🚬 04. Tu tumba

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     SASCHA SE SENTÍA REMPLAZABLE, así que desde el momento que bajo de ese barco y piso por primera vez la tierra de los casacas rojas, se mentalizo con que sólo estaba de paso, uno de sus muchas próximas paradas en lo que quedaba de su vida errante.

    Esa tarde no se sentía diferente mientras el viento salado le lamía las heridas recién obtenidas esa mañana cuando un escuadrón de la Scotland Yard irrumpiera a trompicones en el modesto apartamento después que Isaiah les abriera, pensando inocentemente que se trataba de Finn Shelby.

    ─ Entre el polvo y la inmundicia, así es como viven las ratas ─ probablemente, Sascha no había tenido tantos deseos de golpear a un oficial desde que conoció al Kaiser* bajo trincheras mientras tomaba el té como si no hubieras cientos de soldado muriendo afuera, pero ahora, Chester Campbell estaba bailando alrededor de sus nervios.

    Aunque él no pudo hacer mucho ante la mirada desdeñosa del inspector al piso sin pulir, el polvo en algunos libros y estanterías, la mesa sucia por migajas junto al poco brandy que se había derramado en el piso bajo el sofá donde Sascha había estado durmiendo tras una mala noche que lo hizo moverse de más. En su defensa, ninguno de los tres estaba mucho en el departamento y Jeremiah solía ser quien mantenía el orden, pero últimamente, pasaba la mitad de sus días en la iglesia, rogando por el perdón a un ser de dudosa existencia, como lo veía Sascha.

    ─Diría que nos ha hecho levantarnos con el pie izquierdo, inspector, pero lo cierto es que caminamos tan cercanos por el camino de la ilegalidad que podría haberle dicho "buenos días" con los ojos cerrados ─ Sascha habló con dificultad debido a que técnicamente estaba mordiendo el suelo con dos oficiales sobre él doblando sus brazos y empujando su cara contra el piso.

    Sus burlas le valieron una patada de lleno en la cara, fue un milagro que su nariz no se rompiera por la bota de Campbell, pero hubo mucha sangre que mancho sus dientes y le hizo pensar que lo había logrado entre los destellos de dolor.

    ─Registren este chiquero de arriba a abajo y tráiganme cualquier arma que encuentren. ¡Ya! ─ ordenó el Inspector.

    ─No hay armas en esta casa ─Jeremiah dijo con sequedad al tirar del brazo de su hijo para acercarlo a él de manera protectora.

   ─Ya veremos cuándo cierto es eso, padre ─Campbell se mofó del título eclesiástico al tocar la cruz en el pecho de Jeremiah.

    Sascha apenas escuchaba cosas cayendo bruscamente, los gruñidos furiosos de Isaiah que Jeremiah trataba de acallar mientras sus ojos se turnaban entre enardecidos a los policías destructores y luego, cambiaban drásticamente cuando veían a la figura rubia retorciéndose casi silenciosamente con el cerebro más adormecido por el dolor que, apenas registraba lo que estaba pasando.

     No encontraron más armas que un viejo rifle que estaba casi oxidado, una manopla de navaja, una pistola Parabellum y un revolver Chamelot, casi todas eran de Sascha. El departamento estaba hecho un desastre con el librero volcado, papeles en el suelo, uno o dos platos rotos, ropa regada por todas partes y la sangre de Sascha manchando el piso.

DERNIÈRE DANSE ─── Tommy ShelbyWhere stories live. Discover now