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Había pensado cuatro mil quinientas cosas en el corto plazo de; tomar el pomo de la puerta y salir al pasillo.

Seguramente Preston las hubiese procesado en un abrir y cerrar de ojos.

Pensar en el niño sabelotodo de la urbanización fuese sido una clara señal de arrepentimiento por no querer salir corriendo y brincar el portón que me separaba de mi verdadera vida. Recordar que afuera me podría cabrear y escuchar astrofísicos sin gusto alguno solo porque el pequeñín lo quería cuando estaba de buenas y, para la gota de nostalgia, solo lo hacía para no aguantar mi incertidumbre de cabeza hueca.

¿Qué harás, Vellty?

¿Está sucediendo?

¿No?

Mi sistema auditivo sucumbió cuando las manos me comenzaron a sudar, sentía, no, estaba a punto de llegar al colapso y la presión que tenía contenida en la cabeza me estaba volviendo loca, mi respiración estaba entrecortada y el atisbo de un mareo se asomó.

Como si el mundo me diera vueltas y más vueltas al estar en un carrusel, los lindos recuerdos del parque de diversiones para los peores momentos en los que estas llegando a lo profundo, a donde no tocas fondo y no sales a la superficie, en la nada.

¿Por qué?

¿Por qué?

¡¿Por qué?!

Cerré los ojos con fuerza y sentí desvanecer, entonces cuando estaba por caer unas delgadas manos me sujetaron. De pronto, volví a respirar con calma.

— ¿Te encuentras bien?—escuché, pero no abrí los ojos—. ¡¿Hey?!

Era la voz de una mujer.

—Y-yo... yo....—abrí los ojos y los estruje cuando intenté hablar, pero ¿qué iba a decirle?

—Eres nueva—afirmó, para luego fruncir sus pobladas cejas—. ¿O me equivoco?

—Sí... o eso creo, —le contesté y apreté la caja que tenía entre las manos. Ni siquiera la había abierto, solo salí sin mirar atrás. Salí pensando que sería fácil, con la esperanza de...

—Vale, ¿tú eres...?

Eres Vellty.

Eres Vellty.

¿Eres...?

—Danforth—sonreí y me alejé de ella.

La chica me miró de pies a cabeza, por un momento me sentí avergonzada por estar vestida de esa manera y que ella me hubiese encontrado en ese estado no había ayudado mucho.

Su mirada analítica me asustó por un momento, me sentía como una pobre ilusa que no sabía dónde demonios estaba parada, como si estuviese perdida en una isla luego de un naufragio y lo único que tuviese que hacer lo estaba haciendo mal, o como si me tocara abstener lo que deseo hacer.

Luego de unos segundos de silencio, ella sonrió y me tendió la mano derecha, yo no la sujeté pero ella no perdió el toque de cortesía—. Yo soy Wilre, es mi nombre, no mi apellido.

—Pero me dije...

No me dejó continuar y habló de nuevo.

—No soy parte del internado aun, Danforth, tranquila—se cruzó de brazos y su ondulado cabello brilló por la luz del pasillo.

—Bien—intenté hacer la imitación de una falsa sonrisa y continuar caminando escaleras abajo, pero ella me detuvo.

— ¿Conoces el lugar al menos?—me preguntó, yo negué con la cabeza sin emitir palabra alguna—. ¿Cómo demonios vas a llegar a tu dormitorio si no sabes nada de nada?

Red - [La Orden Sangrienta]Where stories live. Discover now