🚬09. Danke, corazón traidor

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     ROEDRIK LLEVABA UNA HORA ENCERRADO en su tienda, tratando de terminar casi cinco cartas para diferentes personas, entre ellas, sus hermanas y sus padres, avisando que esperaba visitarlos el fin de semana en sus últimos días de licencia, así como una quinta para su amigo piloto Werner Voss, que contenía un par de consejos con el fin de evitar que el disciplinado escuadrón aéreo se estrellara mientras él iba a Berlín para celebrar el nuevo mérito de Manfred tras lograr derribar al as de ases, el piloto británico Lanoe Hawker.

     ...el Imperio Alemán ahora domina los cielos gracias a nosotros, un paso más cerca de la victoria.

     Escribió Roedrick a su padre cuando la puerta se abrió con un par de ladridos y tras ver a un sonriente Manfred entrando con su fiel mastín, supo que sería el final de la carta, así que dejó la pluma del lado.

    ─En hora buena, pero si es el héroe de guerra.

     ─A ti te estaba buscando─ le dijo el barón al señalarlo mientras cerraba la puerta con esa sonrisa encantadora que ciertamente, cumplía su efecto con Roedrick─, y finalmente, Mortiz te encontró.

    ─Me siento honrado─ el rubio se burló desde su asiento mientras metía cada carta en su sobre y la cerraba con el viejo sello de cera que tenía el escudo familiar de los von Stoffen: una cabra rampante sosteniendo entre sus cuernos un sol─, que alguien de tu escalafón se tome tales molestias... Por supuesto que hablo de ti.

     Roedrick vaciló en susurro la última frase al acariciar a Moritz entre las orejas, el mastín alemán había sido un regalo del piloto para Manfred cuando cumplió diecinueve, una pequeña coincidencia que en su siguiente cumpleaños, el barón le regaló un nuevo rifle de caza.

     ─Es sólo una medalla más─ Manfred se encogió de hombros una vez que dejó salir a su perro y colocó el seguro en la puerta para evitar las visitas inesperadas, era una precaución que habían aprendido por las malas.

    Aunque Roedrick notó al prusiano más interesado en alcanzar la gorra kepi que colgaba ladinamente en su cabeza, casi a punto de caer. El rubio sonrió ladinamente antes de que el piloto recién condecorado tomará su rostro entre sus manos y lo besara apasionadamente, queriendo transmitir el ferviente amor que la distancia solía cultivar en ambos cuando estaban separados. Roedrick devolvió el gesto con premura, abrazando a Manfred por la cintura, deseando hundir sus dedos más allá de la tela del uniforme.

    El barón se separó, apenas dejando distancia mientras sus labios seguían rozándose y sus ojos se conectaban cálidamente. Roedrick se sentía tentado a cerrar los ojos mientras Manfred seguía acariciando su cabello, aún bastante aplacado por el uso constante de la gorra.

     ─No le dan una Pour le Mérite a cualquiera, teniente.

    Era enero de 1917 y Manfred von Richthofen tenía veinticuatro años, pero ya había sido premiado con la más alta medalla que el Imperio Alemán podía ofrecer por méritos de valentía.

DERNIÈRE DANSE ─── Tommy ShelbyHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin