Capítulo 12

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Kikyo y Sasuke emprendieron camino el mismo día ya que por insistencia de la ella Sasuke accedió, aunque él hubiera preferido descansar un poco más en la pequeña aldea y después emprender el viaje.

—Calculo que demoraremos tres días en llegar—informó el azabache—.Esto solo si no tomamos descansos demasiado largos—recalcó a la pelinegra.

—Por mí está bien—respondió la ella mirando hacia adelante.

Mientras corrían no intercambiaron ninguna palabra el resto del viaje, lo cual para el azabache resultaba satisfactorio.

Llegada la noche decidieron acampar, Kikyo le informó que si llegara a sentir alguna presencia amenazadora le informaría, lo cual sorprendió un poco al azabache, haciéndolo pensar en que quizás sea cierto que posea alguna habilidad especial. 

Por su parte Kikyo sirvió la comida que había empacado para el viaje. Mientras comían, a pesar del silencio, para sorpresa de ambos no era incómodo, aunque el asombro fue más para Sasuke, ya que esos últimos años se había acostumbrado a estar solo, y la simple idea de la presencia de otra persona ya le resultaba fastidiosa.

Después de terminar la cena, Kikyo se levantó queriendo buscar estar un poco sola. Así que se alejó varios metros mientras se recostaba en un árbol, su mirada fija en el cielo, más concretamente en la luna, la cual aquella noche estaba llena.

—Siempre me harás recordar sus bellos ojos—expresó sus pensamientos, dirigiéndose a la estrella. La miraba con admiración, y se perdió en sus pensamientos por varios minutos. 

Por su parte al azabache le causó curiosidad la actitud de la mujer, no quiso acercarse pero el reconocería esa actitud de tristeza y soledad.

A pesar de no saber absolutamente nada de Kikyo, no pudo evitar empatizar con ella. Y se preguntaba cuál era la historia que ella cargaba en sus hombros.

Él quiso empezar a dormir pero el hecho de que ella siguiera alejada, no se lo permitía. Así que no tuvo más remedio que ir a buscarla. 

La encontró sentada apoyada en un árbol con la cabeza en sus rodillas rodeada por sus brazos, como si fuera una pequeña niña envuelta en un aura de tristeza y miedo.

El azabache al comienzo no supo que hacer, luego optó por llamarla, pero se dio cuenta que se había quedado dormida. Lo cual lo hizo soltar un suspiro pesado, pero también de alivio, ya que si hubiese estado llorando hubiese sido muy incómodo para él, no era el más adecuado para brindarle consuelo a alguien.

El intentar despertarla fue inútil, así que simplemente la cargó y la colocó en el saco de dormir, aún en la oscuridad él pudo notar que había estado llorando, pero decidió no pensar en eso, al menos ya podría dormir tranquilo.

Al despertar Kikyo intentó recordar en qué momento había llegado al saco de dormir, lo último que recordaba era estar en aquel árbol viendo la luna.

Entonces cuando examinó su alrededor y vio al hombre de cabello azabache que aún estaba dormido a unos cuantos metros de ella. Se avergonzó por darse cuenta que quizás el la vio llorando, así que se prometió no volver a hacerlo y se reprochó haber sido tan débil cerca de un desconocido, sin tomar en cuenta que seguramente también la cargó para acostarla.

Entonces sintió el impulso de sentir la joya que colgaba dentro de su ropa sujetada por su cuello. Sintió alivio al notar que allí estaba. Y deseó que aquellos hombres que la perseguían no supieran que ella estaba de nuevo por allí, pero sabía que si lo habían hecho antes, lo volverían a hacer.

Abrió los ojos cuando sentía que la miraban, por lo que rápidamente escondió la joya, eran los ojos púrpura y negro del azabache.

—Eso parece ser muy valioso—comentó él mientras se levantaba y empezaba a guardar el saco de dormir.

Cadenas de Herencia |Neji y KikyōDonde viven las historias. Descúbrelo ahora