Parte I: Capítulo dos.

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II

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II. Nombre de príncipe.

Montecarlo;
Mónaco, 2019.


—¿Seis meses con él y no tuviste la decencia de contarme? —le pregunto a Bianca mientras le ayudo a terminar el último arreglo floral del día que encargaron.

La florería de mamá está aún más grande y bella de como la recordaba. Desde que nos fuimos de Italia, hace ya muchos años atrás, ha sido el único sustento que ha tenido nuestra pequeña familia llena de mujeres. Por motivos que mamá resume a que mi padre era un completo inútil, debimos escapar de Verona debido a que nuestras vidas corrían peligro. Por lo tanto, desde que éramos unas niñas, tanto a Bianca como a mi, mamá nos enseñó todo lo relacionado con el negocio de las flores con el fin de que le ayudemos a sopesar el arduo trabajo diario, excepto a Gianna, mi hermana menor, ya que es una maldita pulga consentida que mamá siempre ha sobreprotegido.

Bianca sonríe inocente en mi dirección— No sabía cómo decirte.

—Pues, "hola hermana, tengo novio. Es piloto de carreras, puedes buscarlo en google" —intento imitar su voz— También hay celulares en Estados Unidos, ¿sabías?

—¡Estaba nerviosa! Es que él es tan impresionante —se sonroja.

Y hermoso, ¿no?

Calla, conciencia.

—Él es famoso en el mundo del deporte. ¿Van a hacer pública su relación?

Ella piensa unos segundos antes de responder— Por el momento, no. Es una carga demasiado grande para mi.

Y es cierto. ¿Quién querría ser blanco de toda una generación de locos insultando por gusto en las redes?

—¿Eres feliz, Bianca? —le pregunto luego de unos segundos de silencio.

—Lo soy. Como nunca.

Siento una punzada de preocupación en el pecho, ya que es inevitable no recordar que me dijo las mismas palabras cuando estaba con el idiota de Isaac, su ex novio. Aquella maldita rata que era un abusivo, que la dejó en terapia, que la alejó de su familia y que le había dejado heridas graves en el corazón.

Me cuesta encontrar las palabras precisas para que no se sienta atacada— Solo ve con calma, ¿si? No te apresures a nada.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunta, quitando un par de pétalos dañados de las flores.

Oh, oh. Hubo un cambio en su tono de voz. No es lo que quería. No después de tanto tiempo sin verla.

—Nada, solo que debes ser cuidadosa para no sufrir.

Bien manejado, dame esos cinco.

—No sé a qué te refieres.

—A que no te vaya a ocurrir lo mismo que con Isaac...

¿Cómo evitar un amor prohibido? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora