Capítulo 12 // Serendipia.

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Capítulo 12 // Serendipia.

Emma.

Cambio de posición y lanzo un suspiro entre sueños cuando siento algo húmedo mojándome la cara.

Frunzo el ceño cuando escucho respiraciones agitadas muy cerca de mi cara.

Algo peludo se restriega contra mi brazo y yo lo muevo inconscientemente.

Un ladrido retumba por toda el cuarto y me levanto de golpe, asustada. Apoyo los codos en el colchón y me quedo como una piedra intentando recordar quién soy, cómo me llamo y en dónde estoy.

Observo mis alrededores y en cuanto veo a Simba me tranquilizo. Aunque no me dura mucho, ya que gracias a él sé EN LA CASA DE QUIÉN estoy.

Recuerdo unos brownies, después muchos vasos de cerveza, un porche, ver el mundo al revés...

Una punzada de dolor atraviesa mi cabeza por el esfuerzo y suelto un quejido.

Me masajeo la sien bajo la mirada del golden. Tiene la lengua afuera y está sentado a los pies de la cama.

Me llegan otros flashes de cómo llegué aquí y me tapo la cara con las manos de la vergüenza.

Dios mío, Emma. ¿Qué hiciste?

Sigo recordando cosas durante algunos minutos más con la cara de horror más espantosa jamás vista y sacudo la cabeza.

Cae ladra pensando que estamos jugando alguna clase de juego y yo me pongo un dedo sobre los labios para callarlo. Si tengo suerte, podré salir de aquí sin que nadie me vea.

Me pongo de pie y agarro mi móvil, el cual se encuentra conectado a un cargador en la mesita de noche. No recuerdo haberlo puesto ahí, pero miro la hora igualmente. Son más de las diez de la mañana.

En lo primero que pienso es en Cameron y no puedo evitar soltar un quejido de molestia. Molestia conmigo misma, porque no debería haber hecho lo que hice anoche. Es uno de los comportamientos infantiles que más odio tener. Mi madre me hizo odiarlo, mejor dicho.

Ella nunca se cansa de repetirme lo igual que soy a mi padre y sinceramente, en ocasiones como estas pienso que dice la verdad.

Las primeras veces que me echó en cara mi parentesco con él, lloré, al igual que la segunda, la tercera, la cuarta y muchas más. Porque claro, ¿a qué niña de quince años le gustaría que la comparen con el hombre que no le importaba dejar en la ruina a su familia con tal de poder seguir alimentando sus adicciones?

Ya te digo yo que a ninguna.

Nunca lo admitiría, pero mi mayor miedo es ser igual que él. Y cada vez siento que estoy más cerca de que se cumpla.

Paso saliva y me trago el nudo en la garganta. Cualquier pensamiento que tenga sobre él siempre logra desestabilizarme, sin importar si solo dura cinco segundos o si es un leve recuerdo.

Entro al baño y me siento en el váter. Tengo tanto sueño que podría dormirme aquí, pero hago un esfuerzo por levantarme. Me lavo la cara y los dientes con una pereza enorme y me marcho del baño.

¿No se enojará porque haya usado su baño de nuevo, no?

Bueno, ¿qué más da? Si se enoja, me facilitará el proceso de olvidarme de él.

Salgo de la habitación intentando no hacer ruido, pero Cae arruina mis esfuerzos, ya que sus patas resuenan contra el piso de madera como si fuesen las de un dinosaurio.

Detengo a Simba con una mano cuando escucho la voz de Jagger en la sala. Está hablando con alguien.

—Que sí, mamá, prometo no volver a irme así en medio de la noche. Es que fue una... Emergencia.

Sinfonías Internas ©Where stories live. Discover now