Capítulo 35: El tronar de las cadenas

169 19 61
                                    

Capítulo 35

El tronar de las cadenas



TW: trauma, auto lesiones.

ALESHA

Pasó tanto tiempo llorando que sentía que no quedaban lágrimas en su cuerpo, y tanto durmiendo que podría echar raíces en el colchón. Sobre su escritorio había pilas de copias de los apuntes de Lyra, quien cada día iba a revisar cómo estaba. No hacía preguntas, y eso lo agradecía.

Le traía jugos de tomate de árbol y remolacha «para su hemoglobina y recuperación». Jaehyeon también era un constante, la intentó distraer sentándola a ver dos películas de Barbie. El lago de los cisnes, debía admitir, le gustó más que La princesa y la Plebeya, lo cual de alguna forma lo ofendió y terminó intentando asfixiarla con una almohada en juego. Paró cuando se dio cuenta de que Alesha realmente no puso ninguna resistencia.

Taesung era su ancla, al igual que Markus, y era todo lo que necesitaba. El resto lo odiaba, cada segundo de cada día. No entendía lo que pasaba en su interior, no quería entenderlo, solo que se fuera.

Porque el recuerdo no la atormentaba solo en sus sueños, también en cada esquina oscura del cuarto, debajo de la cama como un monstruo que le halaría los pies, detrás de la cortina de la ducha cuando cerraba los ojos. Dejó de bañarse, y dejó de dormir quince horas para no dormir nunca, por lo que cada maldito instante lo veía.

Solo las pociones la drogaban lo suficiente como para poder espantar los ojos rojos y el tronar de las cadenas. Sacudió la cabeza, intentando alejarlo una vez más, pero se arrastraba hacia ella como un bucle infinito.

Por favor, solo déjame en paz.

Abrazó sus rodillas contra su pecho y golpeó la cabeza contra la pared. Necesitaba más, así que pateó las sábanas para ir por el frasco que terminó rompiendo contra el suelo al ver que ya estaba vacío.

—No no no no —murmuró para sí, apretando sus párpados y golpeando el suelo con su pie al notar el calor de más lágrimas mojar sus mejillas—. Ya basta.

Sabía que no tenía más ingredientes, así que tomó rápido su bolso de botánica y salió, descalza y en pijamas, ignorando que posiblemente pisó un pequeño cristal del suelo.

Que se joda Viktor y su voz en su cabeza: «Controla tus emociones».

Controla tu mierda, Viktor.

Dejó el raciocinio a un lado y con esas nubes que tenía en su cerebro, empujó con magia la puerta del invernadero, rompiendo el seguro, pues eran las dos de la mañana. Tamanaco no le llamaría la atención, estaba ocupado en reunión con Taesung y Jaehyeon desde las diez.

Actuaba en automático al mismo tiempo que sollozaba, arrancando hojas y triturando en el mortero. Cada golpe de la piedra era un intento de empujar lejos al vampiro.

No a Nora.

Al vampiro del sótano de su casa.

Ese del cual Viktor le contaba historias para asustarla. «Abajo hay un vampiro desde hace mucho tiempo, esperándote a ti».

Un vampiro de largos colmillos y ojos de loco, que se chupa tu sangre para que te quedes para siempre con esa cosa. Muerta. Y que use tu cuerpo como quiera.

Le dio más fuerte al mortero, conteniendo entre sus dientes un grito cuando una lágrima bajó por su barbilla y cayó en la mezcla de plantas. Era suficiente para arruinarlo.

Zemblania: Máscara de seda y secretos [LIBRO #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora