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—Hija...

Me sentía en el limbo por tan solo oír su voz. Perdida. Aturdida. Confundida. Engañada, sobre todo engañada.

¿Que se suponía que debía hacer al ver al hombre que creía muerto? Esa persona a la cual lloré día y noche pensando que sus ojos se habían cerrado para siempre... pero no era así, porque esos ojos me estaban viendo directamente, queriendo tranquilizar a mi persona.

Me sentía terrible.

—Cariño, quiero que me veas y te calmes ¿si?—pidió e intentó tocar mi rostro.

—¡Aléjate!

—Hija... todo tiene una explicación.

—¡Ja! Por supuesto que hay una explicación—reí entre el llanto—: ¡Me llenaste la cara de mentiras, papá!

—Eso no es así–

—¡Claro que sí!—me erguí y lo enfrenté tocando su pecho con mi dedo indice—. Pensé que estabas muerto... ¡TÚ ESTÁS MUERTO, PAPÁ!

—Señorita Danforth, debería calmarse—opinó Snyder.

—¡Y usted se calla!—me limpié el rostro—. Usted está aquí... con alguien que se suponía estaba muerto y...

—No debería hablar sin tener la información completa—indicó desde el escritorio.

—¡Me importa una mierda la información!—la cabeza me dolía, el pecho me dolía—. ¡¿Sabe que Wilre murió?! Maldición... ¿sabe eso?

El hombre no perdió ese aspecto de bloque rígido que lo distinguía, y asintió lentamente.

—Y-y... ¿cómo es que... puede estar tan tranquilo?—era un monstruo. Todos eran un monstruo... mi padre también.

No respondió a mi pregunta.

—Creo que deberías ir a descansar, Vellty—la mano de mi padre llegó hasta mi hombro. A penas sentí el toque me aparté.

—¡Déjame!—ni siquiera sabía de dónde sacaba las fuerzas para hablar—. Papá... yo... hice cosas malas por ti... no puedes simplemente aparecer... así como si nada.

—No te pedí que hicieras nada, hija.

—¿Disculpa?—eso era el colmo, me molesté aun más—. ¡Me dijiste qué...!

La puerta del despacho se abrió cortando mis palabras.

—Oh, pensé que no habían terceros—esa voz.

Cuando me volteé en dirección a la puerta lo vi, estaba asomando a mitad de cuerpo, muy tranquilo como el resto.

—¿Hennings?—era él, después de meses sin verlo se encontraba ahí. Igual de elegante, con esos ojos oscuros y ese rostro...

—Madness, Danforth, es Madness—su tono de voz era frío, muy distante.

Hola, cielito, recordé.

—No entiendo nada—negué y cerré los ojos, respirando hondo.

—Me temo que la conversación para aclarar este enredo queda para después, Vell, tengo asuntos que resolver ahora y es necesario que te retires—dijo mi padre señalando la puerta.

Madness entró al despacho completamente, sin dirigir la mirada en mi dirección.

Me veían con la cara llena de lágrimas. Apunto de caer sino tuviera tanta rabia contenida. Sin terminar de procesar que ahora mi padre estaba vivo. Con la indignación a rebosar por la muerte de Wilre... y aun así nadie hacia nada.

Red - [La Orden Sangrienta]Where stories live. Discover now