inesperados y saltaba ante ruidos repentinos? Entonces noté su ropa. Llevaba una camiseta floja de mangas cortas y pantalones cortos. Si la estuviera abusando, se cubriría más para ocultar los moretones.

¿Entonces qué le pasaba? Lo pensaba mientras caminábamos a mi coche, un Mustang del 2009. Le abrí la puerta y ella se sentó. Llegué a mi lado del coche y lo arranqué. El silencio llenó el aire mientras iba en la dirección por dónde caminaba ayer.

“A la izquierda aquí.” Seguí sus instrucciones y dentro de poco llegamos a su casa.

“Puedo venir el viernes después de la práctica si quieres trabajar en el proyecto entonces,” dije antes de que pudiera escaparse. Ella asintió con la cabeza. Quería oír su voz y le pregunté, “¿Es eso un sí?”

Ella resopló y dijo secamente, “Sí.”

No pude sino reírme. Por la tercera voz hoy, me había sorprendido. Me volvió a mirar. Esta vez, me fulminó con la mirada, lo que solamente me hizo reírme más. Ella se abrió la puerta rápidamente y se apresuró por subir las escaleras. Yo salí de camino a la escuela primaria de Greg, que estaba a sólo cinco minutos.

Dulzura. ~Niall y Tu~ TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora