Capítulo 24: Mendo

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Capítulo 24

Mendo



ALESHA

A pasos no dirigidos por su cuerpo ni voluntad, seguía a Nora por entre los árboles del bosque. Sin idea del destino al cual se dirigían, ni las verdaderas intenciones de su acompañante.

—Nora —llamó, recuperando el aliento tras casi tropezar—, ve más lento.

—¿Quieres que la cosa de la última vez nos encuentre de nuevo?

—¿Y a dónde vamos, coño?

—Ya te dije.

—No veo por qué hay que venir al bosque para eso-

Nora se detuvo y se llevó un dedo a los labios para que se callara. Alesha lo hizo. No supo qué pudo haber escuchado, pero tras su anterior experiencia, no tentaría su suerte. Con su mano, la vampiresa hizo una seña para que siguieran y Alesha, sin decir más, obedeció.

Lo que sea que fuera, no las detuvo de llegar silenciosamente a lo que parecía ser su destino. Alesha tragó duro.

Una concentración notablemente más tupida de árboles que iniciaba en una perfecta línea de forma aleatoria en el bosque. La entrada al Bosque de Lilura.

—Espera —dijo Alesha y Nora frenó sus pasos que arrastraban los suyos. La otra alzó las cejas, en espera de una respuesta. Alesha miró la línea de árboles, protegida por magia de glamour ante ojos que no fueran de los hijos de Lilura, y cuyas puertas se cerraban para aquellos de intenciones impuras.

—Nunca has entrado —no fue una pregunta.

Alesha se removió en su lugar. No, ningún Van Darte lo ha hecho después de la época del gran Baltazar, y aquellos que lo intentaron a la fuerza fueron inmediatamente erradicados por las raíces del Bosque.

Levantó la barbilla y se cruzó de brazos para evitar lucir cohibida. Nora no podría pretender ganarse su entrada tampoco, no lo esperaría.

—¿Acaso tu sí? —rebatió.

—No tengo nada en contra del bosque ni de lo que hay dentro —dio tres toques a un tronco y las ramas se abrieron en forma de círculo, de manera tan sencilla para darle la entrada a Nora que Alesha no pudo evitar abrir los ojos en sorpresa.

No todo ser quien podía cruzar era automáticamente bueno, pero que Lilura abra las puertas de su espacio más seguro y sagrado para alguien sí tenía gran significancia.

Y el Bosque abrió su entrada para Nora.

—No creo que me deje pasar —fue honesta.

Nora observó a Alesha por un momento para luego mirar la entrada del lugar. Había cierto conflicto en sus ojos, lo pensó un momento, para luego estirar su mano con la intención de que Alesha la tomara —Averigüémoslo.

Alesha dudó. Nora tenía un pie dentro del límite del Bosque de Lilura y uno en el Bosque Pino. Podrían pasar dos cosas: En el mejor de los casos, los troncos se cerrarían y la dejarían fuera, desprotegida contra la bestia que las atacó la última vez, y sin solución para deshacer la dependencia; la otra opción era que lograra entrar, pero que fuera arrastrada dentro de la tierra y desmembrada por las raíces de los árboles.

Consideró la posibilidad de girar sobre sus talones y regresar. Si lo que Nora quería con todo esto era romper el lazo invisible, podría preferir pasar el resto de la dependencia sola en su habitación.

Zemblania: Máscara de seda y secretos [LIBRO #1]Where stories live. Discover now