Ella sabe que está mal. Ella llora por las noches, sufre por los sentimientos que le abruman y desordenan la vida, sentimientos que comenzaron sin darse cuenta y se transformaron en algo que ni ella sabe descifrar.
¿Cómo poder superar algo que ni tu...
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II. Publicidad
Viena; Austria, 2022.
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6de julio, 2020. Uno de los peores días de mi vida.
Llegué a casa rápidamente, sin mis pertenencias ni mi teléfono, que por algún motivo desapareció al llegar a Austria, esperando encontrar a Luciana allí para darle una explicación, para decirle que todo ya había terminado con Bianca, es más, que había terminado todo mucho antes de la carrera y que todo lo que ocurrió luego no fue más que el último intento de su hermana para arruinarnos. Pero no la encontré allí. Solo quedaban un par de piezas de ropa en su armario y el aroma de su perfume en nuestra habitación.
Dos años han pasado desde la última vez que la vi.
La busqué por mucho tiempo, necesitaba darle una explicación. Nada era lo que parecía, sin embargo, nunca pude hacerlo. Su familia decía no saber nada, en la academia en donde trabajaba tampoco y por un momento llegué a pensar que algo malo le había sucedido, que la habían secuestrado o algo peor, pero tuvo tiempo de llevarse sus cosas, o al menos la mayoría de ellas, y en un arranque de lástima por parte de mi madre, me dijo que ella sabía que Luciana se había ido por su cuenta. No me dijo a dónde ni si volvería, solo me hizo saber que había tomado una decisión y que ahora debía olvidarla, convencerme de que lo nuestro nunca sucedió. Pero, ¿cómo podría hacer eso? Si aún hasta el día de hoy duermo abrazado a su almohada, esperando encontrar en ella al menos un poco de su aroma.
Ahora la veo bailando con Max en un rincón de la amplia pista de baile y me hace odiarlo el hecho de que cada vez que le pregunté por ella, que le rogué que me diera información, él me mintió diciendo que no sabía nada. Obviamente sabía, de lo contrario no estarían juntos en este momento.
La observo a la distancia y las ganas de ir y besarla son tan grandes que por un momento siento que no las puedo controlar. Se ve bien, radiante, tan hermosa como siempre, y aunque su vestido no tiene estrellas, ni flores ni gatitos como los que usaba antes, y su cabello está mucho más corto de lo que recordaba, sé que es la misma Luciana de la que me enamoré. De la que aún estoy enamorado, porque no ha pasado un día, una noche, en que no piense en ella, en que no la busque en mi cama en la madrugada, en que no escuche su voz o su risa en mis sueños.
