🚬05. Mis ojos y oídos

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    ADA SE CASA EN LA ESTACIÓN DEL TREN Y SASCHA ES EL PADRINO, acompaña a Polly tanto en la rápida ceremonia como en la angustia cuando Thorne les dice que no se irá de la ciudad a pesar del dinero que Tommy les ha dado para que se marchen y de las amenazas policiales. El alemán acompaña a su amante a casa y de nuevo, la buena fortuna de la menor de los Shelby es mayor que la preocupación, así que para olvidar la oscuridad que la asecha en un futuro cercano, Sascha y Polly vuelven a terminar enredados entre las sábanas de la cama.

    Polly se mantiene despierta desde temprano a la mañana siguiente, pues no está tan segura de sí debería admitir a Sascha en su cama con tanta naturalidad y frecuencia, él es un chico para ella, pero a pesar de que el rubio es consciente de su brecha de edad, no se opone, por supuesto, él le gusta físicamente, pero ella no está segura de que tan cercanos podrían llegar a convertirse, ni si eso es lo que quiere. Aún no sabe mucho de él, su relación se basa en lo que el cuerpo de uno puede darle al otro, sí, pero también hay un poco de sentimiento entre ellos, Sascha la hace reír y volver a sentirse joven, mientras él parecer tener alguna sensación reconfortante cuando está con ella, como si pudiera espantar a la soledad que lo rodea.

     No es la primera vez que Polly nota esa aura pesada flotando a su alrededor, tan lúgubre y dolorosa, muy parecida a la que rodeo a la esposa de su hermano hasta su fin entre las aguas del río, pero al menos, ella confía que no sea la única que lo haya reconocido. Sabe que sus sobrinos tienen sus propias habilidades gitanas, algunos más que otros, pero ella confía en que Tommy pueda ver las señales. Polly admite que le agrada Sascha y se sentiría un poco decepcionada sí el alemán desapareciera de sus vidas, porque es útil para el negocio, pero también beneficioso para la familia y un dúo así era difícil de encontrar por esos días.

    Sascha conoce a Billy Kimber un poco tarde, porque Polly amaneció de buenas y decidió detenerlo cuando lo encontró atándose los zapatos al borde de la cama antes que tuviera que despertarlo. El alemán había encontrado incluso una pizca de dulzura en sus ojos por un breve momento antes que desapareciera y le preguntara:

    ─ ¿Por qué no te quedas a desayunar?

    Y ya que no era una pregunta frecuente, Sascha no pudo negarse. Polly no lo dejó irse hasta que terminó el último pedazo de huevo y lacó su plato e incluso en la puerta, le ayudó a acomodarse la corbata dentro de su chaleco.

    ─Listo, ahora ya estás presentable y no pareces un pandillero de cuarta─ Polly bromeó, pero su tono de voz la hacía sonar muy seria, aun así, el rubio se inclinó medio sonriente.

    ─ ¿Me veo decente para ti?

    Polly rodó los ojos y colocó una mano en el pecho de Sascha para empujarlo ligeramente, pero una pequeña sonrisa torcida se le escapó, siendo notada por el rubio.

    ─Cómo pocas veces.

    ─Y da la casualidad que siempre que salgo bien arreglado, es por tu mano─ el rubio siguió con su tonto galanteo, claramente, Polly había tenido muchos mejores, pero había tanta sinceridad en su tono y mirada que no podía negar que tuviera algún encanto─, parece que sabes lo que necesito.

DERNIÈRE DANSE ─── Tommy ShelbyWhere stories live. Discover now