🚬12. Día de la estrella negra

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    —AUNQUE NO LO CREAS TACHUELAS, YO UNA VEZ FUI MÁS QUE EL TIPO DEPRIMENTE QUE VES AHORA— Sascha le dijo a su poni mientras estaba recargado contra el corral que Curly había terminado de construir hace unos días, ya que el pequeño caballo se ponía triste al estar tanto tiempo dentro de la caballeriza—. Mi hogar era una gran mansión, leer la próxima novela de Dickens y terminar el caviar eran mis mayores preocupaciones, realmente lo odiaba, es decir, ¿Quién comía huevos de pescado crudos? —el rubio negó con una media sonrisa al darle una mordida a la zanahoria—, pero las fiestas, oh, debiste verlas... eran grandiosas, cómo si no hubiera un mañana, el vino corría como agua, luego llegó la guerra y yo volaba con los mejores, el Fokker era... simplemente un sueño estar en el aire, claro, cuando no nos estaban disparando.

    Tachuelas relinchó, exigiendo más de la zanahoria cuando mordisqueó el saco de Sascha, por lo que el rubio resopló, dándole lo último mientras acariciaba su crin.

    —Y dirás, ¿Por qué te cuento esto? Bueno, mi amigo... ser un matón en estas calles salidas de una página de Oliver Twist no era lo que planeaba como mi futuro, tampoco enamorarme de lo imposible, pero parece ser ese mi pasatiempo. Y luego, cómo si no me gusta complicarme más la vida, puede que me case y tenga un hijo, sinceramente nunca me vi siendo padre— el alemán aceptó con un resoplido al pasar una mano por su cara, mirando a su poni, quien mascaba la hoja de la zanahoria. Tachuelas tampoco parecía muy sorprendido.

    —¿Ahora hablas con los caballos, Haas?— la voz de Charlie hizo que el rubio gimiera por lo bajo, de todas las personas, ¿Por qué él? Curly al menos no hubiera hecho preguntas.

   —Técnicamente, Tachuelas es un poni—aclaró muy orgulloso del pequeño animal, que rebuscó en su mano más comida, pero no al encontrarla, relincho y se dio la vuelta.

    Charlie estaba seguro de escuchar un susurro de Sascha diciéndolo traidor al caballo miniatura, por lo que rodó los ojos, negando mientras movía los paquetes de heno hacia las caballerizas.

    —No vuelvas a negarme que estás loco, hombre.

    Sascha respondió bufando—Es lo más amable que me has dicho desde que me conoces, Charlie.

    —Saca tu trasero de mi astillero, ya, dedos de salchicha— el viejo tío de los Shelby golpeó al alemán con un trapo húmedo en el hombro mientras el rubio se revisaba las manos luego del comentario—. Tommy quiere verte en la casa de apuestas.

    —Oh, claro y yo digo: Si, señor, ahí estaré. Es la vieja rutina, ¿No?—Sascha dijo sarcástico con sus manos en su cadera al mirar el cielo cielo gris.

    —Págame o vete al diablo, Haas, tienes trabajo.

    El rubio apretó sus dientes, suspirando mientras sacaba una libra del bolsillo de su pantalón—Cómo odio a este hombre.

DERNIÈRE DANSE ─── Tommy ShelbyWhere stories live. Discover now