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Mini maratón 2/2

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—Cómo varios de los presentes saben, este último mes del año es especial—inició Snyder, detrás de él vi a Fiore y al coach, estaban de pie con semblantes serios, también noté la presencia de la señorita Yurif en los primeros asientos—. No es grato finalizar el año sabiendo que hemos perdido tanto, personalmente nunca me ha gustado terminar las cosas en mal plan por el sabor amargo que produce en la boca. Pensé que, como todos los años, debíamos celebrar el día de los perdidos. Solo para dejar atrás el vacío que sembraron... las personas—se aclaró la garganta—. Siendo así la noche buena un día de doble celebración para hacer de lado al caos y todo aquel mínimo conflicto que nos atormenta. Así que deben cumplir.

Todos se mantuvieron en un largo silencio pendientes de las palabras de Snyder. Los chicos estaban serios en sus puestos, algo absortos a todo lo que comunicaba el supuesto presidente de la Orden y el internado, yo fruncí el ceño y volví mi mirada al frente.

—Ya pueden regresar a sus labores, recuerden no dejar nada para última hora y seguir instrucciones al pie de la letra. Buenos días.

Se retiró del podio y salió sin decir más. El resto comenzó a levantarse y abandonar el gran auditorio, yo seguí a los chicos y bajamos de allí.

Estando fuera nos dirigimos a la cafetería. La tripa me sonó en múltiples ocasiones y Lenintog no se cansó de decir que estaba escuálida. Akiro siguió serio hasta cuando se sentó. Y los Gibson hablaban entre ellos, como de costumbre.

Dejé la bandeja repleta de deliciosa comida; espaguetis, pan, una manzana y un zumo de limón. Los chicos optaron por unas hamburguesas grasientas con pepinillos. Era extraño comer con ellos allí, casi siempre comía con Wilre o en mi soledad, pero claro, ella no tardó en aparecer. Se cambió el desastre de la noche anterior dejándose puesto un blazer parecido al mío, pero con orillas rojas que tocaba cada cinco segundos.

— ¡Llegó el amor de sus vidas!—anunció emocionada, sin cansancio ni resaca.

—¡Wilre!—Akiro soltó su hamburguesa y la miró. Ella no tardó en acercarse a él para abrazarlo llamándolo su siamesa.

—Ya. Me dan náuseas luego y no me termino mi hamburguesa—protestó Lenintog.

—Déjalos ser—choqué su hombro con el mío para que no siguiera blanqueado los ojos.

—Umh... ¿qué tal si te abrazo a ti? Digo, para estabilizar la situación—movió sus cejas de forma divertida.

—No gracias, tu propuesta no llama mi atención—me engullí el tenedor con comida y los demás sonrieron.

—Venga, no me rechaces—revolvió mi cabello con su mano.

Gruñí como cerdo y los Gibson se rieron escandalosos diciendo que parecíamos crios de preescolar.

Ver a los gemelos juntos me daba grima, pero saber quién era cada uno aliviaba mis problemas de la vista.

—Con que el día de los perdidos ¿eh?—comentó Wilre dando sorbos a la botella de agua que le robó al asiático.

—Sí, lo ha dicho tu...—intentó decir Akiro, pero en el camino se ahogó con un pedazo de hamburguesa—... tu querido presidente.

—Patrañas.

— ¿Por qué se celebra exactamente?—pregunté cambiando el tema.

—Es un ridículo festín para dejar ir en paz a todos los que nos abandonaron... pues... los que murieron este año—respondió Wilre aclarando mi duda—. Tu padre va a ser uno de ellos.

Red - [La Orden Sangrienta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora