🚬 01. El alemán

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1919


    ─ DESPIERTA, TIENES QUE IRTE las palabras de Polly fueron acompañadas por un par de palmadas suaves en la mejilla de Sascha medio hundida en la almohada y su ropa, que hace unas horas había quedado en el suelo junto a la de ella, cayó en el borde de la cama.

    Amanecer en la casa Shelby era una buena señal, después de meses en que Polly lo echaba en medio de la madrugada cuando terminaban.

    ─ Aún es temprano, Pol. No hay sol.

    La mujer mayor rio sarcástica ─ Querido, entonces no saldrás de la cama ni en un millón de años si esperas el sol por las mañanas.

    Sascha se tapó con las sábanas, pues con la puerta abierta, el viento matutino de Small Heath entraba para dejar escalofríos hasta su médula, Polly intentó quitársela, pero sólo se escurrió hasta su pecho desnudo cuando los dedos del rubio se apresaron a ella. Polly puso sus ojos en blanco y tomó la almohada donde aún descansaba su adormilado amante.

    Casi le dio lastima romper el encanto rejuvenecedor que le daban sus ojos cerrados que se armonizaban con sus labios carnosos y rosados entreabiertos con los largos mechones dorados cayendo en su frente. Del ángulo en que lo veía ni siquiera se notaba la costra del labio roto de hace una semana.

    ─ Estas no son formas de despertar ─ maulló Sascha cuando Polly golpeó su cabeza con la almohada.

    ─ ¿Y que esperabas? ¿Una taza de té a la cama y un beso en la frente? ─ Polly estuvo satisfecha cuando lo vio abrir los ojos, y observó el rizo de una sonrisa juguetona en una de las esquinas de sus labios, le era curioso como la sombra de la emoción de la sonrisa nunca llegaba a sus ojos ─. No olvides tender esa cama antes de bajar. Tommy dijo que lo vieras en el Garrison cuando estés listo.

    El rubio gimió entreabriendo los ojos cuando escuchó la puerta cerrarse; rápidamente se puso de pie con un bostezo, no era buena idea hacer hablar a Polly dos veces como tampoco hacer esperar a Tommy. Sascha entreabrió las cortinas siempre cerradas con un cigarrillo en la boca aún sin prender. Estaba gris.

    Sí había algo que odiaba de Inglaterra era el clima, particularmente Small Heath parecía estar cernido en una permanente nube gris. Asa le decía que era por las fábricas, pero Tommy aludía diciendo que el sol era de Dios, y Dios no tenía restricción en su barrio. Sólo el diablo entraba con el permiso de los Peaky Blinders.

    "Está Dios y están los Peaky Blinders", Sascha podía escuchar a Tommy en su mente.

   ─ Y yo soy su arcángel con navajas ─ Sascha se susurró así mismo al terminar de ponerse la boina.

    Tommy no había mentido, le había encontrado un lugar en su organización... o más de una, dependiendo a que miembro de la familia le preguntaran. Sus trabajos variaban entre niñero, guardaespaldas, corredor de apuestas y hasta enterrador, al menos cuando quedaba un cuerpo que sepultar.

DERNIÈRE DANSE ─── Tommy ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora