Parte I: Capítulo veintiuno.

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XXI

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XXI. Bailes de medianoche

Montecarlo;
Mónaco, 2020.

Ya está lista la nueva cerradura —me dice Charles acercándose a mí, mientras preparo la cena en la cocina, o al menos eso intento hacer, ya que mis habilidades culinarias se resumen a preparar fideos y arroz.

Asiento en su dirección sin decir nada. Toda mi atención está puesta en las ollas frente a mí.

—¿Puedo preguntar por qué quisiste cambiarla? —se acerca a mí para ayudarme a revolver la olla de la salsa.

El recuerdo de su madre diciéndome todas esas cosas me abruma de pronto, pero no se lo hago saber. No le he dicho que vino a hablar conmigo. No quiero que tenga problemas con ella. Y bueno, además mi hermana también tiene llaves, así que cambiar la cerradura era la mejor opción.

¿No que era tan seguro el departamento?

—Bianca tiene llaves, ¿lo olvidas?

—Oh, es cierto —responde él, recordando lo ocurrido hace un par de días.

—No me sorprendería que de pronto hubiesen llegado todas tus ex novias a abrir la puerta —bromeo, revolviendo la olla con fideos.

Él sonríe ante mi comentario, se acerca a mí por la espalda y me abraza— ¿Me estás queriendo decir que cambiamos la cerradura por celos?

Suelto una falsa risa— ¿Celos?

—Ajá.

—Más bien temor a morir. Cualquiera de las personas que tienen tu llave podrían entrar en cualquier momento, idiota.

Charles ríe— Extrañaba tus insultos.

Entre risas y conversaciones triviales terminamos de cenar. Es agradable pasar tiempo con Charles a solas y sin nadie que nos interrumpa. A veces mis pensamientos me hacen sentir abrumada al recordar las palabras de su madre, pero intento hacer lo posible por deshechar las inseguridades y recordar lo que nona me aconsejó cuando estuvo aquí. No quiero sonar egoísta, claro que me importa su carrera, digo, es importantísima, pero, ¿no es también importante que él tome sus propias decisiones? Yo no lo obligué a elegirme y él no me obligó a seguir con todo esto. Fue una decisión de ambos y como adultos que somos, los demás deben respetarla.

Horas después le doy un sorbo a mi copa de vino antes de dejarla sobre la mesa de centro a un costado de donde me encuentro. Charles me ayuda a levantarme del sofá y me acerca con suavidad a su cuerpo para comenzar a bailar al compás de la música. Sparks de Coldplay es la canción que nos acompaña esta vez.

¿Cómo evitar un amor prohibido? Where stories live. Discover now