Capítulo 20: Oh, por Baltazar

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Capítulo 20

Oh, por Baltazar



ALESHA

Todo el camino de regreso, ninguna dijo palabra. El pecho de Nora se regeneró a su velocidad normal una vez tuvo su... suministro de sangre, o eso suponía, pues solo tenía vista de la piel de su espalda que estaba ya lisa y sin rastro de cicatriz. Alesha, por otro lado, pasó el resto del trayecto con la mirada clavada en el suelo para evitar las rocas y no tener que ver a quien caminaba en frente. Sus labios aún hormigueaban y confundía el frío de la brisa con el fantasma del tacto que hace un rato los ocupó.

Una cosa agradeció y fue que su acompañante lideró el regreso con mayor velocidad en comparación a la primera vez, y que no escucharon más ruidos amenazantes a sus espaldas, aunque mantuvieron la guardia alta. Tras cruzar la pared de piedra de la academia, sus familiares volvieron a su tamaño doméstico y Alesha se apresuró arriba con una sola cosa en mente: Taesung.

Ignoró las miradas que recibió en el camino, de algunos estudiantes que seguían por los pasillos o escaleras, hasta llegar a la línea de puertas de habitaciones en las que Jaehyeon esperaba frente a la suya, ya el familiar de Nora se había adelantado a avisarle de su llegada.

—¡¿Qué les pasó?! —preguntó el kumiho, adelantándose a su encuentro con sus brazos extendidos directo a Nora y los ojos abiertos como platos, horrorizado. Por primera vez, no sintió el impulso de rodar los ojos ante su burbuja de atención, pues la imagen de la vampiresa habría dejado así a cualquiera: sangre, su sangre, desde el rostro hasta la cintura, arruinando su blusa; cabello blanco lleno de tierra y el gran agujero en la tela por toda la zona del pecho.

Nora se dejó examinar rápidamente, para luego posar una mano en su hombro, deteniéndolo —Estamos bien, después hablamos.

En medio del momento, Alesha optó por seguir de largo, directo a la puerta, hasta que Jaehyeon cortó sus pasos al atravesarse entre ella y la madera.

—Espera, —la tomó por los brazos con suavidad, dando un vistazo general a su estado— ¿cómo estás tú?

—Ya oíste a Nora, Jaehyeon, estamos bien —espetó. Tras todo lo que acababa de suceder, el kumiho era con quien tenía menos ganas de lidiar en ese momento—. Déjame verlo —empujó y el kumiho aceptó la agresión, haciéndose a un lado.

—Él está bien —empezó. Caminando detrás de ella—, los curanderos indígenas de la academia lo trataron. Necesita descansar, está sedado.

—¿Tamanaco se enteró de esto? —se detuvo a girarse. Mierda, los iban a echar, su familia se iba a enterar, y la familia de Taesung.

—Sí, pero esa información no saldrá de aquí —le aseguró—. No pasará nada. Avisaré para que te revisen-

Alesha lo cortó —Primero Taesung, me lo debes y lo sabes.

Jaehyeon sostuvo su mirada unos segundos para finalmente suspirar derrotado y asentir, abriendo la puerta con cuidado. El panorama ante Alesha provocó que se le nublara la vista con lágrimas.

Taesung estaba acostado sobre la cama de Jaehyeon, con rastros de sangre seca que se notaba fueron limpiados de forma muy ligera para no seguir lastimando, y ungüentos de hierbas en distintas heridas de su frente, barbilla y pecho.

—Por Baltazar, Tae —jadeó, cubriendo su boca.

Fue como si su corazón le subiera al cuello y regresara en descenso hasta el suelo. El nudo en su garganta se tensó de tal forma que le dolió. Mi Tae.

Zemblania: Máscara de seda y secretos [LIBRO #1]Where stories live. Discover now